El cine social triunfa en Cannes
El cine comprometido con los grandes problemas de nuestra sociedad ha sido el gran triunfador del 68º Festival de Cannes, con la Palma de Oro a «Dheepan», una película sobre la inmigración ilegal que generan los cada vez más numerosos conflictos armados.
La historia de un exguerrillero de los Tigres de Liberación del Eelam Tamil de Sri Lanka que llega a Francia con un pasaporte falso acompañado por una joven y una niña que se hacen pasar por su familia, del cineasta francés Jacques Audiard impresionó «profundamente» a los nueve miembros del jurado.
Tras recibir asilo político, los tres desconocidos se instalan en una ‘cité’ suburbana, donde, según el primer ministro francés, Manuel Valls, existe «un ‘apartheid’ territorial, social y étnico».
Una historia muy similar a la del propio protagonista, el esrilanqués Jesuthasan Antonythasan, él mismo exguerrillero, que a los 16 años fue obligado a enrolarse en la guerrilla tamil, a los 19 huyó a Tailandia y seis años después recibió en Francia asilo político.
Para la actriz española Rossy de Palma, miembro del jurado, «fue conmovedor ver las dificultades de esta gente y sus precarias circunstancias», algo muy parecido a lo que ocurre con decenas de miles de personas que huyen de las cada vez más numerosas zonas de los conflictos que asolan a Oriente Medio, África o Afganistán, y de la pobreza.
La actriz recordó la «preocupación» que suscita lo que ocurre en el Mediterráneo, que se ha convertido en un cementerio para miles de migrantes.
El drama del desempleo
El drama del desempleo también ha sacudido las conciencias en Cannes de la mano de la película de Stéphane Brizé «El mercado del trabajo», que le ha valido el premio de mejor actor a Vincent Lindon, por su intepretación de Thierry, un desempleado de larga duración.
Con un hijo discapacitado, Thierry pasa por el calvario de entrevistas humillantes y cursillos inútiles antes de acabar de vigilante jurado en un supermercado donde los jefes quieren convertirlo en delator de los empleados para reducir personal.
Brizé hace un retrato demoledor de las consecuencias del capitalismo salvaje y de la globalización en un país como Francia, que al igual que el resto de Europa vive una crisis económica que ha socavado el envidiado estado del bienestar originando otra social de profundo calado.
Para el actor, este premio ha sido «un acto político» del jurado y del festival, caja de resonancia habitual del cine de autor que favorece las temáticas sociales.
Los responsables del festival eligieron incluso un drama social para abrir la edición de este año.
«La tête haute» (Con la cabeza en alto) de la realizadora y actriz francesa Emmanuelle Bercot, –una de las dos ganadoras del premio de interpretación femenina por su actuación en la película de otra francesa, Maiwenn–, que relata el esfuerzo de una jueza (Catherine Deneuve) para rescatar a un menor de la delincuencia.
«La realidad social francesa, que es un poco mundial», justificó esta elección, admitió el director artístico del festival, Thierry Frémaux.
El cine, espejo de la realidad
El joven cineasta mexicano, Michel Franco, único representante latinoamericano en la selección oficial de Cannes, se llevó el premio al mejor guión con su impactante filme «Chronic», una historia sobre un enfermero que cuida a enfermos terminales, otro drama de la sociedad moderna que no sabe qué hacer con sus viejos ni sus enfermos.
César Acevedo se lleva a su Colombia natal la Cámara de Oro por «La tierra y la sombra», un filme sobre las relaciones de una familia en una plantación de azúcar, que también se llevó varios otros premios.
La mirada que hace el argentino Santiago Mitre en «La Patota» («Paulina») del compromiso político con los más desfavorecidos la hizo merecedora del Gran Premio de la Semana de la Crítica en Cannes.
«Ningún filme puede cambiar la realidad», reconoce el cineasta filipino Brillante Mendoza, presente en Cannes con la tragedia de los supervivientes del devastador tifón Haiyán, pero ayuda a sensibilizarnos.
Fuente: AFP