El Niño seca las fuentes de agua potable en el norte de Colombia
EFE / Foto referencial
En Campo de la Cruz, Manatí, Suan y otros pueblos del departamento colombiano del Atlántico, los cuerpos de agua que dependen del río Magdalena, el más importante del país, están casi secos y el agua potable empieza a faltar debido a la intensa sequía causada por el fenómeno de El Niño.
Lucio Ávila, un campesino de 45 años que toda su vida ha trabajado en fincas ubicadas en el distrito de riego de Manatí, observa con preocupación que cada día los niveles del Magdalena y del Canal del Dique siguen bajando y la tierra de la que vive está cada vez más seca.
«Bajo, bajo, el nivel está bastante bajo. En años anteriores el Canal del Dique apenas comenzaba a bajar para este tiempo y hoy apenas estamos empezando febrero y mira por donde va», dice a EFE preocupado por la escasez de agua en una zona en la que sus habitantes viven de la agricultura y la ganadería, actividades que hoy no son productivas.
Lucha por el agua potable
A menos de 10 kilómetros de allí, en la bocatoma del acueducto de Campo de la Cruz, pueblo que se abastece del río Magdalena, trabajadores con maquinaria pesada rompen la tierra para hacer un canal que lleve agua a los 24.000 habitantes del pueblo que literalmente se mueren de sed.
La situación es tan dramática debido a la merma casi total del caudal de uno de los brazos del río Magdalena que la alcaldesa de Campo de la Cruz, Vanesa Torres, declaró el estado de ‘calamidad pública’ para atender la emergencia.
«Por el momento, con los trabajos que se están adelantando hay una solución provisional al tema de suministro a Campo de la Cruz, pero si el nivel del río Magdalena sigue bajando al ritmo que lleva, en dos semanas ya no tendríamos agua», explica a EFE el secretario de Planeación de ese municipio, Lewis Rafael Valencia.
En la explanada en la que se convirtió un brazo del río, el operario de una excavadora retira arena para tratar de conectarlo nuevamente con el cauce principal y hacer un trasvase para que el agua vuelva a correr.
«El río se retiró y la barcaza en donde está el sistema de captación quedó sobre lodo y no había manera de enviar agua potable a Campo de la Cruz y el corregimiento de Bohórquez», explicó Valencia.
Según el funcionario, la falta de lluvias también ha provocado incendios forestales que han quemado unas 14 hectáreas.
«Este punto de Campo de la Cruz es el más crítico, vamos a garantizar que no haya desabastecimiento total ni en la cabecera municipal, ni en el corregimiento de Bohórquez», manifestó el gobernador del Atlántico, Eduardo Verano de la Rosa, en una visita que hizo al pueblo el miércoles.
Bajo nivel del río
Según la estación de monitoreo del Instituto Nacional de Hidrología Meteorología y Estudios Ambientales (Ideam), en el punto donde nace el Canal del Dique, los niveles del Magdalena han descendido desde noviembre pasado más de cuatro metros, lo que supone un problema muy grave para los acueductos que se surten del río.
Ese panorama se repite en varias partes del país pero se torna más grave en los pueblos del sur del Atlántico, que tienen una estrecha relación con el Magdalena, ya próximo a su desembocadura, y con el Canal del Dique.
«Al momento, 233 municipios de 16 departamentos presentan desabastecimiento de agua potable. De estos, 16 ya tienen racionamiento del líquido y hay 602 más con susceptibilidad de sufrir afectaciones», advirtió la Unidad Nacional de Gestión de Riesgo de Desastres (UNGRD).
Karolai Calvo, alcaldesa de Suan, otra población a orillas del río Magdalena, explica que aunque con el acueducto tomaron acciones preventivas «que nos permiten funcionar adecuadamente, en el sector rural hay serios problemas porque los cultivos se están afectando por la falta de agua».
Calvo se refirió a la necesidad de apoyo para el suministro de agua potable a zonas rurales que no cuentan con abastecimiento, en especial a los distritos de riego de Santa Lucía y Suan.
Desde el atracadero de lanchas de Suan, algunos habitantes observan un planchón cargado con siete camiones que pasa por el río con dificultad debido al bajo nivel del agua, que hace seis meses estaba por encima de los seis metros y hoy tiene una profundidad de solo 1,97 metros.
Los habitantes no dejan de comparar esta situación con la de hace casi 14 años cuando esa región de mil kilómetros cuadrados ubicada entre el río Magdalena y el Canal del Dique, en la que viven cerca de 120.000 personas, fue arrasada por las inundaciones causadas por el fenómeno de La Niña, opuesto al de El Niño, que ahora amenaza con matarlos de sed. EFE
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