Enfermedad inflamatoria intestinal: síntomas y prevención
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Si bien aún no hay estadísticas a nivel local, los especialistas advierten un crecimiento de la enfermedad inflamatoria intestinal (EII), cuyas dos principales enfermedades son la colitis ulcerosa y la enfermedad de Crohn. Esta situación se da particularmente en Latinoamérica y en Asia, regiones en las que llamativamente se observa una “occidentalización” en el estilo de vida, asociado a un incremento de la incidencia (cantidad de nuevos casos por año), posiblemente debido a mejores métodos diagnósticos para su detección y mayores consultas con el médico.
También hay otros factores vinculados a dicho estilo de vida como la alimentación, urbanización, polución ambiental tabaquismo y estrés, que se consideran predisponentes de estas condiciones.
Son síntomas que, si bien pueden corresponder a otras condiciones, permiten sospechar la presencia de alguna de las EII, como la colitis ulcerosa o la enfermedad de Crohn y ameritan la consulta médica sin dilaciones.
En Argentina es un poco más frecuente la colitis ulcerosa que la enfermedad de Crohn, pero estamos viendo cada vez más enfermedad de Crohn. Hasta hace pocos años la enfermedad de Crohn era una patología rara, sin embargo, ahora es absolutamente habitual; no obstante, sigue siendo más frecuente la colitis ulceros.
Muchas veces, se llega tardíamente al diagnóstico, sobre todo en aquellos casos en los que la enfermedad no es muy severa o los síntomas son inespecíficos y la gente se acostumbra a vivir con determinados síntomas, sin prestarles mucha atención ni acudir a la consulta médica
La colitis ulcerosa afecta el intestino grueso (el colon) en su capa interna. Entonces suele presentar síntomas que provienen de una respuesta inflamatoria que irrita y lastima la mucosa, la capa interna del intestino grueso (el colon), por lo que se manifiesta habitualmente con diarreas.
Mientras que la enfermedad de Crohn, si bien compromete cualquier sector de todo el tubo digestivo, en la gran mayoría de los casos afecta al intestino delgado, el que absorbe los nutrientes, o al intestino grueso, y puede manifestarse con síntomas muy diferentes, como diarreas, mala absorción de nutrientes, gases y distensión, dolores, pérdida de peso, e inclusive puede llegar a producir síntomas obstructivos con mucho dolor, entre otras complicaciones.
Como síntomas, los que más predominan son la diarrea o urgencia e incontinencia. Puede no haber diarrea, pero sí una sensación de deseo constante y urgencias de ir al baño, con sensación de evacuaciones incompletas y/o con moco o sangre y hasta incontinencias. Todo esto afecta considerablemente la calidad de vida del paciente
Como ambas son enfermedades autoinmunes, a veces se presentan con enfermedades extraintestinales como son el desarrollo de artritis, afectación del hígado, de los ojos o enfermedades de la piel. Aproximadamente el 20 a 40% de los pacientes con enfermedad de Crohn presenta este tipo de manifestaciones, mientras que en la colitis ulcerosa se ven en el 15 al 20% de los casos.
La tasa de afectación de la EII es similar en hombres y en mujeres, pero, si bien puede aparecer a cualquier edad, se presenta más frecuentemente en la segunda o tercera década de la vida y entre el 20 y el 30% de los casos se diagnostican en edades pediátricas. También está viéndose una creciente incidencia en gente añosa.
Como no existen estadísticas de la prevalencia de las EII, el Grupo Argentino de Crohn y Colitis Ulcerosa (GADECCU), integrado por destacados especialistas de la gastroenterología, está llevando adelante el primer “Registro Argentino de Crohn y Colitis Ulcerosa” (RADECCU), con lo que en un futuro cercano seguramente se contará con información detallada sobre ambas enfermedades, como por ejemplo cantidad de casos, severidad, distribución a lo largo del país, tratamientos más utilizados y fenotipo predominante, entre otros.
En cuanto a los tratamientos, se determinan según si la enfermedad es de poco riesgo para una evolución agresiva o, por lo contrario, si se identifican factores que permiten pensar en una evolución con complicaciones.
En el primer caso, se recomienda un tratamiento escalado, comenzando con algunos antiinflamatorios intestinales (mesalazina); mientras que en los casos con mal pronóstico la indicación es iniciar con terapias más avanzadas, como los medicamentos biológicos, las pequeñas moléculas o los inmunomoduladores. Todos estos son medicamentos que pueden cambiar la evolución natural de la enfermedad si los usamos tempranamente.
Con información de infobae.com
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