El capítulo de ‘Homeland’ que predijo el colapso de Afganistán - 800Noticias
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Agencias

Tras su estreno hace casi una década, ‘Homeland’ (2011-2020), adaptación estadounidense de la serie israelí ‘Hatufim’ (2009), se convirtió en una de las ficciones favoritas de Barack Obama; también del matrimonio Clinton.

El título, de cuya traducción se encargaron varios guionistas y productores de ’24’ (otro ‘thriller’ político, más comercial, marcado por la administración Bush), era, diez años después de los atentados a las Torres Gemelas, una recapitulación de la Guerra contra el terrorismo (entonces todavía activa) y una radiografía de la sociedad pos 11-S: paranoia, el enemigo en casa, la constante vigilancia… Todo ello era encapsulado a través de sus dos complicados protagonistas: la agente de la CIA Carrie Mathison (Claire Danes), obsesionada con atrapar a un ficticio Bin Laden, y el exmarine Nicholas Brody (Damian Lewis), secuestrado en Afganistán por Al Qaeda y rescatado años después de manera un tanto fortuita, o sea, sospechosa.

A diferencia de ’24’, donde su héroe protagonista, el sacrificado Jack Bauer (Kiefer Sutherland), empleaba la tortura para sacar información a los enemigos –extranjeros– y así evitar ataques terroristas en suelo estadounidense, la visión de ‘Homeland’ era más progresista y ligeramente crítica con el sistema (la protagonista, en un momento dado, es apodada «La reina del dron»). En aquella primera temporada, los guionistas apostaron por la tensión, incluso sexual, entre su pareja protagonista. La duda enganchaba: ¿es Brody un desertor? ¿Se acostará Carrie con el enemigo? ‘Homeland’ era un ‘thriller’ adictivo, pero se le criticó su pobre representación de musulmanes y árabes; de hecho, en un episodio de la quinta temporada salió un grafiti en una escena que ponía: «’Homeland’ es racista». Sin embargo, con el paso de las temporadas, hubo una crítica peor: la serie, ni era buena, ni entretenía. Así que la cuarta parte, con el personaje de Brody ya fuera del mapa, fue una suerte de reinicio con la protagonista en… Afganistán. Aquellos episodios tampoco gustaron al país vecino, Pakistán, al ser mostrado como «un infierno».

Así que en posteriores tandas, a la protagonista, cada vez más desencantada con su profesión y su país, la mandaron a otras ciudades como Berlín y Nueva York, e incluso imaginó una realidad finalmente alternativa con una mujer en la Casa Blanca (ellos también dieron por hecha la victoria de Hillary Clinton). Las noticias falsas, los ‘bots’ y la injerencia rusa en las elecciones presidenciales estadounidenses se introdujeron en la sexta temporada, centrada en la complicada relación entre presidencia e inteligencia, tal y como acabó ocurriendo con Donald Trump. Sus guionistas decían ser «políticamente agnósticos» y que su interés era hacer preguntas al espectador sobre la vigilancia y la seguridad. Sin embargo, sus tramas, escritas con antelación, a veces coincidían con la realidad. Les ocurrió en la quinta temporada, cuyo fatal devenir coincidió con los atentados de París de noviembre de 2015.

Para la octava y última temporada, emitida durante el primer cuatrimestre de 2020, los guionistas tenían que cerrar el círculo (esa es la promesa del relato serial), así que regresaron a Afganistán, donde el mentor de la protagonista, Saul Berenson (Mandy Patinkin), es enviado como asesor de Seguridad Nacional del nuevo presidente de EE.UU., cuyo objetivo es terminar la guerra con los talibanes y retirar sus tropas. De nuevo, a los guionistas les interesaba hacer dudar al espectador; esta vez con la propia Carrie bajo sospecha tras ser secuestrada por los rusos: ¿era una traidora?

Los espectadores, tras lo acontecido ahora en Afganistán, han recordado cómo la serie vaticinó hace más de un año qué ocurriría si Estados Unidos retiraba sus tropas de Afganistán. Así lo condensa el personaje de Saul Berenson, en alusión a los talibanes, durante el primer episodio de la octava temporada: «Si retiramos nuestras fuerzas, Kabul caerá en un plazo de seis semanas». Otro personaje le contradice: «Seis meses». Un pesimista Berenson continúa: «Billones de dólares gastados, más de 2.000 bajas, es la rendición de Estados Unidos se mire como se mire». En la misma entrega, otro personaje –una agente de la inteligencia paquistaní– se refiere al ejército afgano como «una broma».

El máximo responsable de ‘Homeland’, el guionista Alex Gansa, habló en la revista ‘Entertainment Weekly’ sobre el futuro de Afganistán tras convertirlo en escenario de la temporada final: «Rezo por [el ex embajador de EE.UU. ante la ONU) Zalmay Khalilzad, que es quien está intentando negociar la paz. Creo que si hay alguna esperanza es que todos los lados están cansados de la guerra y quizás el cansancio lleve a un avance. Pero los Estados Unidos retirándose completamente de Afganistán –que es lo que piden los talibanes– genera mucha tensión con todo tipo de preocupaciones de seguridad para la zona. ¿Se convertirá en el ‘paraíso’ de los terroristas otra vez? ¿Y qué pasa con todas las mujeres que ahora pueden ir a la universidad y llevar una vida productiva? ¿Abandonamos simplemente a toda esa gente? ¿Qué pasa con los cientos de billones de dólares gastados allí? Toda la gente que murió, todos los soldados estadounidenses. ¿Murieron en vano si simplemente nos retiramos? Son preguntas astronómicas».

Por ABC.es

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