El dulce beso de «Sweet Kiss of Death»
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Frank Hayes era un chico de los establos que, por cumplir su sueño, encontró la gloria y la desgracia en el mismo momento. No tenía que subir a ese caballo. Ni tan siquiera era jockey. Pero un giro del destino provocó una fatalidad sin vuelta atrás. Su sueño era ser jockey de carreras y, con ese objetivo, pasaba más tiempo en los establos de Belmont Park, Nueva York, que en casa. Se le recordará a lo largo de los años como el primer y último jinete que ha ganado una carrera estando muerto. Su única carrera.
La insistencia de Mrs. Frayling
No se conoce con exactitud donde nació aunque se sabe que fue en 1901. Algunos registros sitúan la llegada a este mundo de Hayes en Irlanda y que emigró a los 15 años con sus padres y sus cinco hermanos a Estados Unidos como muchos compatriotas, realizando las tareas más humildes de una nación en crecimiento.
Con 17 años entra a trabajar como mozo de establo en el hipódromo de Belmont Park para el propietario local M.L. Frayling que ya disponía de jockeys expertos, encargándose de varios caballos, entre ellos ‘Sweet Kiss‘.
Durante 5 años, Hayes entrenó y cuidó los caballos del señor Frayling viendo como otros conseguían participar en las carreras. Esperó su momento. Y llegó de la mano de Mrs. Frayling que quiso inscribir a su yegua en una prueba de ‘steeplechase’ (carrera de obsáculos) de 3.200 metros. Mrs. Frayling preguntó y buscó un jockey experimentado disponible con el peso adecuado para poder montar a ‘Sweet Kiss‘ el día señalado.
Se acercaba la fecha de la carrera y al no encontrar ninguno, se lo propuso a Frank. Inmediatamente, pasó por la báscula. En ese momento, nuestro protagonista pesaba unas 142 libras (64 kilos) y el peso que debía portar la yegua eran 130 libras (59 kilos) por lo que, dos días antes de la prueba, Hayes se propuso una dieta con unos ejercicios draconianos y solo bebiendo agua.
Y aunque los datos son confusos sobre la experiencia de ‘Sweet Kiss‘ en las carreras, lo que está claro es que Hayes se encontró con la oportunidad que había estado esperando desde que entró a trabajar en los establos. Y no iba a desaprovecharla.
Inmóvil
Las crónicas apuntan que Frank dijo a sus compañeros que aquel 4 de junio de 1923 “era un buen día para hacer historia”. Algunos jinetes que participaron junto a Hayes en la carrera relataron a los periódicos que el irlandés montó a ‘Sweet Kiss‘ exhausto. Casi sin fuerzas, le tuvieron que ayudar a subir. Parecía una alma en pena arrastrándose por el hipódromo mientras él respondía que acabaría la carrera. Su aspecto tampoco ayudó a que las apuestas subieran y Mrs. Frayling hizo un último intento de sustituirle. Pero el sueño de Frank era más fuerte.
Hayes se agarró bien a las riendas de ‘Sweet Kiss‘ y salió a la pista dispuesto a hacer historia. Mantuvo bien el ritmo y en el último obstáculo ya se había colocado en segunda posición muy cerca de ‘Gimme’, el favorito. En el sprint final, la yegua castaña de Mrs. Frayling demostró tener más pulmones y se impuso por algo más que una cabeza.
Frank cruzó la línea de meta tumbado sobre el lomo de ‘Sweet Kiss‘. Y siguió así algunos metros más sin celebrar la victoria. Algunos espectadores creyeron que estaba susurrando algo al animal. Enseguida Mrs. Frayling, llena de alegría por su arriesgada apuesta, se acercó a felicitar al vencedor y se dio cuenta que no se movía ni respondía a sus comentarios. El doctor de Belmont Park, John A. Voorhees, corrió hacia Hayes para examinarlo. Lo descendieron del caballo y allí mismo certificó que estaba muerto. El informe médico indicó que un ataque al corazón lo fulminó pocos metros antes de la meta. Justo vencedor por haber terminado la carrera a lomos del caballo.
«Sweet Kiss of Death»
Los actos de recuerdo en el Jockey Club que le homenajearon fueron escuetos pero emotivos y Mrs. Frayling dirigió unas palabras muy sentidas. Tres días después de su muerte, Frank Hayes fue enterrado vistiendo los coloridos atuendos de jockey en el cementerio de Holy Cross de Brooklyn, Nueva York. Y por lo que concierne a la famosa yegua, Mrs. Frayling decidió que no volvería a correr ninguna carrera y se le cambió el nombre por ‘Sweet Kiss of Death‘ (‘Dulce beso de la muerte’) con el que convivió hasta el fin de sus días.
Con información de Mundo Deportivo
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