El estrés conyugal se relaciona con una peor recuperación tras un infarto
AGENCIAS
El estrés matrimonial entre los adultos más jóvenes (de 18 a 55 años) se relacionó con una peor recuperación después de un ataque cardíaco, según una investigación presentada en las Sesiones Científicas 2022 de la Asociación Americana del Corazón. Ese impacto negativo no cambió sustancialmente después de considerar los factores demográficos y socioeconómicos, como la educación, el empleo, los ingresos y el estado del seguro médico.
«Los profesionales de la salud deben ser conscientes de los factores personales que pueden contribuir a la recuperación cardíaca y centrarse en orientar a los pacientes hacia recursos que les ayuden a gestionar y reducir sus niveles de estrés», señala el autor principal del estudio, el doctor Cenjing Zhu, candidato a doctor en el departamento de epidemiología de enfermedades crónicas de la Escuela de Salud Pública de Yale, en Estados Unidos.
Estudios anteriores han descubierto que el estrés psicológico y social puede conducir a una peor recuperación de las enfermedades del corazón. Aunque estar casado o en pareja se ha relacionado con un mejor pronóstico de salud y de la enfermedad cardíaca, lo que no estaba claro es si el estrés experimentado en un matrimonio o en una relación romántica (estrés marital) puede afectar a la recuperación después de un ataque cardíaco, específicamente entre los adultos más jóvenes, y de qué manera.
Zhu y sus colegas compararon la recuperación un año después de un ataque cardíaco con el estrés marital autodeclarado. Los participantes en el estudio fueron 1.593 adultos tratados por un ataque al corazón en 103 hospitales de Estados Unidos (situados en 30 estados del país), que se inscribieron en otro estudio llamado VIRGO, entre 2008 y 2012. Todos los participantes estaban casados o formaban parte de una pareja comprometida en el momento de su infarto. Los participantes tenían una edad media de 47 años y entre ellos había 1.199 (75,3%) adultos blancos, 205 (12,9%) adultos negros, 109 (6,8%) adultos hispanos y más de dos tercios eran mujeres.
Para medir el estrés conyugal, al mes de sufrir el infarto, los participantes completaron un cuestionario de 17 ítems denominado Escala de Estrés Conyugal de Estocolmo (una escala previamente desarrollada y probada en pacientes cardíacas de edad avanzada en Estocolmo, Suecia, que evalúa los factores de estrés conyugal, incluida la calidad de la relación emocional y sexual con el cónyuge o pareja). Los investigadores clasificaron a las participantes en función de sus respuestas al cuestionario en tres grupos: estrés marital ausente/leve, estrés marital moderado o estrés marital grave.
A continuación, se realizó un seguimiento de los participantes durante un año. Zhu y sus colegas utilizaron una escala de puntos para evaluar el modo en que la salud física de los participantes había limitado sus actividades de la vida diaria, el dolor corporal y la valoración de la salud percibida. El componente de salud mental evaluó el bienestar mental y la interacción social de los participantes. Tanto la puntuación de estrés como la de salud física/mental fueron autodeclaradas por los participantes en el estudio. Los datos del hospital se utilizaron para evaluar la elegibilidad de los participantes en el estudio y los datos de readmisión.
El análisis de los resultados de la encuesta comparados con los registros de hospitalización indica que los participantes que informaron de niveles graves de estrés obtuvieron más de 1,6 puntos menos en salud física y 2,6 puntos menos en salud mental en una escala de 12 ítems. Además, los que informaron de niveles de estrés severos reportaron casi 5 puntos menos en la calidad de vida en general, y 8 puntos menos en la calidad de vida cuando se mide por una escala específicamente diseñada para los pacientes cardíacos.
Cortesía EP
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