El lado desconocido de Curly, el “Chiflado”
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Curly Howard es, sin dudas, uno de los personajes más queridos de las series que trascendieron generaciones. En blanco y negro, con chistes y escenas desopilantes, Los tres chiflados (The Three Stooges) aparecieron en la pantalla estadounidense en 1923, pero en 1934 se incorporó Jerome Lester Horwitz para darle vida al hombre calvo que recibía constantes golpes (no siempre actuados) por parte de Moe o Moses, su hermano mayor en la vida real.
El querido Curly fue parte del trío comediante hasta 1946, cuando la etapa más oscura llegó a su vida: un accidente cerebrovascular grave lo dejó incapacitado para seguir actuando y fue reemplazado por su hermano Samuel Horwitz (Shemp Howard en la tira cómica). Al año siguiente, fue diagnosticado con hipertensión, hemorragia retinal y obesidad, cuadro general que seguía agravando su estado de salud hasta que, en 1949, sufrió el segundo derrame cerebral y al poco tiempo tuvo pequeños ACV, por lo que debió ser internado de urgencia en el Hospital Cedars Of Lebanon en Hollywood. Murió el 18 de enero de 1952 con 48 años.
Curly, el proteccionista
El apodo se debe a que Jerome tenía la cabeza llena de rulos, los que rapó para encajar con las características del personaje que lo inmortalizó junto a sus hermanos.
Respetando ese deseo, Columbia aceptó, pero pidiéndole que no fueran más de dos cada día de grabación porque, sobre todo los cachorros, hacían de las suyas en el set: aparecían en medio del rodaje y se convertían en parte de las escenas que finalmente eran emitidas al aire, manteniendo así la frescura del momento. Los fanáticos de la serie recuerdan, sobre todo en los grupos que reviven las series de antaño, como cada tanto se veían “invasiones sorpresa de perros en los primeros capítulos del programa”.
Había nacido el 22 de octubre de 1903 en Brooklyn, Nueva York, y que fue el quinto y último hijo de la familia Horwitz, motivo que le hizo ganar el apodo familiar “Babe”; tenía ascendencia levita y lituana judía. Con los años, cuando su melena rubia rizada comenzaba a llamar la atención (casi al tiempo en que su hermano se casara con una mujer llamada Babe), el apodo cambió a Curly (palabra en ingles que significa rizos) y hasta se le pidió que lo mantuviera para el personaje que lo consagró.
En el escenario, creó una serie de reacciones y expresiones (y sonidos onomatopéyicos) que el resto del elenco debió comprender además de copiar: “N’yuk, n’yuk, n’yuk”, lo usaba cuando se reía de sus propias ocurrencias; “Woo, woo, woo”, lo usaban para mostrarse asustado, cuando cortejaba alguna dama o cuando huía de un peligro; “N’yahh!”, expresión de miedo que los demás Chiflados siguieron usando luego de que Curly dejó el ciclo. Finalmente, “Ruff, ruff”, como no podía ser de otra manera, inventó un ladrido de perro.
Hasta en esa expresión que usó para darse valor y antes de terminar una escena, Curly quiso homenajear a sus amados perros, a quienes no dudaba en proteger. Cuando el grupo salía de gira por distintas ciudades, le bastaba pasar por cualquier sitio y ver a uno solo y desamparado para frenar, acercarse, tomarlo entre sus brazos y seguir camino con el animal encima.
Aunque nadie lo escribió en su biografía, no sería extraño que le conversara en el camino. Al menos, sus conocidos contaron en distintas entrevistas tras su muerte que además de llevarlo a su casa y mantenerlo a salvo hasta encontrarle una familia, cuando lo lograba lo visitaba. Actualmente, a eso se le llama seguimiento de la adopción.
Se estima que fueron 5 mil los perros a los que Curly, salvó y les cambió la vida. Sin dudas, fue uno de los primeros rescatistas del siglo pasado. En su hogar convivía con dos perros de raza Collies, un Cocker Spaniels, algunos Schnauzers miniatura y un Boxer.
En el libro “Curly: An Illustrated biography of the Superstooge”, de Joan Howard Maurer (la hija de Moe Howard), cuenta sobre el carácter de esos perros, a los que califica como “los engreídos del tío”. “Algunos ladraban hasta el cansancio, otros eran ariscos, pero todos eran perros de un solo dueño y amaban únicamente a Curly. Para Curly, sus compañeros caninos no le pedían mucho, siempre eran afectuosos, costaba muy poco dinero cuidarlos y eran leales para siempre”.
En una entrevista su exesposa Elaine Ackerman (con quien se casó en segunda nupcias el 7 de junio de 1937) recordó un triste momento en la vida del actor, incomprendido por su familia: “Teníamos un perrito, era cachorro, y él estaba loco por ese perro, amaba a todos, pero era loco por ese. En un momento, recuerdo muy bien ese día, salió conmigo a dar un paseo y cuando vio a Curly venir caminando fue corriendo hacia él, pero cruzó delante de un coche y lo mataron delante de nosotros”.
Curly corrió desesperado hacia el animal del cual la mujer no cuenta el nombre y, relata la situación algo risueña. “Yo no quería volver a casa porque él estaba muy enojado, molesto, se había puesto realmente muy mal”, revela. El genial actor no pudo levantar solo al animal y le pidió ayuda a su hermano para hacerlo, quien sin comprender el amor que sentía por sus perros, le sugirió que buscara otro…
De ese matrimonio nació Marilyn, la primera hija de Curly, pero la pareja se divorció el 11 de julio de 1940. El 17 de octubre de 1945 se casó con Marion Buxbaum, de quien se divorció después de tres meses, el 14 de enero de 1946, hecho que la prensa del momento le dio una gran cobertura porque debieron pasar por los tribunales. Tras esa separación, la salud del también guionista comenzó a decaer.
El hombre agobiado
A sus 30 años, Curly se había convertido en la estrella indiscutida del programa con mayor audiencia. Su personalidad, sus gestos, expresiones y el desborde de carisma, además de los actos acrobáticos, pronto lo convirtieron en el favorito de la audiencia. Su espontaneidad innata, porque no tuvo formación actoral, traspasaba las pantallas.
De eso dieron cuenta los directores que no dudaron en llenarlo de elogios al enfatizar que los libretos en las escenas de Curly prácticamente no existían porque él “simplemente improvisaba y cambiaba el argumento del libreto, por falta de memoria”. Entre las clásicas rutinas, los objetos que volaban por los aires, como tortas, herramientas, utensilios —con los que también se golpeaban— eran usadas a su libre albedrio para lograr escenas en las que él dejaba salir su ingenio.
Su propio hermano Moe recordó que Curly solía olvidar sus líneas y repasó un momento muy particular: en una escena se olvidó por completo que debía decir y se titó al suelo, empezó a girar como un trompo hasta que, finalmente, recordó el diálogo.
Pero, detrás de cámara era una persona introvertida que raramente socializaba con la gente excepto que sus hermanos estuvieran cerca.
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