+VIDEO| ENTREVISTA|Macri pide tiempo para mejorar economía de Argentina
EFE
Si alguien pensó alguna vez que lo de Macri iba a ser llegar y besar el santo se equivoca. El presidente de la República Argentina se comprometió, nada más llegar al poder, a bajar la inflación, disminuir el paro y erradicar la pobreza.
Casi un año después, la realidad es que la inflación sigue abultada, el paro ha crecido como consecuencia de los despidos masivos en las administraciones públicas, y la pobreza, en vez de bajar, de momento ha crecido.
Mauricio Macri nos recibió con puntualidad británica en el imponente CCK de Buenos Aires, un edificio mastodóntico, mausoleo del kirchnerismo, antigua sede de Correos, hoy convertido en el centro cultural más grande de América Latina, donde estos días se desarrolla el Foro de Inversiones organizado por el Gobierno de Argentina para atraer capitales al país.
Veinte minutos exactos de entrevista en un salón modernista de seis metros de altura, cortinas alargadas de la misma e imponente longitud, un centro de hojas verdes, un sencillo reloj de pared, un par de sillones chester y la bandera albiceleste.
Todo medido y austero, milimétricamente reglado por dos asesores de comunicación y tres encargados del decorado. Nada que ver con los séquitos interminables de otras latitudes.
A la hora de la entrevista caía sobre Buenos Aires un frío impropio de la fecha. Casi el mismo con el que empezó Macri su discurso. Gélido pero directo, con frases contundentes para recalcar que su mandato no va a ser un paréntesis en Argentina, que va a recuperar al país, que lo va a volver a situar en el mundo, o para desacreditar tanto a sus predecesores como a Maduro o a los populismos.
Macri está empeñado en acabar con la idea de que Argentina no tiene arreglo, aunque sabe que necesita tiempo. Los sindicatos han declarado la guerra a su revolución conservadora, y se están empleando a fondo con la murga de las caceroladas, los ruidazos y los bocinazos. Hace unas semanas apedrearon su auto y le abuchearon al grito de «Macri basura, sos la dictadura».
Pero el presidente, que ya ha sufrido una arritmia y lleva grabada toda esta tensión en la cara, resiste el embate, aunque sabe que va a tener en contra a la dirigencia sindical, al activismo social, al funcionariado organizado y, por supuesto, al peronismo. O sea, al kirchnerismo.
Es consciente de que nunca ningún presidente no peronista llegó al final de su mandato. Aunque no le asusta el reto de acabar con el maleficio, porque es un hombre acostumbrado a ganar, pero también a sufrir: en 1991 padeció un secuestro de 12 días que le ha marcado de por vida.
«Panamá papers» al margen, el presidente Macri es un triunfador nato con una fortuna declarada de 110 millones de pesos, 18 de ellos en el exterior, que lo ha sido casi todo en la empresa privada y también el presidente más exitoso del Boca Juniors, con 17 títulos a sus espaldas. Amén del alcalde más reputado de Buenos Aires.
Cree que la receta para su país debe estar en la estabilidad, en ser una nación previsible capaz de atraer el capital que huyó con Cristina Kirchner y que aún no ha vuelto. Capaz de lograr que regrese la inversión del exterior, incluida la española.
Y es que no es normal que Argentina, un país descomunal, rico en recursos y capital humano, se haya situado a la cola en los índices de crecimiento en América del Sur.
Pero Macri necesita y pide tiempo. Es difícil bajar la inflación, disminuir el paro o eliminar la pobreza en solo ocho meses. Si logra su objetivo y supera la legislatura, igual consigue también que Argentina, tras años sin dirección, deje de ser un país imprevisible para consolidarse como la nación más grande y próspera del Cono Sur.
No está claro que lo pueda conseguir.
Necesita tiempo.
José Antonio Vera