El sueño tecnicolor de Dalí regresa a Texas con excentricidad en miniatura
EFE
Salvador Dalí visitó Texas en los años 50 convertido ya en una figura de repercusión internacional, gracias al surrealismo que comenzó a consolidar en su mente dos décadas antes y que plasmó en piezas de pequeño tamaño que el Museo Meadows de Dallas rescata ahora para soñar de nuevo en tecnicolor.
El centro de arte abre hoy al público una exposición, hasta el 9 de diciembre, sobre la primera época surrealista del genio de Figueras, donde a través de cuadros de pequeño formato el espectador observará la obsesión del autor por los detalles y el simbolismo.
En 1952 Dalí acudió a Dallas para impartir una conferencia, organizada por la Southern Methodist University, sobre arte y misticismo en la que dejó, como no podía ser de otra manera, su original huella.
En una anécdota con el diario local Dallas Morning News, el artista declaró que estaba encantado con la luz de Texas porque le trasladaba a su tierra natal, y que, además, había tenido sueños en tecnicolor, «los mejores sueños porque son los menos habituales, ni siquiera ocurren en Nueva York».
El director del Museo Meadows, que está situado en el campus de dicha universidad texana, Mark Roglán, celebra «la vuelta a casa» del genio como una oportunidad «muy interesante» para descubrir una de la épocas más prolíficas de su carrera.
«Es un artista muy bien conocido por las imágenes de sus reproducciones en libros o en vídeos, pero cuando uno se acerca a ver sus cuadros quizás se sorprenderá con estas piezas delicadas, de una composición sofisticada y con un amor tan gran por el detalle en un espacio del tamaño de una postal», explicó Roglán a Efe.
«Dalí: Poética de lo pequeño» se compone, por tanto, de 21 cuadros elaborados entre 1929-1936 que no superan los 30 centímetros de dimensión en los que, sin embargo, el polifacético creador ya refleja la complejidad mental y la calidad técnica que le proporcionaron relevancia internacional.
El excéntrico autor se trasladó a principios de los años 20 a Madrid para comenzar sus estudios en la célebre Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, donde «bebió de los grandes maestros» como Velázquez o Goya y ahondó en su predilección por la escuela holandesa.
En especial, el pintor Johannes Vermeer fue la figura que fascinó a Dalí por la luz de sus obras y el formato pequeño de sus lienzos.
El director del Meadows remarca esta predilección y asegura que «todo este lenguaje», que empieza a emerger y se consolida en los años 30, lo hará suyo hasta su muerte en 1989.
«En la colección vemos a Gala, su gran amor y su musa que aparece en varias escenas; como el amor por lo pequeño, por piedrecitas, arena, una pequeña nube, un reloj, todo lo que es diminuto para él tiene una enorme importancia», matizó.
El primitivo período surrealista de Dalí está considerado como uno de los más originales y destacados técnicamente, con miradas perfectas, trazos sinuosos y repleto de elementos que parecen inconexos.
Roglán admite que «no es lo mismo» la respuesta del público ante un cuadro del tamaño del Guernica de Picasso, pero advierte de que las obras pequeñas también «nos obligan» a la observación para descubrir «poco a poco» más detalles que conforman su estructura.
La exposición comenzó a proyectarse tras la compra por parte del Meadows, museo inaugurado en 1965, de la pintura «L’homme poisson» (Hombre pez, 1930) y la petición al Departamento de Conservación del Kimbell Art Museum, de Fort Worth (Texas), de un análisis técnico de la pieza.
La radiografía de rayos X, la reflectología infrarroja y el análisis de pigmentos realizados en nueve pinturas de esta colección revelan trazos de la técnica y el proceso de trabajo del artista durante la década de 1930.
Una de las comisarias de la exposición, Shelley DeMaria detalló que, a través del estudio, no se encontró «una metodología concreta», sino varias diferentes, como en el «Hombre pez», donde hallaron figuras dibujadas en el lienzo que más tarde fueron tapadas con pintura y no forman parte de la composición final.
La comisaria admitió, en declaraciones a Efe, que fue un placer «tratar de entrar en la mente del artista» y estudiar este período concreto de su carrera porque es «el momento en el que alcanza una dimensión internacional».