El Papa denuncia «el infierno» que los migrantes padecen en Libia - 800Noticias
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EFE

El papa Francisco denunció hoy «el infierno» que los migrantes viven en Libia antes de zarpar hacia las costas europeas, durante una misa en la que conmemoró el séptimo aniversario de su viaje a la isla italiana de Lampedusa (sur).

«Ustedes no imaginan el infierno que se vive allí, en esos campos de detención. Esta gente solo venía con una esperanza, cruzar el mar», denunció el pontífice durante su homilía en la capilla de su residencia, la Casa Santa Marta, ante unos pocos trabajadores del Vaticano separados para evitar contagios de coronavirus.

Francisco ofició esta ceremonia para recordar su primer viaje como papa en julio de 2013, a la isla de Lampedusa, símbolo de la crisis migratoria por estar enclavada en el medio de la peligrosa ruta del Mediterráneo central, tantas veces escenario de naufragios.

Durante aquella visita, el papa escuchó los testimonios de algunos migrantes y recordó el caso de uno que se alargaba mucho contando su historia mientras el traductor se la ofrecía resumida.

Después el papa conoció a una mujer que conocía esa lengua africana y le confesó que el traductor no le había transmitido «ni la cuarta parte de las torturas y sufrimientos» que el migrante le estaba confesando.

«Me dieron la versión destilada. Esto sucede hoy con Libia, nos dan una versión destilada, de la guerra», sostuvo.

El papa en su homilía de hoy invitó a sus fieles a pensar en la situación de los migrantes en Libia.

«Todos deberíamos tenerlo como punto fundamental de nuestro examen diario de conciencia. Pienso en Libia, en los campos de detención, los abusos y la violencia que sufren los migrantes, en los viajes de esperanza, en los rescates y en los rechazos», instó.

Su homilía se basó en la lectura del profeta Oseas, que describió a Israel como «un pueblo extraviado, que había perdido de vista la Tierra prometida y deambulaba por el desierto de la iniquidad».

Un pecado, sostuvo, del cual los cristianos de la actualidad tampoco están exentos.

«La cultura del bienestar nos lleva a pensar en nosotros mismos, nos hace insensibles al grito de los otros, nos hace vivir en pompas de jabón, que son bonitas, pero no son nada, son la ilusión de lo fútil, de lo provisional, que lleva a la indiferencia hacia los otros, o mejor, lleva a la globalización de la indiferencia», dijo, parafraseando su homilía en Lampedusa.

El papa insistió en que «el encuentro con el otro», por ejemplo quien huye de la guerra y de la miseria, «es también un encuentro con Cristo».

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