En Táchira hasta prostíbulos cerraron puertas por el éxodo y la pandemia - 800Noticias
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Sin dinero y en pandemia la clientela se redujo al mínimo, lo que obligó el cierre de muchos locales nocturnos en la capital tachirense. Las mujeres también hicieron maletas y se fueron a ganar pesos o dólares a Colombia y otros países, reseña un trabajo de La Prensa Táchira.

«Las cartas sobre la mesa, le toca hablar al billete, cada quien tiene su puesto, hace su papel, le sacan el jugo, paga y se va…»así de sencillo, como la descripción de Perla Negra, cantada por Yordano, eran las puestas en escena de los encuentros furtivos en muchos locales nocturnos, donde los hombres llegaban para «ligar»los favores sexuales de las damiselas que proliferaban en estos sitios.

Entre 10 y 15 casas de citas o prostíbulos funcionaban para el 2015 entre el casco viejo de San Cristóbal, La Concordia y Las Lomas, y algunos a las afueras de la ciudad.

Sitios suntuosos, donde el brillo de lentejuelas, peinados y escotes atraían desde tempranas horas a los hombres dispuestos a pagar por el placer fácil. Tiempos en los que no se pensaba que este negocio, al pasar de los años se vendría a pique.

Esos locales fueron negocios florecientes en San Cristóbal. Algunos abrían puertas después de las 2:00 de la tarde, y a medida que avanzaban las horas la circulación por allí era alta. Un «Nigth Club» podía contar en una sola noche con 50 mujeres, dispuestas a complacer a los clientes, desde párvulos hasta los más entrados en años y canas.

Mujeres atractivas y jóvenes a media luz, tragos de licor y música pegajosa esperaban por la clientela que pagaba bien con una moneda venezolana que era fuerte; la competencia entre locales se centraba en contar con las más atractivas damas de compañía, que entre copa y copa escuchaban, entre risas y picardía a los hombres, hasta que tranzaban el encuentro amoroso.

«Como ladrones de sombras, entrábamos buscando que una fantasía se haga realidad», seguía la canción de Yordano. Mientras que el licor corría a raudales, las mujeres «ligaban» con el cliente en ratos de placer, pagando primero, el que menos consumía pagaba 100 bolívares que para la época eran 0,16 céntimos de dólar, los dueños afanaban a las meseras para que el amor de turno fichara algunos tragos, con los que sumaban más a su ganancia nocturna, antes de empezar el viaje a la pieza.

Con la pérdida del valor del Bolívar, de la noche a la mañana estos locales fueron cerrando; las zonas»rojas» o de tolerancia ya no tenían el mismo movimiento nocturno.

La falta de efectivo y poco circulante ayudó a la quiebra del negocio. Las mujeres, también «olieron» que venían tiempos malos y empezaron a hacer maletas y buscar mejores sitios, formando parte de la estampida hacia el exterior, pues sólo una hora de amor está por el orden de los 17 millones de bolívares, que serían 4,16 dólares, que por la galopante hiperinflación pocos pueden pagar.

La llegada de la pandemia de la covid-19 aceleró la abrupta caída de los centros nocturnos que aún quedaban en pie, porque la imposición de casi un estado de sitio, obligó a muchos a cerrar ante las medidas impuestas, por ser de alto tránsito y focos propicios para la contaminación.

Lea el reportaje completo en La Prensa Táchira

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