El controvertido Rodrigo Duterte es investido presidente de Filipinas - 800Noticias
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EFE

El controvertido Rodrigo Duterte se convirtió hoy en el nuevo presidente de Filipinas en una ceremonia sencilla en la que se defendió de las críticas recibidas por su radical visión de la lucha contra la delincuencia.

«Sé que hay quien no aprueba mis métodos de lucha contra el crimen y contra la venta de drogas ilegales y la corrupción. Dicen que mis métodos son poco ortodoxos y que rayan la ilegalidad», dijo el mandatario, partidario de las ejecuciones extrajudiciales de delincuentes y narcotraficantes.

«He visto como las drogas ilegales destruyen personas y familias (…) He visto como el crimen roba a los inocentes todos sus ahorros. Si se mira desde esta perspectiva, decidme que me equivoco», afirmó el político en un breve discurso tras jurar el cargo.

El flamante jefe de Estado recordó a sus detractores que es abogado de profesión y que, por lo tanto conoce, los límites de la autoridad de un presidente.

«Sé lo que es legal y lo que no lo es. Mi respeto por el Estado de derecho es inflexible. Vosotros ocuparos de vuestro trabajo. Yo me ocuparé del mío», zanjó el mandatario.

«No fui elegido para servir los intereses de una persona, un grupo de personas o una clase. Sirvo a todo el mundo», afirmó Duterte.

El acto de investidura fue mucho más sencillo que los anteriores y con poco más de 600 invitados por orden del nuevo presidente, que desde que entró en política ha buscado distanciarse de la elite política y económica del país.

Duterte, que con sus 71 años es el mandatario filipino de mayor edad en ser investido, llegó al palacio presidencial de Malacañang puntualmente, a las 10.30 hora local (02.30 GMT), ataviado con un sencillo barong -una prenda típica filipina- y unos pantalones claros.

Fue recibido por el mandatario saliente, Benigno Aquino (2010-16), con quien se reunió durante media hora antes del acto que marcó el traspaso de poderes.

Luego, después de que Aquino abandonó Malacañang, su sucesor se trasladó a la sala Rizal, donde se escuchó el himno nacional y una breve oración llevada a cabo por representantes de las religiones católica, musulmana y de la población tribal.

A las 12 del mediodía (04.00 GMT), como establece la Constitución, Duterte prometió el cargo ante el juez adjunto del Tribunal Supremo, Bienvenido Reyes, antiguo compañero de estudios, y ante la presencia de sus cuatro hijos, además de expresidentes como Fidel Ramos (1992-98) y Joseph Estrada (1998-2001) y representantes del cuerpo diplomático.

El discurso de aceptación duró unos 15 minutos y, como prometió su equipo, evitó las palabras groseras que plagan sus declaraciones públicas.

Tras la jura se celebró un sencillo banquete protagonizado por productos locales, como el zumo de coco en lugar de vino, el adobo -uno de los platos filipinos por excelencia- y el durian, una popular fruta de la región y la favorita del nuevo mandatario.

La particular ceremonia de investidura estuvo marcada por la ausencia de la vicepresidenta electa, Leni Robredo, de un partido distinto y que tomó posesión antes, en un acto separado por decisión del nuevo mandatario.

El primer presidente de Filipinas natural de la región sureña de Mindanao tendrá un mandato único de seis años, como establece la Constitución de 1987.

Duterte consiguió más de 16,6 millones de votos en las elecciones del pasado 9 de mayo, cerca de 7 millones de papeletas más que su inmediato perseguidor, Mar Roxas, ministro del Interior saliente.

El que fuera durante 22 años alcalde de Davao se ganó la confianza de los filipinos gracias a su firme promesa de luchar contra el crimen y las drogas, considerados dos de los mayores problemas del país por sus ciudadanos.

El jefe de Estado ha dicho que reimplantará la pena de muerte, abolida en 2006 por la expresidenta Gloria Macapagal Arroyo.

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