Este es el circo romano mejor conservado del mundo
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El circo fue el edificio que acogió el mayor espectáculo de la antigua Roma. Junto al teatro y al anfiteatro, formaba la tríada por excelencia donde los romanos acudían a disfrutar del tiempo de ocio. Sin embargo, aunque se pueden visitar anfiteatros como el Coliseo e incluso se siguen representando obras en algunos teatros romanos hoy día, el público suele llevarse una desilusión cuando acude a ver un circo romano. “Y aquí estaba el Circo Máximo”, escuché una vez a un guía turístico en Roma señalando una larga explanada con una pequeña colina rodeando el espacio. Los visitantes elevaban las cabezas buscando más ruinas o alguna piedra, pero aquello parecía un parque y dejaba todo el trabajo a la imaginación. Esto suele ser lo habitual a la hora de “ver” un circo de la Roma antigua, pero existe una ciudad con un estadio donde el tiempo no ha dañado la estructura hasta reducirla a un parque para el ojo desentrenado. Afrodisias, en la actual Turquía, alberga el circo romano mejor conservado del mundo.
¿Qué era un circo romano?
Basado en los estadios que construyeron los griegos, los romanos tomaron esta estructura para sus circos, donde tenían lugar las famosas carreras de carros tirados por caballos, en las que la categoría estrella eran las carreras de cuadrigas. Los juegos circenses tenían lugar en una arena alargada en forma de óvalo, con una valla que dividía en dos mitades el terreno, conocida como spina. Rodeando toda la pista se levantaban gradas donde el público tomaba asiento y a las que accedían por los vomitorios (no, no eran para que los romanos vomitaran y seguir comiendo, eran los pasillos de entrada y salida del público). En este espacio se celebraban competiciones de todo tipo entre atletas dedicados al boxeo, a correr, saltar, lanzamientos de peso o jabalina, una herencia más que los romanos tomaron de los griegos, a lo que se sumó las mencionadas carreras de caballos.
“La importancia que tenían los espectáculos en Roma era tal que, durante los días destinados a su celebración, se suspendía todo tipo de actividad profesional, comercial y pública, lo que facilitaba la asistencia de la población a los actos. Esta situación llevó a que los espectáculos se convirtieran en el Imperio en un fenómeno político y social de primera magnitud, y el hecho de que el Estado y los magistrados los organizaran gratuitamente (o cobrando una entrada a precio irrisorio) para los más desfavorecidos hizo que los ciudadanos pronto los consideraran como un derecho más, que las autoridades procuraron satisfacer, evitando de esta forma las posibles revueltas. Junto con los repartos gratuitos de trigo, los espectáculos ayudaron a que la plebe perdiese casi todo el interés por la política y se preocupara tan solo del famoso «pan y circo» que denunciaba Juvenal”.
Con información de Muy Interesante
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