El increíble recorrido de un reloj robado por los nazis en 1942
Agencias
Después de casi 80 años, un reloj que fue robado por un soldado nazi durante la Segunda Guerra Mundial, se perdió en un maizal y posteriormente fue escondido dentro de otro reloj de una granja de Bélgica, ha sido devuelto a los nietos de su fabricante.
Y todavía funciona
«Creo que es muy hermoso y notable que todo esto haya confluido», dijo Richard van Ameijden, nieto del relojero. «Fue totalmente inesperado».
El reloj de bolsillo fue fabricado en 1910 por Alfred Overstrijd, un judío de la ciudad holandesa de Rotterdam que en ese momento era aprendiz de relojero. Lo hizo como regalo para su hermano Louis cuando este cumplió 18 años. Una inscripción en el reverso del reloj incluye el nombre de Overstrijd y el lugar y la hora en que se fabricó, así como el hecho de que estaba destinado a su hermano.
En 1942, Louis Overstrijd fue detenido por los nazis, momento en el que es probable que un soldado le quitara el reloj o lo tomara de su casa, según Rob Snijders, historiador holandés especializado en historia judía. Los dos hermanos Overstrijd finalmente fueron enviados al campo de concentración de Auschwitz y no sobrevivieron al Holocausto.
Una foto sin fecha proporcionada por Pieter Janssens muestra un reloj que fue tomado por un soldado nazi durante la Segunda Guerra Mundial. Foto: Pieter Janssens vía The New York Times
Para van Ameijden, el recuperar el reloj de su abuelo fue alentador, pero también fue una dura toma de conciencia sobre las atrocidades que aún ocurren.
«Cuando miro el reloj, en parte me conmueve porque ahora también hay una guerra», dijo van Ameijden, refiriéndose a la reciente invasión rusa de Ucrania. «Imagino que los niños y las personas mayores que duermen en las estaciones de subte de una Mariupol bombardeada están aferrados a sus pertenencias. Pienso en eso cuando veo este reloj».
El baño en el maizal
No se sabe claramente cómo pasó el reloj de manos de Louis Overstrijd en Rotterdam hasta un campo de maíz en la parte flamenca de Bélgica, pero Snijders ha reconstruido el viaje.
Durante la guerra, los habitantes de Bélgica y los Países Bajos se vieron obligados a alojar a los soldados nazis. Un agricultor belga llamado Gustave Janssens alojó a tres soldados y, descontento con la situación, los obligó a utilizar un maizal vecino como baño. Es probable que el reloj se cayera del bolsillo de uno de los soldados allí, dijo Snijders.
Cuando Janssens encontró el reloj, debió de fijarse en el nombre holandés del reverso y pensó que el soldado lo había robado, explicó Snijders. En lugar de devolverlo, el agricultor lo escondió dentro de un reloj de su casa. Y allí permaneció durante los siguientes 80 años.
Hace poco ese establecimiento rural de Bélgica se vendió y los miembros de la familia de Janssens revisaron las pertenencias, dijo Pieter Janssens, nieto del propietario. Por casualidad, dijo, la familia encontró el reloj de bolsillo fabricado en 1910 con la inscripción en el reverso.
Luego envió un correo electrónico a Snijders para tratar de rastrear al dueño original del reloj.
Este tipo de pedidos pueden ser difíciles, dijo Snijders. «Es algo muy complejo; la mayoría de las veces no da resultado», dijo. «Puede llevar años».
Encontrar restos de la historia judía en Rotterdam es difícil. En mayo de 1940, Alemania bombardeó la ciudad, arrasando el centro, matando a 1.150 personas y destruyendo 24.000 hogares. En el conjunto de los Países Bajos, cerca del 75% de la población judía murió en el Holocausto.
Aun así, Snijders publicó en las redes sociales detalles de la historia del reloj esperando tener suerte.
En 24 horas, Snijders recibió la información de que el relojero Alfred Overstrijd había tenido una hija que sobrevivió a la guerra y a su vez tenía tres hijos que vivían en los Países Bajos. (Louis Overstrijd, el dueño del reloj, no había tenido hijos.)
Más tarde, Snijders encontró a van Ameijden, uno de los tres nietos del relojero, en LinkedIn. Organizó una reunión entre los descendientes del agricultor y el relojero, durante la cual se devolvió oficialmente el reloj. «Hubo lágrimas, las vi», reveló Snijders, que asistió a la reunión de dos horas este mes en Rotterdam, de la que informó anteriormente Radio Rijnmond, una radio holandesa.
Van Ameijden dijo que él y sus hermanas compartirían la posesión del reloj por el momento y que lamentaban que su madre no estuviera viva para ver la reliquia de su padre, con quien había sido muy unida.
Van Ameijden señaló que él y sus hermanas no sabían mucho sobre el destino de su abuelo y que ignoraban la existencia del reloj. «Mis padres sufrieron un gran trauma de guerra», contó van Ameijden. «Sabemos algunos retazos de información, pero no era un tema de conversación».
Janssens dijo que su familia sabía que existía el reloj pero que casi lo había olvidado, y que él se alegraba de que hubiera sido devuelto a sus legítimos dueños, como hubiera querido su abuelo. «Es una historia que no debe perderse», dijo.
The New York Times