Fútbol bielorruso fija posición contra represión y Lukashenko
800 Noticias | EFE
El fútbol bielorruso también le ha perdido el miedo al autoritario presidente Alexandr Lukashenko, un gran aficionado al hockey sobre hielo. Futbolistas y entrenadores han tomado partido a favor del pueblo y se han pronunciado contra la represión violenta de las manifestaciones postelectorales.
«NIET» A LA SELECCIÓN BIELORRUSA
«Me niego a representar al equipo nacional mientras exista el régimen de Lukashenko», escribió Iliá Shkurin, delantero bielorruso del CSKA Moscú, en su cuenta de Instagram.
Con solo 20 años, Shkurin se identifica con los miles de bielorrusos de su edad que tomaron esta semana las calles de Minsk y otras ciudades para denunciar el fraude en las elecciones presidenciales del 9 de agosto, en las que la comisión electoral le otorgó la victoria al actual presidente, Alexandr Lukashenko, con el 80 % de los votos.
Recién llegado al CSKA, Shkurin es considerado una de las grandes promesas del fútbol bielorruso, no en vano fue máximo goleador de la liga la pasada temporada.
UN FUTBOLISTA DETENIDO EN PROTESTAS
La policía contribuyó a la ola de solidaridad del fútbol nacional con las protestas al detener esta semana a Antón Saroka, delantero del todopoderoso BATÉ Borísov.
Saroka, de 28 años, fue arrestado el 11 de agosto por participar en las manifestaciones que estallaron en la capital bielorrusa y fue condenado a siete días en un centro de reclusión, donde las organizaciones de derechos humanos han denunciado numerosos casos de abusos y tortura.
«Antón no es un criminal, al igual que el resto de tenidos. ¡Es uno de los nuestros!», escribió en su defensa el capitán del BATÉ, Ígor Stasévich, llamamiento apoyado por numerosos futbolistas de diferentes clubes del país.
El director general del club, Mijaíl Zalevski, fue aún más lejos, ya que grabó en un vídeo en las redes sociales como tiraba a un contenedor de basura su uniforme policial, ya que en el pasado trabajó en el ministerio del Interior.
El directivo cargó contra la violencia policial, que consideró ilegal.
EL TÉCNICO DEL CSKA CONTRA LUKASHENKO
Tampoco se mordió la lengua el técnico del CSKA y antiguo entrenador del BATÉ, Víctor Goncharenko, que tachó de «inaceptable» lo que está ocurriendo en Bielorrusia.
«Estoy categóricamente en contra de cómo golpearon a nuestro maravilloso y pacífico pueblo bielorruso. La policía y los efectivos antidisturbios deben proteger al pueblo no pegarle», dijo en rueda de prensa anoche en Moscú.
Goncharenko, cuyo equipo es líder de la liga rusa con los mismos puntos que el Zenit y el Lokomotiv, aseguró que respalda la demanda popular de un recuento «justo» de los votos.
Algunos futbolistas bielorrusos expresaron su apoyo a las protestas portando una cinta blanca, aunque se negaron a pronunciarse públicamente por temor a que les obliguen a cumplir el servicio militar y reciban la orden de dispersar a los manifestantes.
AFICIONADOS RUSOS APOYAN PROTESTAS
En Moscú, a Shkurin le apoyaron los aficionados de su equipo, que no dudaron en repetir el tradicional cántico de la oposición bielorrusa: «¡Zhivie Belarus!» (Viva Bielorrusia) cuando el propio Shkurin marcó el gol de la victoria ante el Tambov (2-1).
Por ese motivo, según la prensa rusa, varios aficionados del equipo moscovita fueron detenidos anoche por la policía y podrían ser castigados con la prohibición de pisar un estadio por un plazo de tiempo indeterminado.
Los aficionados del CSKA no se limitaron a eso, sino que desplegaron en solidaridad una bandera blanca, roja y blanca que simboliza el movimiento de protesta en el país vecino. Como pudo comprobar Efe, lo mismo ocurrió en el estadio del Lokomotiv Moscú durante el partido ante el Krasnodar.
La prensa informó de que las autoridades podrían prohibir el despliegue de dicha bandera en los estadios justo después de que Lukashenko hablara por teléfono con el presidente ruso, Vladímir Putin.
Precisamente, para evitar que los estadios fueron escenario de muestras de apoyo en favor de la oposición, la federación bielorrusa canceló los partidos que debían celebrarse en Minsk en vísperas de las elecciones presidenciales.