El extraño motivo por el cual las orcas están atacando a los tiburones blancos
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Las orcas han convertido en presa al máximo depredador de los mares. Se sabe que la dieta de las orcas varía geográficamente. En América del Norte les van los peces mientras que a algunas poblaciones de la Antártida les encantan las ballenas minke. Pero a los tiburones blancos les están atacando bajo estrategias de caza muy perfeccionadas.
A principios de año, cinco cadáveres de tiburones blancos llegaron a las costas sudafricanas de Ciudad del Cabo. Les faltaba el hígado. Tenían un agujero entre las aletas pectorales hecho a mordidas. Les habían perforado la pared muscular.
El hígado de los elasmobranquios -como se conoce a los tiburones y rayas- presenta un alto contenido de escualeno, el componente principal del aceite, que es nutritivo y muy energético. Como los tiburones blancos carecen de vejiga natatoria, un órgano que ayuda a flotar a muchos peces óseos, su hígado cumple una doble función: les ayuda a flotar a la vez que les da energía. Y las orcas parecen haberlo descubierto.
Lo intrigante es qué hacen para saborear esa fuente de energía. Las orcas están derribando a los tiburones blancos como si fueran militares: se estrellan contra ellos, los aturden y otra lo voltea para el festín. Se están aprovechando una particularidad fisiológica de los tiburones llamada “inmovilidad tónica”, un estado natural de parálisis. Los tiburones blancos solo pueden bombear agua a través de las branquias si paran de nadar. Atontarles para dejarles quietos puede ser letal si dura demasiado tiempo.
Lo que están haciendo las orcas es ahogar a los tiburones en vez de gastar esfuerzos en darle infinitas mordidas. Al ser ellas también asesinadas por los tiburones, que las devoran, explotan este recurso de golpe de remo.