Chantaje nuclear de Putin recuerda la crisis de los misiles de los 60
EFE
La URSS se ganó hace 60 años en la crisis de los misiles el respeto de EEUU, pero esto le costó el puesto a su líder, Nikita Jruschov. Ahora, el actual jefe del Kremlin, Vladímir Putin, emula sus pasos con el chantaje nuclear a Occidente.
Cuando el presidente estadounidense, John F.Kennedy, dijo que su país disponía de suficientes misiles “para destruir 30 veces” la Unión Soviética, Jruschov replicó: “A nosotros sólo nos llega para una vez, pero es suficiente”.
A los rusos les gusta decir que entonces el mundo estuvo “a cinco minutos” de la Tercera Guerra Mundial. La URSS ya no existe, pero Rusia sigue siendo una superpotencia nuclear. La historia se repite.
Como hiciera Jruschov en la ONU, Putin también ha dado un zapatazo al intervenir militarmente en Ucrania y amenazar con recurrir a todo su arsenal para defender los territorios anexionados.
Detonantes de la crisis
El motivo de la Crisis del Caribe hay que buscarlo en el despliegue en Turquía de los misiles estadounidenses Júpiter que podían alcanzar perfectamente el Kremlin.
La respuesta de Moscú fue audaz. Los Júpiter, sumados a la invasión de la Bahía de Cochinos un año antes, llevaron a la URSS a emplazar en Cuba misiles balísticos.
La crisis estaba servida. Los dos antagonistas de la Guerra Fría nunca estuvieron tan cerca de la “destrucción mutua asegurada”, como la definió Jruschov.
“En una guerra nuclear no puede haber vencedores o vencidos”, dijo el líder soviético.
Ahora, la lista de afrentas de las que el Kremlin acusa a Occidente es más larga. La principal es el acercamiento de la infraestructura militar de la OTAN.
«¿Acaso hemos puesto nosotros misiles cerca de la frontera de EEUU? ¡No! Es EEUU quien ha venido a nuestra casa con sus misiles, y ya están en el umbral», aseguró Putin.
A esto hay que sumar la injerencia occidental en el patio trasero postsoviético, las sanciones económicas o la oposición al gasoducto Nord Stream.
A finales de 2021, Putin exigió a EEUU y la OTAN garantías de seguridad para una coexistencia pacífica, pero Occidente las rechazó. La suerte estaba echada.
Reacción de la URSS y Rusia
Tras confirmarse la presencia de armamento nuclear soviético en Cuba el 14 de octubre de 1962, Kennedy ordenó el bloqueo por aire y mar de la isla.
La URSS no se arredró. En la isla ya tenía más de cien bombas atómicas, además de 42.000 soldados.
Jruschov ordenó a los buques que llevaban armamento soviético seguir su rumbo, aunque estos sí aminoraron su velocidad para evitar un enfrentamiento directo.
Últimamente, Putin también ha repetido la frase de Jruschov sobre “vencedores y vencidos”, pero el 27 de febrero, tres días después de lanzar la campaña militar en Ucrania, puso en alerta sus fuerzas de disuasión nuclear.
Al igual que sus antecesores, Putin insiste en que “no va de farol” cuando asegura que Moscú posee armamento hipersónico capaz de burlar cualquier escudo antimisiles.
Después de ofrecer a Occidente una moratoria al despliegue de misiles en Europa, el Kremlin avisó que si EEUU emplazaba armamento ofensivo en el continente, Rusia apuntaría con sus misiles a territorio estadounidense.
Tras los pasos de Jruschov
Jruschov y Kennedy llegaron finalmente a un acuerdo. La URSS retiró sus misiles de Cuba y EEUU, los Júpiter en Europa.
Además, EEUU se comprometió a no intentar derrocar a Fidel Castro, un duro revés para la Doctrina Monroe.
Eso sí, ambos dirigentes pagaron un alto precio por la crisis. En el caso de la URSS, Jruschov fue defenestrado en un golpe palaciego.
“Los americanos asesinaron a Kennedy. Nosotros no matamos a nuestro líder, pero lo apartamos del poder”, comentó en su momento a EFE el ya fallecido Nikolái Leónov, subdirector del KGB.
Sesenta años después, la invasión rusa de Ucrania ha reforzado a la OTAN. Además, países como Alemania han roto el tabú que pendía desde la Segunda Guerra Mundial y han decidido rearmarse ante la amenaza rusa.
Los aliados no se han limitado a suministrar armamento pesado al Ejército ucraniano, sino que aceleraron el ingreso de Finlandia y Suecia, por lo que ahora Rusia tiene 1.300 kilómetros más de frontera con la Alianza.
Mientras, la campaña militar rusa en Ucrania se ha torcido. Los intentos desesperados de revertir la situación -movilización parcial y la precipitada anexión de cuatro regiones ucranianas- no han surtido el efecto deseado por Moscú.
El Kremlin dice que sólo empleará armamento nuclear si ve amenazada su existencia o la de sus aliados. Pero Occidente teme que, en caso de derrota militar, el último recurso que le quedará a Putin para aferrarse al poder sea el chantaje nuclear. EFE