El espejismo del Orgullo LGBTI en Venezuela
EFE
Cincuenta años después de los disturbios de Stonewall, en Nueva York, solo una brisa de aquel huracán reivindicativo de la población LGBTI ha llegado a Venezuela. El Orgullo es la ilusión de una noche de brillo que se esfuma apenas la luz del sol deja ver que no hay mucho que celebrar.
A diferencia de lo que ocurre en sus vecinos Brasil y Colombia, en Venezuela los homosexuales siguen sin derecho a casarse, los transexuales no pueden cambiarse el nombre y por tanto deben vivir toda su vida con una identidad legal que no les corresponde, y así, persiste una lista de prohibiciones para lesbianas, gais, bi, trans e intersexuales.
Todos o casi todos conocen y a veces padecen el estancamiento de la lucha y, mientras, intentan sobrevivir a la severa crisis nacional en la que 1 de cada 4 venezolanos requiere asistencia humanitaria urgente.
Pero como fiesta es fiesta y si es LGBTI más, el país con las mayores reservas probadas de petróleo cuenta con varias iniciativas que, aunque modestas, se inscriben en las celebraciones del mes del Orgullo que este año se ha visto revitalizado por cumplirse medio siglo de la epopeya neoyorquina.
En ese afán de mostrar el Orgullo, un grupo de hombres y una mujer compitieron esta semana en Caracas en la Gala Drag Venezuela 2019, en la que fueron evaluados por sus capacidades para el maquillaje, estilismo, baile, histrionismo y fonomímica. Todo para promover el respeto a la diversidad sexual.
Estas reinas del ‘drag’ (transformismo), desde siempre la cara LGBT más visible, lamentan que no haya avances políticos que celebrar en Venezuela pero además coinciden en que es apremiante la necesidad de erradicar las divisiones dentro del colectivo para, unidos, reclamar los derechos al Gobierno y ante la sociedad.
«Estamos «muy mal. En Venezuela falta todavía bastante cultura para entender que todos somos iguales», dijo a Efe La Ema, una reina drag que cree necesario promover en el país el respeto a la diversidad, y que planea participar este domingo en la marcha anual del Orgullo en Caracas.
Desde otro camerino, también vestido de mujer, Arona, de 48 años, cree que el país está «estancado» en materia LGBTI «porque está muy politizado» y, aún así, sueña con que «la gente se entregue a luchar por sus derechos» sin «esperar que un político» lo haga.
El comentario de Arona encontró una respuesta este viernes cuando el jefe del Parlamento, Juan Guaidó, se pronunció en Twitter para reivindicar «la lucha de quienes durante décadas han alzado su voz por el derecho a la igualdad, sin discriminación de ningún tipo».
«Por años, hemos acompañado a la comunidad #LGBT+ en sus exigencias y convicciones, y lo seguiremos haciendo», agregó el líder opositor, reconocido como presidente interino de Venezuela por más de 50 países.
Del otro lado político, aunque Nicolás Maduro nunca ha escrito una declaración a favor del colectivo siempre les agradece el apoyo a la llamada revolución bolivariana y una vez incluso ondeó la bandera del arcoíris en un acto público.
Nunca estos gestos efímeros se tradujeron en conquistas reales para la población LGBTI y por ello el Orgullo venezolano carece hoy de intensidad al punto de que las pequeñas manifestaciones, como una gala drag, lejos de soberbia parecen mera dignidad de una minoría que resiste.
Además, en un país con escasez generalizada, hiperinflación, deterioro de los servicios públicos, crisis política, devaluación monetaria y la mayoría de sus habitantes en la miseria; la mínima petición de derechos civiles es vista como «superflua» por unos o es simplemente desoída por otros.
Esa misma austeridad se nota en las convocatorias a manifestaciones callejeras, como la prevista para este domingo, en las que va mermando la concurrencia conforme se acentúa la crisis económica y con ello se torna más lejana la posibilidad de un avance político.
A propósito del mes del Orgullo, una organización civil lanzó una campaña en redes sociales para recaudar en 30 días 85.000 dólares con los que planean construir el primer centro venezolano de apoyo para la población LGBTI del país, que incluye alimentación, cobijo, asistencia médica y psicológica.