El independentismo se moviliza en Barcelona por la libertad de sus políticos
EFE
Miles de personas marcharon este martes por el centro de Barcelona (noreste de España), en la fiesta oficial de la región española de Cataluña, para exigir la «libertad» de los independentistas catalanes en prisión provisional por su participación en el proceso soberanista inconstitucional de 2017 y el regreso de los que huyeron de la Justicia española al extranjero.
Un año más, con motivo de la Diada (nombre con el que se conoce esa festividad), los independentistas se movilizaron multitudinariamente portando banderas secesionistas y lazos amarillos (símbolo con el que solicitan la libertad de los políticos presos), convocados por la organización Asamblea Nacional de Cataluña (ANC), cuyo expresidente, Jordi Sánchez, es uno de los encarcelados.
Según la ANC, 460.000 personas se habían inscrito para esta movilización bajo el lema «Hagamos la República Catalana», aunque la Guardia Urbana elevó ese dato a un millón de personas, cifra idéntica a la que ofreció el año pasado.
Los gritos de «independencia», «libertad presos políticos», «ni un paso atrás» o «aquí empieza nuestra independencia» fueron coreados por los asistentes a lo largo de todo el recorrido, que concluyó con lectura de manifiestos y la lectura de una carta escrita desde prisión por el exvicepresidente del Gobierno regional catalán Oriol Junqueras.
El actual presidente, el independentista Joaquim Torra, acudió junto a sus consejeros a la marcha, que pretende ser la primera de una serie de movilizaciones que el soberanismo prepara para los próximos meses, a la espera de que antes de final de año sean juzgados los dirigentes encarcelados.
También asistieron familiares de esos dirigentes y de los que se encuentran huidos de la Justicia española en otras ciudades de Europa.
Horas antes, en un acto institucional, presidido por Torra, se evidenció la división entre fuerzas secesionistas y favorables a la unidad de España -que no asistieron al acto- y las tensiones entre las autoridades catalanas y las españolas, un año después de que el Parlamento regional aprobase sendas leyes para el ilegal referéndum de «autodeterminación» del 1 de octubre de 2017 y la fundación de la «república catalana».
El vicepresidente del gobierno catalán, el independentista Pere Aragonès, puso hoy como condición la libertad de «todos los presos políticos» y el «libre retorno de los exiliados» con vistas a un diálogo «sincero y honesto» y una «negociación» con el Ejecutivo español, que preside el socialista Pedro Sánchez.
«Las dos partes deben estar en igualdad de condiciones en la mesa», argumentó tras participar en la tradicional ofrenda floral en Barcelona al líder catalán Rafael Casanova (1660-1743).
Sánchez, a su vez, reclamó en Twitter «convivencia, respeto, diálogo y entendimiento», en la confianza de que hoy sea un día de «celebración y orgullo por una cultura, una lengua y una historia que une a todos los catalanes y catalanas».
A los actos institucionales asistieron también el presidente del Parlamento autonómico catalán, el independentista Roger Torrent y la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, que denunció la «ausencia» de los encarcelados, así como parientes de varios de ellos.
El acto discurrió frente a la sede del gobierno regional catalán con una escenografía que simbolizaba un bosque quemado y entre gritos a favor de la independencia.
En la celebración se leyeron frases sobre la libertad escritas por los presos independentistas, se escucharon grabaciones de los que permanecen huidos en el extranjero, como el expresidente catalán Carles Puigdemont, con actuaciones musicales en torno al mismo tema.
Por su parte, la líder de Ciudadanos (liberales), principal partido de la oposición en Cataluña, Inés Arrimadas, aseguró que la celebración institucional de la Diada es una «muestra de la no normalidad», ya que los actos organizados por el gobierno catalán «excluyen a más de la mitad de los catalanes», es decir, los contrarios a la independencia.
En la Diada, Cataluña conmemora la derrota militar que el 11 de septiembre de 1714 sufrieron las fuerzas catalanas que apoyaron al archiduque Carlos de Austria durante la Guerra de Sucesión al trono de España, frente a las de Felipe V de Anjou, quien finalmente se impuso, y fue el primer Borbón de esta casa reinante en el país.