El día que los egipcios perdieron contra un ejército de gatos
800 Noticias | Foto: Referencial
A mediados del siglo VI a. C., Egipto no pasaba por sus mejores momentos. Los vecinos persas se habían convertido en la mayor potencia del Próximo Oriente y estaban en plena expansión imperial. Cambises II, el rey de Persia entre el 530 y el 523 a. C. quiso conquistar uno de los territorios más importantes de entre los que le faltaba: Egipto. Por el contrario, el país del Nilo sufrió la muerte del faraón Amosis II y el trono lo heredó su hijo, Psamético III, un joven e inexperto gobernador insuficiente para el peligro que se avecinaba sobre el milenario país de las pirámides. El enfrentamiento entre persas y egipcios fue una masacre y entre las “armas” que se utilizaron destaca un elemento sorprendente: gatos.
Los gatos eran animales sagrados en Egipto. Bastet, la diosa egipcia de la protección, el amor, la armonía, el hogar y la vida doméstica, era representada con cuerpo de mujer y cabeza de gato, un animal cuya presencia podía ser considerada como una manifestación de la diosa. Heródoto habló sobre los gatos en Egipto y, aunque es posible que exagerara, podemos comprender la posición de estos animales domésticos en el valle del Nilo:
“Si una casa se incendia, lo que les ocurre a los gatos es bastante extraordinario. A los egipcios no les preocupa intentar apagar el fuego, sino que se posicionan a intervalos alrededor de la casa y buscan a los gatos. Sin embargo, los gatos se deslizan entre ellos e incluso saltan sobre ellos y se estrellan en el fuego. Esto sumerge a los egipcios en una gran tristeza. En hogares donde muere un gato por causas naturales, todos los que allí viven se afeitan las cejas […] Tras su muerte, se lleva a los gatos a las cámaras sagradas de la ciudad de Bubastis donde se les momifica y entierra”.
Con información de Muy Interesante
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