El secreto de Maduro para mantenerse en el poder pese al derrumbe económico - 800Noticias
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En 2014 la economía venezolana ingresó al túnel de la recesión y desde entonces no deja de achicarse. Las proyecciones del Fondo Monetario Internacional (FMI) contemplan que en 2019 la reducción será de 35% con lo que en los últimos seis años el PIB real habrá caído 66%, una debacle equiparable a la sufrida por países en guerra y la mayor crisis en la historia contemporánea de América Latina.

Consultoras, bancos y organismos multilaterales esperan que en 2020 Venezuela continúe en el tobogán y la economía se reduzca nuevamente.
El último informe de Latin Focus señala que Goldman Sachs y UBS pronostican un declive de 10%, al igual que el FMI, mientras que Ecoanalítica, una de las principales consultoras del país, espera un descenso de 10,8%.

El descalabro ha hecho que la economía venezolana descienda en la clasificación por PIB a precios corrientes de América Latina y el Caribe desde el sexto al décimo lugar, mientras que el declive de la producción y la catastrófica devaluación de la moneda pulverizan sectores estratégicos.

La población de Venezuela triplica a la de República Dominicana, no obstante, la firma Global Scope precisa que al cierre de octubre el total de créditos del sistema financiero venezolano se ubicó en 295 millones de dólares, mientras que los bancos dominicanos gestionan créditos por 21.856 millones de dólares.

Aparte de la feroz devaluación de la moneda frente al dólar, en el raquitismo del crédito influye que el Gobierno obligó a las entidades financieras a disminuir los préstamos, ordenándoles en febrero de este año congelar como reservas la totalidad de los nuevos depósitos.

El recorte del crédito redujo el crecimiento de la cantidad de dinero y ayudó a frenar la inflación, pero a costa de profundizar la recesión.

El desequilibrio es de tal magnitud que, si bien la inflación ya no supera el millón por ciento anual, los precios aumentan a una tasa mensual de dos dígitos que desgasta la capacidad de compra del salario.

Las importaciones también se han visto disminuidas

El petróleo provee 90 de cada 100 dólares que ingresan al país y tras no ahorrar durante los años en que el barril se cotizó a niveles récord, no invertir para mantener la producción petrolera, endeudarse masivamente, malbaratar el dinero y perder el crédito internacional, la revolución Bolivariana se quedó sin suficientes dólares para soportar la economía.

A esta caótica administración se añadió el impacto de las sanciones de Estados Unidos que considera fraudulentas las elecciones en las que Nicolás Maduro se reeligió como presidente en 2018 y, entre otras medidas, suspendió sus compras de petróleo.

Economistas coinciden en que el monto de las importaciones es un termómetro esencial sobre el tamaño de la producción en Venezuela porque las empresas utilizan una gran cantidad de materia prima e insumos que compran en el exterior.

Ecoanalítica proyecta que las importaciones de bienes en 2019 serán 84% menos que las de 2013, el año previo al inicio de la recesión, y las cifras oficiales muestran que el comercio exterior de Venezuela se ha hecho insignificante.

De acuerdo con el boletín de comercio exterior de bienes en América Latina y el Caribe elaborado por la Cepal, tradicionalmente Venezuela ocupó el sexto lugar en cuanto a importaciones y, al cierre del primer trimestre de este año, cayó al puesto doce ubicándose por debajo de países que siempre superó como Perú, Ecuador, Costa Rica, Guatemala, República Dominicana y Panamá.

Durante el primer trimestre de 2019, último dato divulgado por el Banco Central de Venezuela, las importaciones de Venezuela sumaron 2.947 millones de dólares, mientras que, de acuerdo a la Cepal, las de Panamá sumaron 3.163 millones de dólares, Costa Rica 4.023 millones, Guatemala 4.771 millones, República Dominicana 4.791 millones, Ecuador 5.573 millones y Perú 10.297 millones.

Maduro se sostiene en el poder

A pesar del desplome de la economía, las sanciones de Estados Unidos y el surgimiento de un líder de la oposición, Juan Guaidó, reconocido como presidente interino por más de sesenta países, Maduro culmina el año en el poder y no hay señales de que pueda abandonarlo en el corto plazo.

Derrumbe económico, sanciones y poco respaldo internacional no han sido suficientes para su salida.
El mantra de la oposición repetido constantemente por Juan Guaidó: fin de la usurpación, gobierno de transición y elecciones libres comienza a evaporarse mientras que la oposición todavía no decide si participará en las elecciones parlamentarias previstas por la Constitución para diciembre de 2020.

Benigno Alarcón, presidente del Centro de Estudios Políticos de la Universidad Católica Andrés Bello explica que “hoy luce lejana la posibilidad de una transición a la democracia en Venezuela”.

Agrega que “ante la falta de acuerdos entre gobierno y oposición, el avance del proceso de autocratización y la posible exclusión de la oposición de los espacios institucionales a partir de la próxima elección parlamentaria es posible un escenario de mayor emigración y una escalada del conflicto interno con niveles de violencia no vistos hasta ahora”.

Nicolás Maduro derrumbó la economía, pero ha contado con el apoyo de las Fuerzas Armadas, una oposición debilitada por divisiones internas y un manejo de la economía que lo ha ayudado a sostenerse en el poder.

La economía del autócrata

La Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR) sostiene que 4,6 millones de venezolanos han abandonado el país, un éxodo que para el gobierno ha significado menos posibilidades de protestas y el envío de remesas en un monto nada despreciable para una economía arrasada.

“Las remesas, a nivel agregado, son cada vez más representativas en el entorno económico. Para este año, calculamos las remesas en aproximadamente 3.500 millones de dólares y seguirán en ascenso durante 2020”, dice Ecoanalítica.

Las divisas provenientes de las remesas y la porción de la población con ahorros e ingresos en dólares se han combinado con la pérdida de confianza en la moneda para impulsar una dolarización de facto, donde el dólar gana terreno como referencia para la fijación de precios y medio de pago.

Especial de EP Mundo 

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