El trágico destino de la expedición Franklin - 800Noticias
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La Expedición Franklin al Ártico ha pasado a la historia por seruno de los episodios más trágicos en la exploración polar. Esta empresa, que combinaba el interés cartográfico con los objetivos geopolíticos del Imperio Británico, resultó en la desaparición de la Erebus y la Terror, las dos naves de la expedición, así como de los 129 hombres que conformaban su tripulación.

El destino que había golpeado a estos exploradores en las heladas aguas del norte resultó incierto durante décadas. Investigaciones recientes, sin embargo, han consiguido desvelar los detalles de su desaparición. Esta es su increíble historia.

La preparación de la expedición Franklin

La expedición Franklin tenía como misión la búsqueda del Pasaje del Noroeste, una ruta marítima directa que evitase el largo y peligroso viaje alrededor de Sudamérica para alcanzar los territorios asiáticos. En el contexto de expansión imperial, la Marina Real Británica mostraba un particular interés en abrir ese Pasaje del Noroeste que le ayudaría a consolidar su posición como superpotencia marítima. Al mismo tiempo, la expedición buscaba cubrir los vacíos existentes en el conocimiento geográfico del área.

El itinerario de la Franklin preveía un viaje a través de la Bahía de Baffin y el Estrecho de Lancaster, la exploración de zonas mal conocidas como el Estrecho de Barrow y la Isla del Rey Guillermo para, a continuación, alcanzar el Pacífico a través del Estrecho de Bering. La lideraba Sir John Franklin, un oficial de la marina experto en la exploración polar que llevaba a sus espaldas varias expediciones al Ártico.

La experiencia de su capitán, el cuidado con el que se planificó y la tecnología de las dos naves hacían que se percibiese el éxito en el horizonte. Tanto la Erebus como la Terror, las naves elegidas para la empresa, se habían modificado para resistir las duras condiciones atmosféricas que dominaban el Ártico. Contaban con cascos reforzados en hierro y motores de vapor adicionales que debían facilitar la navegación a través de las aguas congeladas. Además, portaban suministros de víveres suficientes para alimentar a la tripulación durante tres años. ¿Qué podía salir mal?

La extraña desaparición de las naves

El 19 de mayo de 1845, la expedición zarpó del puerto de Greenhithe en Inglaterra. Aunque las primeras etapas del viaje transcurrieron sin ningún tipo de incidencia, el rastro de la expedición se perdió pasados unos meses de su partida. Las naves fueron avistadas por un ballenera, en la bahía de Baffin, durante el mes de julio de ese mismo año.

Siguieron dos años de silencio en el que las autoridades británicas esperaron recibir noticias de Franklin y su equipo, dado que sabían que la expedición estaba preparada para resistir largos períodos en el Ártico. Llegados a 1848, la esposa del capitán, Lady Jane Franklin, presionó al Almirantazgo Británico para que organizara una batida de búsqueda de Franklin y los suyos. Nadie estaba preparado para enfrentarse a lo que encontraron.

En 1850, se halló un campamento abandonado en la isla de Beechey que prporcionó las primeras pistas sobre el destino fatal que había soprendido a la expedición. Se encontraron latas de comida, objetos de uso cotidiano, tiendas de campaña y los cuerpos, preservados en el hielo, de tres miembros de la Franklin. Se trataba de las tumbas de William Braine, John Hartnell y John Torrington, fallecidos entre 1845 y 1846.

Este hallazgo supuso un antes y un después en las investigaciones sobre la desaparición de la Franklin. No solo confirmaba que algo terrible les había sucedido, sino que también permitió que los equipos de búsqueda centrasen sus operaciones en las áreas circundantes.

Con información de Muy Interesante

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