El BID urge a Latinoamérica a reducir la deuda pública en una cuarta parte - 800Noticias
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EFE

El Banco Interamericano de Desarrollo (BID) urgió este jueves a los Gobiernos de Latinoamérica a reducir la deuda pública en una cuarta parte, después de que escaló desmesuradamente por las medidas llevadas a cabo para paliar las consecuencias de la pandemia.

«Los países de América Latina y el Caribe deben priorizar la reducción de la deuda a niveles prudentes para impulsar el crecimiento económico, favorecer la inversión productiva y reducir el riesgo de una crisis de endeudamiento», apuntó el organismo en un informe presentado hoy.

Todo ello después de que la deuda pública se disparó hasta superar el 70 % del producto interno bruto (PIB) debido en parte a los gastos que «ayudaron a la región a combatir la pandemia», pero que ahora suponen «un lastre para la economía».

Además, las empresas emitieron «montos considerables» para sobrevivir a la crisis, por lo que la deuda total escaló a unos 5,8 billones de dólares, cifra equivalente al 117 % del PIB de la región, y hasta el 140 % del PIB en las cinco economías más grandes.

Por ello, el informe titulado «Lidiar con la deuda, menos riesgo para más crecimiento en América Latina y el Caribe» alerta de que los altos niveles de deuda pueden obstaculizar el desarrollo porque «impulsan a los inversores a exigir mayores rendimientos y desplazan las inversiones privadas» y «obligan a los Gobiernos a desviar recursos escasos para pagar intereses, en lugar de invertir en infraestructura y servicios públicos».

Además, un excesivo endeudamiento también reduce la capacidad de los países de responder a futuros shocks económicos para apoyar a los hogares y las empresas, y aumenta por lo tanto el riesgo de crisis.

«La pandemia, la invasión rusa a Ucrania, la alta inflación, el aumento de las tasas de interés y el bajo crecimiento mundial, combinados con una deuda elevada, aumentan la vulnerabilidad de la región», señala el informe.

El BID ofrece en el informe una serie de recomendaciones entre las que está la de reducir considerablemente la deuda pública, que hoy promedia en el 70 % del PIB, hasta un nivel «prudente» de entre el 46 % y el 55 %, en función de las características específicas de cada país.

El estudio analiza varias políticas que pueden ayudar a los Gobiernos a llevar la deuda hasta niveles prudentes y promover su sostenibilidad.

Entre ellas la de mejorar las instituciones fiscales de manera que los países dependan menos de políticas fiscales discrecionales, que haya una mejor planificación fiscal a mediano plazo y evaluaciones independientes de los impactos de las diferentes medidas.

«Los programas de política bien diseñados pueden aumentar la eficiencia y, a la vez, favorecer a los sectores más postergados, ofreciendo espacios para la inversión pública, impulsando el crecimiento y permitiendo mejores respuestas a futuras crisis», destaca el BID.

Los países deberían también tratar de aprovechar al máximo los productos que ofrecen los bancos multilaterales de desarrollo y asegurarse de que las oficinas de gestión de la deuda cuenten con suficiente personal y tengan cierto grado de autonomía para hacer planes a mediano plazo.

El BID señala asimismo que se estudie «cuidadosamente» la mejor manera de ayudar a las empresas privadas ya que durante la pandemia muchas empresas sobrevivieron gracias a programas de acceso al crédito.

«Lo que la región necesita ahora es asistencia bien orientada a aquellas empresas prometedoras que realmente la necesiten, y que utilice un conjunto más amplio de instrumentos financieros», explica el banco de desarrollo.

Pese al alto endeudamiento general, los niveles generales de endeudamiento de los hogares de la región siguen siendo «relativamente bajos» respecto de los estándares internacionales, un 22 % del PIB en promedio frente al 35 % de otras economías emergentes y el 77 % de los países desarrollados.

Por último, el BID recomienda crear un foro regional para discutir temas relacionados con la deuda y su reestructuración, un evento que «complementaría la arquitectura financiera internacional existente, aprovecharía el tremendo conocimiento e innovación de la región respecto a los procesos de reestructuración de la deuda, y promovería el debate sobre la mejor manera de vincular los desafíos climáticos y de deuda para los países».

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