El Amor en los Tiempos del Cólera de García Márquez y el coronavirus
Redacción 800 Noticias
Miles de personas alrededor del mundo han descubierto durante la crisis del coronavirus que la peste del olvido que castigó a Macondo, el pueblo ficcional de Gabriel García Márquez, en su novela «El Amor en los Tiempos del Cólera».
El relato parece habernos dejado un manual para enfrentar el COVID, les invito a leerlo:
“Capitán, el niño está preocupado y muy incómodo debido a la cuarentena que el puerto nos impuso».
– ¿Qué te preocupa, muchacho?
¿No tienes suficiente comida?
¿No duermes lo suficiente?
– No es eso, Capitán. No puedo soportar el no poder desembarcar y el no poder abrazar a mi familia.
– – Y si te dejan salir del barco y tus seres Amados se contaminan, ¿cargarías con la culpa de infectar a alguien que no puede soportar la enfermedad?
– – Nunca me lo perdonaría, pero para mí que inventaron esta plaga.
– Puede ser, pero ¿y si no fue inventada?
– – Entiendo lo que quiere decir, pero me siento privado de mi libertad, Capitán, me privaron de algo.
– Y tú te privas aún más de algo.
– -¿Está Usted, jugando conmigo?
– De alguna forma.
– Si te privas de algo, sin responder adecuadamente, habrás perdido.
– -«¿Entonces quieres decir, como dices, que si me quitan algo, para ganar debo privarme de otra cosa?»
– Exactamente, yo hice cuarentena hace 7 años atrás.
– – ¿Y de qué se tuvo que privar?
– Tuve que esperar más de 20 días en el barco.
– Había meses en que ansiaba llegar al puerto y disfrutar de la primavera en tierra.
– Hubo una epidemia.
– En Porto Abril, se nos prohibió bajar.
– Los primeros días fueron duros.
– Me sentí como tú.
– Pronto comencé a enfrentar esas imposiciones, usando la lógica.
– Sabía que después de 21 días de este comportamiento, se crea un hábito, y en lugar de quejarme y crear hábitos desastrosos, comencé a comportarme de manera diferente a los demás.
– Empecé con la comida. Me propuse comer la mitad de lo habitual. Luego comencé a seleccionar los alimentos más digeribles, para no sobrecargar el cuerpo.
Comencé a nutrirme con alimentos que, por tradición histórica, habían mantenido al hombre sano.
– El siguiente paso fue agregar a esto una purificación de pensamientos no saludables y tener pensamientos cada vez más elevados y nobles.
– Me propuse leer al menos una página cada día de una discusión que no conocía.
– Me puse a hacer ejercicios en el puente del barco.
– Un anciano hindú, me había dicho hace años que el cuerpo mejoraba al retener la respiración.
– Me puse a respirar profundamente cada mañana.
– Creo que mis pulmones, nunca habían alcanzado tal capacidad y fuerza.
– La tarde fue la hora de la oración, el momento de agradecer a una Entidad Divina, por no haberme dado, como destino, privaciones graves durante toda mi vida.
– El hindú, también me había aconsejado que tuviera la costumbre de imaginar que la luz entraba en mí y me hacía más fuerte.
También podría funcionar para los seres queridos que estaban lejos, por lo que también integré esta práctica en mi rutina diaria en el barco.
– En lugar de pensar en todo lo que no podía hacer, estaba pensando en lo que haría una vez que llegara a Tierra firme.
– Visualizando las escenas de cada día, las vivía
– intensamente y disfrutaba de la espera.
– Todo lo que podemos obtener en seguida, rápido, no es interesante.
– Esperar, sirve para sublimar el deseo y hacerlo más poderoso.
– Me privé de comidas ricas, botellas de ron y otras delicias.
Me habían privado de jugar a las cartas, de dormir mucho, de practicar el ocio, de pensar sólamente de lo que me estaban privando.
– – ¿Cómo terminó, Capitán?
– Adquirí todos esos nuevos hábitos.
Me dejaron bajar del bote mucho más tarde de lo esperado.
– -¿Se privó de la primavera, entonces?
– Siií, ese año me privaron de la primavera y muchas otras cosas, pero aún así florecí, llevé la Primavera, dentro de mí y nadie me la puede quitar.”
~Gabriel García Márquez
Agencias