El museo Reina Sofía recoge la sensibilidad homoerótica de Picasso
EFE/FotoReferencial
El año 1906 fue el de la transformación de Pablo Picasso y el de su primera aportación a la modernidad del arte, una etapa decisiva no reconocida hasta la actualidad a la que el Museo Reina Sofía dedica una importante exposición en la que se recoge la sensibilidad homoerótica del artista.
«Picasso 1906. La gran transformación» es el título de esta exposición, que inaugurarán mañana martes los reyes, con la que se cierra el programa oficial de exposiciones internacionales de la conmemoración del 50 aniversario de la muerte de Pablo Picasso (1881-1973), una muestra comisariada por Eugenio Carmona y que reúne más de 120 obras procedentes de colecciones privadas y museos como el Moma, el MET o el Guggenheim de Nueva York, el Louvre o el Prado, entre otros.
El de 1906 es «un Picasso renacido y vitalista, que deja marchar la herencia del simbolismo decadente», ha explicado este lunes Eugenio Carmona en la presentación de la muestra, un acto en el que ha estado acompañado por el director del Museo Reina Sofía, Manuel Segade, y Carlos Alberdi, comisionado español para la conmemoración del 50 aniversario de la muerte de Pablo Picasso.
La exposición pretende una relectura del artista y renovar los criterios sobre el papel clave que jugó Picasso (1881-1973) en la creación del arte moderno ya que es habitual la consideración de que su principal contribución en este sentido fue ‘Las señoritas de Avignon’ en 1907 y ver la producción del año anterior como un prólogo a esta obra o un epílogo al período rosa.
«Se ha exagerado ‘Las señoritas de Avignon’ con respecto a su aportación a la modernidad», ha señalado el comisario, cuando 1906 no fue un año más en la producción de Picasso.
Fue precisamente en ese año cuando transformó el concepto de «desnudo» por el de «cuerpo» y dio un papel relevante al masculino.
Por primera vez en la obra de Picasso la presencia del homoerotismo es decisiva y las pinturas que pueden verse en la exposición están llenas de «vitalismo estético» y de una relación con el cuerpo con «amabilidad erótica», ha indicado el comisario, que ha recalcado que en esa época la relación del artista con los gais que asumen su condición «no es anecdótica, es categoría».
Entonces y posteriormente en otras épocas, Picasso convierte las figuras masculinas en femeninas y viceversa «en un abrir y cerrar de ojos», lo que muestra que «el género fluido» está en el artista.
Aunque el desnudo estuvo presente en la obra de Picasso desde el principio, en 1906 compuso 450 de ellos, tanto masculinos como femeninos, entre ellos el «Desnudo con las manos cruzadas», los de niños y adolescentes como el de «Los dos hermanos», trabajos donde el artista erotizó los cuerpos masculinos.
La transculturalidad es otro de los rasgos presente en esta exposición dedicada a ese año transformador del artista, que realizó también entonces una relectura de la historia del arte a través de El Greco, Corot y Cezanne, y asimiló ya el denominado «arte negre», una relación que se muestra en el Reina con una selección de piezas procedentes de diferentes períodos del arte europeo y africano.
Una de las salas de la exposición está dedicada a las obras realizadas en la localidad del pirineo leridano de Gósol, donde Picasso residió entre mayo y agosto de 1906, con figuras de aldeanos en las que ya hay un acercamiento a las formas cúbicas y donde ensaya la representación del rostro como una máscara.
Allí estuvo con Fernande Olivier, cuyo verdadero nombre era Amelie Lang, su compañera entre 1904 y 1906, y sobre la que realizó pinturas de desnudos y experimentó diferentes lenguajes plásticos, además de esculturas primitivistas.
En Gósol comenzó su ‘Desnudo con manos juntas’, prestada a la exposición por el Museo de Arte Moderno de Nueva York, una pintura que marca la nueva vía hacia el arte moderno pues supone el gran giro picassiano y su punto de partida hacia el cubismo.
La muestra incluye también el ‘Retrato de Gertrude Stein’, amiga y mecenas de Picasso que inició antes de partir a Gósol y que acabó en París con una variación que supuso un salto cualitativo en la historia del arte, al introducir el «rostro-máscara». EFE
Únete a nuestro canal de Telegram, información sin censura: https://t.me/canal800noticias