El Papa advierte de las «gangrenas» de la intolerancia - 800Noticias
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EFE/foto referencial

El papa Francisco advirtió este domingo de la «lepra del alma» o la «insensibilidad a la compasión» y de «la gangrena de la intolerancia», durante la canonización de la primera santa argentina, ante el presidente de ese país, Javier Milei.

Francisco presidió hoy en la basílica de San Pedro la canonización de la laica consagrada María Antonia de San José de Paz y Figueroa, conocida como «Mama Antula», y en su homilía recordó el pasaje en el que Jesús de Nazaret tocó y sanó a un leproso, que representa en el mundo actual a los marginados y más vulnerables de la sociedad.

«No pensemos que son solo cosas del pasado ¡Cuántas personas que sufren encontramos en las aceras de nuestras ciudades! ¡Y cuántos miedos, prejuicios e incoherencias, aun entre los que creen y se profesan cristianos, contribuyen a herirlas aún más! También en nuestro tiempo hay tanta marginación, hay barreras que derribar, ‘lepras’ que sanar», sostuvo.

En este sentido, el pontífice argentino llamó a «tocar» a esas personas que sufren y a no «reducir el mundo en -dijo- los recintos de nuestro ‘estar bien'».

«En estos casos tengamos cuidado, porque el diagnóstico es claro: se trata de ‘lepra del alma’; una enfermedad que nos hace insensibles al amor, a la compasión, que nos destruye por medio de las ‘gangrenas’ del egoísmo, del prejuicio, de la indiferencia y de la intolerancia», avisó.

El papa recomendó seguir a Jesús «tocando y sanando» esas llagas pero sin «formas grandiosas y espectaculares» sino con «la caridad escondida de cada día», que «vive en la familia, en el trabajo, en la parroquia, en la escuela, en la calle, en las oficinas o en los negocios».

«Esa caridad que no busca publicidad y no tienen necesidad de aplausos», apuntó.

Francisco pronunció esta homilía tras proclamar la primera santa de Argentina, «Mama Antula» (1730-1799), a quien se reconoce una ardua labor espiritual y social en aquellas tierras por entonces parte de España y donde fundó la Santa Casa de Ejercicios Espirituales, actualmente un monumento histórico del país.

A la misa de canonización asistió el presidente argentino, Javier Milei, quien durante la campaña tildó al Papa de «representante del maligno en la tierra», entre otras cosas, aunque tras su llegada a la Casa Rosada ha rebajado el tono.

Esta mañana estaba previsto un breve y protocolario saludo entre ambos en la sacristía vaticana, mientras que mañana mantendrán una audiencia privada en el Palacio Apostólico.

El pontífice argentino ensalzó en su homilía la figura de la nueva santa que se encargó de mantener vivo el legado de los jesuitas -la orden de Bergoglio- en territorios que hoy corresponden a Argentina (su independencia se produjo en 1816) tras su expulsión a mediados del siglo XVIII por orden del rey Carlos III.

«Cuando los jesuitas fueron expulsados el Espíritu encendió en ella una llama misionera basada en la confianza en la providencia y en la perseverancia», dijo.

Asimismo destacó que fue ella quien introdujo en Argentina la devoción y las primeras imágenes de San Cayetano de Thiene.

«Gracias a ‘Mama Antula’ este santo intercesor de la Divina Providencia se hizo camino en las casas, barrios, transportes, negocios, fábricas y en el corazón para ofrecer una vida digna a través del trabajo, la justicia y el pan cotidiano», terminó.

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