El dramaturgo venezolano escribe desde la óptica del inmigrante
EFE
Las historias de personajes marginados, como inmigrantes, transexuales y gais, víctimas de explotación laboral, racismo o xenofobia, protagonizan la obra del dramaturgo venezolano Pablo García Gámez, que las cuenta desde el espacio del «acuyá» -no ser ni de aquí ni de allá- y su propia óptica de migrante.
«Son mis vecinos en el barrio», comenta a EFE García Gámez, que escribe en español, en la primera jornada de la XVI Feria del Libro Hispana de Queens, en Nueva York, una edición dedicada a su figura y que abrió este viernes con su charla «El autor y su experiencia escriturística».
Investigador y profesor en el City College y Brooklyn College, el dramaturgo emigró de Caracas hace tres décadas y encontró en Nueva York a personas «sin documentos y mujeres trans víctimas de la violencia» a las que les «arrebatan todo», que considera un «poder enajenado», desarraigado e invisibilizado e inspira sus personajes.
El dramaturgo presentará en este evento su más reciente libro, «Querer ser: tres obras queer», conformado por tres piezas que abundan en esa idea: «Mis piezas están en la periferia, en el margen. Son para el margen», destaca.
«La mía es una pluma de esquina proletaria que escribe historias de sus barrios, que atrapa memorias para contar historias de grupos marginados. Una pluma que inventa mundos para dialogar sobre éste. Esa es mi escritura», señaló.
Como les ocurre a los inmigrantes, García Gámez enfrentó el no ser considerado «ni de aquí ni de allá»: «Entre el aquí y el de allá está el acuyá», comenta sobre ese espacio desde el que escribe y que le permite «ser honesto» consigo mismo.
Además, explica que la idea de acuyá surge como un recurso para poner en perspectiva la doble naturaleza del migrante en términos de cultura, experiencia y afectos.
García Gámez se refiere a su trabajo como literatura menor: una literatura de carácter político y colectivo en una lengua que no es la hegemónica, dirigida sobre todo a las nuevas generaciones, para que se vean representadas en esas obras y les motiven a ir al teatro.
«Es saber que el teatro es un instrumento para la comunidad, para empoderarla y que se empodere el teatro con esas historias, y así vamos creciendo», agrega el dramaturgo, que tiene muy presente a Venezuela en su trabajo.
«Emigrar implica siempre un pequeño dolor y esas imágenes siempre van a estar. Caracas, la de mis andanzas, siempre vive en mi corazón», afirma.
Considera que ese teatro periférico que él y otros autores latinos hacen -«a pulso, de pocos elementos y muchas ganas», dice- no ha llegado a Broadway por varias razones, entre ellas que quienes trabajan en español se consideran «artesanales» y aquella es una industria con unas «formas muy establecidas» con otro tipo de personajes y acentos.
«Creo que tenemos que seguir trabajando en un camino larguísimo, que no creo que vaya yo a ver, para que esos personajes, imágenes, recursos de nuestros barrios puedan estar ahí en algún momento y sin estereotipos, sino siendo ellos, con sus virtudes, defectos, con sus esperanzas y frustraciones», comentó.