El caos y las dudas institucionales marcan las elecciones de la FIFA
AFP
Antes de que se produzca el viernes la elección del sucesor de Sepp Blatter al frente de la FIFA, los cinco candidatos en liza apuran sus últimas fuerzas antes de una batalla que se presenta incierta, conscientes de que entre los asuntos judiciales y la necesidad de reformar una institución al borde del caos la tarea se anuncia inmensa.
¿Seguirán siendo cinco los candidatos el viernes en el momento en que las 209 federaciones depositen sus papeletas en las urnas? Nada es descartable, pero Gianni Infantino, secretario general de la UEFA y uno de los favoritos, aseguró el domingo en el periódico suizo Le Matin: «No es tiempo para acuerdos (entre candidatos). No me lo planteo».
Frente al italo-suizo de 45 años, nacido en Brig (Suiza), en el cantón de Valais, a menos de 10 kilómetros de Visp, localidad natal de Joseph Blatter, el jeque Salman Bin Ebrahim Al Khalifa se perfila como su principal rival.
Mientras que Infantino ha recabado apoyos gracias a sus numerosos viajes por todo el mundo, ganándose el voto de la UEFA, de la Confederación Sudamericana (Conmebol), y de la Unión Centroamericana (Uncaf), Salman puede contar con el apoyo oficial de la Confederación Africana (CAF), incluso aunque algunas voces, como la de Sudán del Sur que optó por Infantino, podrían romper la unidad del voto.
El príncipe jordano Ali Bin Al Hussein, candidato derrotado ante Blatter en las elecciones de mayo y que figura ahora en una segunda fila entre los aspirantes, denunció por su parte los intentos de negociar la votación en bloque, aludiendo implícitamente a los dos favoritos, Infantino y Salman.
Infantino y Salman, favoritos
«No soy un candidato que intente utilizar los comités ejecutivos o las federaciones para influir en el voto en un cierto sentido», declaró recientemente.
«Cuando otros candidatos eligen hacer presión en las regiones y dividir el mundo, entonce sí, lo digo, eso es algo malo», lanzó Ali.
Los dos últimos postulantes para dirigir la instancia mundial del fútbol, el francés Jérôme Champagne, antiguo exsecretario general adjunto de la FIFA, y el hombre de negocios sudafricano Tokyo Sexwale, buscan abrirse un hueco mediático. La propia federación de Sudáfrica reprendió a Sexwale por su perfil bajo y su discreción.
Champagne, cuyo eje se basa en la promesa de aumentar las ayudas para las federaciones mas pobres, presenta la línea más continuista y aseguró en una reciente entrevista al periódico francés Le Figaro que Joseph Blatter había hecho «bien al fútbol».
«No me avergüenzo de mis 11 años en la FIFA», confiesa el francés, estimando que para llevar a cabo las reformas «es necesario conocer a la institución por dentro». Pero sea cual sea el nombre del próximo presidente de la FIFA, la tarea que le espera se anuncia pesada.
Varios procesos en FIFA
A los procesos emprendidos por la justicia interna de la FIFA y por la justicia estadounidense, dirigidos a cerca de 40 acusados, entre ellos varios antiguos vicepresidentes de la FIFA y miembros de su comité ejecutivo, se añade también un proceso penal iniciado por la justicia suiza.
En el marco de esta investigación de las autoridades suizas, Sepp Blatter fue imputado por «gestión desleal», y «abuso de confianza», especialmente por un pago de 1,8 millones de euros a Michel Platini sin que mediase contrato escrito.
Por ese supuesto trabajo de Platini como asesor realizado nueve años antes de que se realizase el pago, ambos dirigentes deportivos fueron inhabilitados durante ocho años.
«Espero que todas las cuestiones penales sean tratadas hasta el final, pero que sea rápidamente, para que podamos volver a hablar de fútbol», deseó el domingo Infantino, consciente de que la tarea del futuro presidente de la FIFA «no será sencilla».
En ese contexto, uno de los retos será recuperar la confianza del público y de los patrocinadores, que han contribuido a convertir a la FIFA en la federación deportiva más próspera del mundo, pero también la más desprestigiada. Sólo durante el Mundial de Brasil se generaron 4.800 millones de dólares en ingresos brutos.
Para conseguir este propósito, se plantean reformas como la limitación de los mandatos, un control de integridad de los miembros electos, y más transparencia en la remuneración de los contratos.
«Una verdadera transparencia, es la piedra angular de la nueva FIFA», asegura Infantino. «Es a través de ella que la FIFA podrá recuperar el respeto y la credibilidad», añade.