El ejército no disparó ni un solo proyectil, asegura el Gobierno boliviano
EFE
El ejército no disparó un solo proyectil en los disturbios en los que este martes murieron tres personas en la ciudad boliviana de El Alto, aseguró el ministro interino de Defensa de Bolivia, Luis Fernando López.
«De las Fuerzas Armadas no salió un sólo cartucho», defendió el ministro ante los medios en La Paz, reiterando que del ejército «no salió un solo proyectil».
EL GOBIERNO DENUNCIA ACTOS DE «TERRORISMO»
López compareció en la sede del Gobierno provisional presidido por Jeanine Áñez tras una de las jornadas más sangrientas en el conflicto que sufre Bolivia, con al menos tres muertos por heridas de bala y treinta heridos.
El ministro relató que a media mañana hora local los militares y policías escoltaron un convoy de camiones cisterna desde El Alto a la vecina La Paz, donde escasea el combustible hasta el punto de haberse decretado su racionamiento a partir de esta jornada.
Sin embargo, poco después la refinería de la que salieron los camiones fue atacada por «hordas», dijo el ministro, que seguidamente pidió disculpas por esta expresión.
El relato oficial, prosiguió, denuncia que grupos violentos, sin citar si eran seguidores de Evo Morales, lanzaron dinamita para derribar paredes de la refinería de la empresa estatal Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB), quemar vehículos y robar garrafas de gas.
«Mero vandalismo», exclamó López, quien al ser preguntado por el origen de los disparos mortales prefirió esperar a las autopsias de los fallecidos.
Una explosión en la refinería «generaría una catástrofe de magnitud», advirtió, en una ciudad de casi un millón de habitantes con barrios de viviendas junto a los tanques de gas y otros combustibles.
La autoridad acusó a quienes se manifestaban frente a la refinería de recibir «órdenes y dinero», sin citar de quién, además de «alcohol y coca» con el fin de «causar terror, causar pánico», con acciones que calificó de «terrorismo de Estado».
EL MINISTRO NO DA CRÉDITO A IMÁGENES EN REDES
López atribuyó a la «guerra psicológica» en redes sociales las imágenes de militares y policías disparando, cuya autenticidad no está acreditada por fuentes independientes.
Al respecto, aseguró que un video de un hombre herido en el cuello no corresponde al calibre 7,62 milímetros de munición reglamentaria en el ejército boliviano.
«Nos sigue guiando la Biblia, Dios», concluyó, con un lenguaje propio del Gobierno interino de Jeanine Áñez.
Una marcha con banderas blancas pidiendo el fin de la violencia recorrió en la noche varias calles de El Alto, después de los disturbios y de que fuera incendiada la parte baja de la casa de la alcaldesa, Soledad Chapetón, contraria a Evo Morales.
UNA CIUDAD DIVIDIDA
Esta ciudad del altiplano, con población de mayoría aimara procedente del campo, es uno de los bastiones electorales de Evo Morales, pero en los últimos días grupos de vecinos exigen el fin de las protestas contra el Gobierno interino de Áñez para poder recuperar la normalidad.
Los militares y policías realizan operaciones conjuntas desde el 11 de noviembre en Bolivia, donde desde los comicios del 20 de octubre han muerto al menos 27 personas y más de 700 han resultado heridas, según datos oficiales.
El 10 de noviembre Evo Morales anunció su renuncia tras casi catorce años en el poder, forzado por las Fuerzas Armadas, y al día siguiente salió hacia México, donde está asilado.
Las protestas comenzaron al día siguiente de las elecciones entre denuncias de fraude a favor de Morales, que fue proclamado vencedor para un cuarto mandato consecutivo.
Un informe de la Organización de Estados Americanos advirtió después graves irregularidades en los comicios.
La renuncia de Morales es calificada de «golpe de Estado» por varios gobiernos y políticos latinoamericanos.
Otros países han reconocido al Ejecutivo interino de Jeanine Áñez, mientras que parte de la comunidad internacional ha instado al diálogo sin pronunciarse sobre la crisis política.