El Papa denuncia la política que culpa a los inmigrantes de todos los males - 800Noticias
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EFE

El papa Francisco advierte contra el auge de los nacionalismos y de una política que culpa «a los inmigrantes de todos los males y priva a los pobres de la esperanza», en su mensaje para la Jornada de la Paz que fue publicado este martes.

El mensaje de esta Jornada, que la Iglesia celebra cada 1 de enero, lleva este año el título: «La buena política está al servicio de la paz».

Francisco denuncia que «vivimos en estos tiempos en un clima de desconfianza que echa sus raíces en el miedo al otro o al extraño, en la ansiedad de perder beneficios personales».

Y que esto, «lamentablemente, se manifiesta también a nivel político, a través de actitudes de clausura o nacionalismos que ponen en cuestión la fraternidad que tanto necesita nuestro mundo globalizado».

El pontífice recuerda en este mensaje, al que se hará referencia en la misa de Año Nuevo, que «el terror ejercido sobre las personas más vulnerables» está provocando «el exilio de poblaciones enteras en busca de una tierra de paz».

Y ante esta situación, asevera, «no son aceptables los discursos políticos que tienden a culpabilizar a los migrantes de todos los males y a privar a los pobres de la esperanza».

Porque la paz, agrega, «se basa en el respeto de cada persona, independientemente de su historia, en el respeto del derecho y del bien común, de la creación que nos ha sido confiada y de la riqueza moral transmitida por las generaciones pasadas».

El papa menciona de modo particular el drama de los niños «que viven en las zonas de conflicto, y a todos los que se esfuerzan para que sus vidas y sus derechos sean protegidos», y lamenta que «en el mundo, uno de cada seis niños sufre a causa de la violencia de la guerra y de sus consecuencias».

Francisco asegura que la política «es un vehículo fundamental para edificar la ciudadanía y la actividad del hombre», pero que «cuando los que la realizan no la viven como un servicio a la comunidad, puede convertirse en un instrumento de opresión, marginación e incluso de destrucción».

La función y la responsabilidad política para Francisco es «trabajar a fin de crear las condiciones para un futuro digno y justo».

La buena política, destaca, «está al servicio de la paz; respeta y promueve los derechos humanos fundamentales, que son igualmente deberes recíprocos, de modo que se cree entre las generaciones presentes y futuras un vínculo de confianza y gratitud».

Francisco clama contra los «vicios» de la política, que acaban con «el ideal de una democracia auténtica» y son «la vergüenza de la vida pública y ponen en peligro la paz social».

Y los señala en la «corrupción», «el enriquecimiento ilegal», «la justificación del poder mediante la fuerza o con el pretexto arbitrario de la razón de Estado» o «la tendencia a perpetuarse en el poder», «la xenofobia y el racismo», «la explotación ilimitada de los recursos naturales» o «el desprecio de los que se han visto obligados a ir al exilio», entre otros.

Concluye Francisco que la paz, «en efecto, es fruto de un gran proyecto político que se funda en la responsabilidad recíproca y la interdependencia de los seres humanos, pero es también un desafío que exige ser acogido día tras día».

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