El lujoso viaje de placer de “Nicolasito” a Tailandia
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Un atildado chofer con traje negro, camisa blanca, corbata al tono y guantes lo aguardaba en el aeropuerto. Sostenía en sus manos un cartel con las iniciales bien visibles de su cliente.
El conductor pertenecía a la exclusiva empresa de transportes The Oriental Trans and Car Service Co., un servicio súper VIP que en su flota sólo cuenta con unidades alemanas último modelo.
«Hombre precavido»
Nicolás Ernesto Maduro Guerra, llevaba una mascarilla de máxima protección KN95 para evitar contagiarse COVID-19. Inclinó brevemente su cabeza en un ademán que pareció de educación y acompañó al silencioso conductor hasta la puerta del Mercedes Benz Vito, un vehículo tipo furgón acondicionado por la compañía para trasladar sólo a tres pasajeros. Sería más que suficiente para el hijo del dictador venezolano que arribó a Bangkok, Tailandia, en soledad y sigilo, semanas atrás.
Desde la capital tailandesa, Nicolasito se movió a una de las más exclusivas playas de Tailandia. Disfrutó del mar, de la arena. de la noche. Pero esta vez, el hijo de Nicolás Maduro, prefirió no mostrar su vida en redes sociales, pese a ser un gran productor de contenido en Instagram. Entre el viernes 25 de febrero y el sábado 5 de marzo, el joven diputado por el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) -y a quien su padre impulsa como heredero político- prefirió mantener un perfil bajo y descansar. Lejos. Bien lejos. A un lugar donde no pudiera ser increpado por alguno de los más de seis millones de venezolanos -de acuerdo a cifras de ACNUR- que debieron abandonar el país empujados por hambre y falta de libertades.
Era de esperar que el joven diputado -y representante del Palacio de Miraflores ante la oposición durante las conversaciones en México de 2021- no quisiera hacer gala de su tour y prefiriera mantenerlo en secreto. En los últimos seis años y medio -aconsejado y aleccionado- aprendió el arte de la discreción. Le costó, eso sí. Es por eso que será difícil verlo nuevamente cantar y bailar despreocupado en una fiesta mientras le llueven dólares sobre la cabeza, como hiciera en 2015, en la boda del empresario sirio José Zalt Hazim. Ese video de despilfarro explícito representó una de las mayores vergüenzas de los Maduro en tiempos en los que miles de familias venezolanas comenzaban a desmembrarse y a despedirse para siempre.