El cannabis tiene su primer museo en Uruguay
Con información de Agencias
Cuando Uruguay era gobernado por la dictadura militar, el entonces joven Eduardo Blasina encontró refugio en el rock.
«El marxismo leninismo nunca me sedujo, porque me parecía que era salir de una dictadura para pasar a otra. Fue el rock el que me dio el sentido de libertad que yo buscaba y pronto vi que parte de ese sentimiento de libertad tenía que ver con el cannabis», recordó Blasina, dueño y director del Museo Cannabis Montevideo que se inauguró el jueves en la capital uruguaya.
Blasina probó la marihuana por primera vez cuando tenía 19 años en unas vacaciones en Brasil. Desde entonces se transformó en un partidario de la legalización de la hierba. «El museo tiene como uno de sus ejes la reivindicación de la libertad, porque siempre creí que la libertad funciona mejor que las prohibiciones», dijo a The Associated Press.
La idea de crear un museo cannábico surgió hace unos dos años, cuando escuchó de boca de una autoridad del Ministerio de Turismo que lo deseable sería que la fama que Uruguay se ganó por legalizar la hierba provocara la llegada de un turismo interesado en el fenómeno cultural y no en el simple consumo de marihuana.
En el museo, ubicado en una amplia casona en el barrio de Palermo, a pocas cuadras del Río de la Plata, se exhiben un sinfín de objetos elaborados con cáñamo: prendas de vestir, cremas de todo tipo, jabones y champú, medicamentos para humanos y perros, papel, ladrillos que se emplean en la construcción, portafolios para ejecutivos y hasta pasta italiana.
«El cáñamo es la planta más versátil del mundo. Fue la que le permitió al hombre navegar, porque antes de la invención de los motores las velas eran de cáñamo», explicó Blasina mientras mostraba con orgullo un paquete de fettuccini de cannabis. «Los hace una empresa uruguaya. Son exquisitos, yo los he probado. No tienen ningún efecto psicoactivo, pero a pesar de ello hace meses que están intentando lograr que el Ministerio de Salud Pública los autorice a salir al mercado».
La marihuana y el cáñamo pertenecen a la familia del cannabis, pero algunos expertos diferencian el cáñamo de la marihuana. El cáñamo es rico en cannabidiol (CBD), una sustancia no psicoactiva pero que suele usarse en el tratamiento alternativo de enfermos que sufren problemas neurológicos como epilepsia, convulsiones, párkinson y mal de Alzheimer, y contiene cantidades infinitesimales de tetrahidrocannabinol (THC).
La marihuana en cambio es rica en ácido tetrahidrocannabinólico (THCA), que en la combustión se convierte en THC, la sustancia que altera las funciones psíquicas a quien la fuma. La marihuana también es rica en ácido cannabidiólico (CBDA), que en la combustión se convierte en CBD.
En el museo también hay libros, revistas y material científico y médico de la época en la cual la marihuana se usó legalmente como medicamento, en la segunda mitad del siglo XIX. Y muestras de productos médicos de la hierba recién salidos al mercado. «El museo te pone en el pasado, en el presente y en el futuro, porque tenemos los desarrollos que la ciencia está realizando en este momento», dijo su director.
Además de marihuana y cáñamo, el museo también homenajea a otras especies vegetales importantes para el ser humano. En el jardín de la casona que alberga la colección cannábica hay frutales nativos de Uruguay y la región, y plantas de café y yerba mate, de la cual se extrae la infusión más popular en el país.
«Quisimos darle un lugar importante a la yerba mate, que tiene una presencia muy fuerte en el museo. Es la hierba psicoactiva nativa», explicó Blasina, ingeniero agrónomo de profesión, aludiendo a los efectos que esta hierba amarga tiene en quien la consume: despierta, vigoriza y quita el hambre.
El museo tendrá una especie de mate-bar donde los turistas que no son de la región podrán tener su primera experiencia con el mate.
El Parlamento sancionó el 10 de diciembre de 2013 una ley que transformó a Uruguay en el primer país en tener un mercado legal de esta hierba desde su siembra hasta su venta al público, que se realizará en una red de farmacias.
Dos empresas ganaron la licitación para cultivar la hierba que se venderá en las farmacias. Ambas ya hicieron su primera cosecha, pero diversas dilaciones del gobierno han retrasado la llegada de la hierba a los comercios. Blasina es uno de los accionistas de una de las dos empresas que ganaron la licitación.
La misma ley habilitó el cultivo personal del cannabis y la formación de clubes cannábicos. Hasta el momento hay 5.446 cultivadores registrados y 27 clubes ya habilitados.