El cambio climático y el riesgo de complicaciones cardiovasculares y trombosis
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Varios estudios relacionan la exposición a eventos climatológicos extremos, altas temperaturas y polución atmosférica con problemas de salud, sobre todo se relaciona con problemas cardiovasculares, según ha explica el doctor José Antonio Páramo, del Servicio de Hematología de la Clínica Universidad de Navarra y ex presidente de la Sociedad Española de Trombosis y Hemostasia (SETH).
En el año 2019 aproximadamente 18,6 millones de personas fallecieron de enfermedades cardiovasculares y aunque el papel del cambio climático no se ha establecido con precisión, «es claro que la exposición a eventos climatológicos extremos, altas temperaturas y polución atmosférica contribuyen en gran medida al desarrollo de estas complicaciones cardiovasculares, en particular en sujetos con factores de riesgo».
Entre las moléculas asociadas con polución destacan el monóxido de carbono (CO), dióxido de sulfuro (SO2) y dióxido de nitrógeno (NO2). La presencia en cantidades relevantes de estas sustancias se ha asociado con la resistencia insulínica, diabetes mellitus tipo 2 e hipertensión arterial como factores de riesgo. Además, se ha descrito una asociación entre la exposición prolongada a estas sustancias y la mortalidad cardiovascular.
En un estudio en más de 500.000 sujetos dicha exposición se asoció con un incremento del 10% de mortalidad cardiovascular, lo que se ha confirmado en un metaanálisis reciente. Finalmente, la alteración de la composición natural de la atmósfera con la entrada de partículas en suspensión hace que, una exposición corta a las mismas, se asocie con un incremento de 1-2,5% en la incidencia de infarto de miocardio y hasta un 13% de aumento de incidencia de ictus isquémico.
Según detalla Páramo, se ha estimado que más de 5 millones de muertes se producen anualmente como consecuencia de cambios no óptimos en la temperatura, lo cual es de especial importancia en pacientes con múltiples factores de riesgo cardiovasculares. «Las temperaturas extremas se han asociado con el desarrollo de diabetes tipo 2 y pobre control glucémico, así como con resistencia insulínica e hipertensión arterial», señala.
A nivel global el riesgo relativo de mortalidad cardiovascular aumenta con el incremento de temperatura, de modo que un metaanálisis ha mostrado que por cada incremento de 1ªC se asocia con un aumento de mortalidad del 3,44%. «También el frío intenso se asocia con un importante incremento de la mortalidad y de la incidencia de cardiopatía isquémica e ictus isquémico. Las temperaturas extremas pueden condicionar, asimismo, mayores tasas de insuficiencia y arritmias cardiacas», precisa.
Entre los mecanismos implicados, la hipertermia causa vaso dilatación, activación simpática, deshidratación que provoca hemoconcentración, con evidencia analítica de leucocitosis y trombocitosis induciendo un estado hipercoagulable. El calor extremo induce disfunción endotelial con liberación de proteínas de choque térmico de la familia HSP, que favorecen la inflamación y el daño multiorgánico. El frío extremo causa bradicardia, cambios electrocardiográficos con prolongación del QT, aumento de la viscosidad, hemoconcentración y también puede provocar hipercoagulabilidad.
Con información de Infosalus.
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