El faraón monoteísta que desafió a los dioses
800 Noticias | Foto: Age
La historia del Antiguo Egipto se desarrolló durante cuatro milenios y, aunque poseemos gran cantidad de documentos escritos y se han excavado –y se siguen excavando– multitud de espacios urbanos, militares y necrópolis, a la hora de reconstruir su historia, encontramos recurrentes lagunas en numerosos períodos o reinados. Ello se debe a múltiples factores: al azar arqueológico, al estado de conservación de los restos materiales y al propio interés de los egiptólogos. En lo referente al reinado de Akhenaton, padre de Tutankhamon, tenemos la suerte de contar con numerosas fuentes de información gracias a la fortuna en los hallazgos y al indudable interés de los egiptólogos en este reinado excepcional, quienes se han centrado en los principales yacimientos relacionados con Akhenaton: su capital Akhet- Atón, los templos y tumbas de la antigua Tebas egipcia y otros yacimientos a lo largo del valle del Nilo.
Durante los primeros años de su reinado, Amenhotep IV mostró su predilección por una divinidad que se había ido desarrollando en los círculos palaciegos, al menos, desde el reinado de su abuelo Tuthmosis IV: Atón.
Por otro lado, las instituciones de los dioses tradicionales quedaron económicamente subordinadas al culto de Atón. Esto, junto con el desplazamiento de Amón como principal divinidad relacionada con la realeza, tuvo que tener importantes consecuencias políticas, que, con toda probabilidad, convulsionaron la estabilidad interna del Estado.
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