EFE: La contracampaña desesperada de la oposición en Venezuela
EFE
Tras cinco años con el Parlamento bajo su batuta, la oposición venezolana liderada por Juan Guaidó, que considera que las elecciones legislativas del próximo 6 de diciembre son un fraude, apura los últimos meses de gloria en una contracampaña desesperada que busca, sin éxito, neutralizar al chavismo.
El buque insignia con el que la oposición se ha lanzado a este particular contraataque es una consulta popular, programada para la semana siguiente a los comicios con la intención de que se conozca la opinión «real» de la ciudadanía sobre aspectos políticos del país.
La consulta es el último cartucho del grupo opositor, tras otros intentos fallidos de reconquistar a los simpatizantes perdidos, aquellos que creyeron en Guaidó y le dieron su apoyo en enero de 2019 para asumir la Presidencia interina del país, creyendo en su promesa de derrocar al mandatario Nicolás Maduro y liberar Venezuela.
Pero 22 meses después, todo sigue igual en la nación caribeña. El paso del tiempo y los escasos logros de opositor minaron la paciencia y las ilusiones de quienes creyeron en él, y se alejaron del proyecto en el que otrora confiaron.
En un intento desesperado de aferrarse a lo imposible, Guaidó trata de legitimar su idea de continuar ostentando un mandato interino sin instituciones a su cargo, sin funcionarios, sin fuerzas de seguridad del Estado, sin capacidad de maniobra y, a partir del 5 de enero, también sin el control del Parlamento.
LA CONSULTA
«¿Exige usted el cese de la usurpación de la Presidencia de parte de Nicolás Maduro y convoca la realización de elecciones presidenciales y parlamentarias libres, justas y verificables?», reza la primera pregunta, cuya formulación da por hecho que todos los venezolanos consideran al actual mandatario un usurpador. El cálculo no se corresponde con la realidad.
La segunda, aunque más abierta, consta de dos partes, así que la respuesta, que se limita a un «sí» o un «no», ha de ser, obligatoriamente válida para ambas. «¿Rechaza usted el evento del 6 de diciembre organizado por el régimen de Nicolás Maduro y solicita a la comunidad internacional su desconocimiento?», dice.
Y la tercera: ¿Ordena usted adelantar las gestiones necesarias ante la comunidad internacional para activar la cooperación, acompañamiento y asistencia que permitan rescatar nuestra democracia, atender la crisis humanitaria y proteger al pueblo de los crímenes de lesa humanidad?
A priori, parece que no cabría más respuesta que un rotundo «sí», al margen de ideologías. Sí a la cooperación, sí a la democracia, sí al apoyo ante la crisis humanitaria y sí a la protección del pueblo ante delitos tan graves como los crímenes de lesa humanidad.
La obviedad manifiesta, la simpleza del planteamientos y la limitación fueron algunas de las cuestiones más criticadas por los internautas desde que se dieron a conocer las preguntas. Pero sobre todo sirvieron para recordarle, una vez más, a Guaidó que continúa con los mismos planteamientos que en enero de 2019, a sabiendas de que no son factibles.
Sin embargo, no escucha la voz de la calle, no tiene en cuenta las críticas en masa de quienes le brindaron todo su apoyo cuando consideraron que podría ser la persona que llevase a Venezuela a un cambio radical y rechaza cualquier opinión discordante.
UN DESIERTO DE IDEAS
Pero, por si la opinión de quienes deben votar (o no) en la consulta, hay más. Esta fórmula está lejos de ser una idea original y efectiva, puesto que ya en 2017 la AN promovió otra con una pregunta muy similar y, cuyo mandato, quedó incumplido.
«Hay un desierto de ideas, un desierto de posibilidades y de ilusión», explica a Efe el politólogo Daniel Varnagy, profesor de la Universidad Simón Bolívar, acerca de la estrategia opositora.
Esta falta de ideas ha llegado a la propia campaña para promover la participación bajo el llamado «Venezuela alza tu voz», la misma frase que ha utilizado el Gobierno para pedir el voto en las elecciones legislativas.
Atrás quedó aquel Guaidó que apostó fuerte en enero de 2019 al proclamarse presidente interino y que, según detalla Varnagy, fructificó con «la sorpresa de lograr que más de 60 países se pronunciaran taxativamente a favor de algo (la apuesta de la oposición) y en contra de algo (el Gobierno de Maduro).
«Eso era algo que no se esperaba y creo que fue extraordinario», sostiene.
Pero hoy, observa que ese primer asombro es más tímido que nunca y no se ve «a ninguno de esos países» que reconocieron a Guaidó como mandatario encargado «haciendo grandes acciones», por lo que cree «no se está produciendo nada para cambiar el sistema político venezolano».
En su opinión, eso significa que «lo que fue un liderazgo opositor, dejó de serlo», puesto que «la oposición no son las palabras, son las acciones».
«Cuando hay solo una oposición discursiva, con personas emblemáticas con nula capacidad de accionar político, yo no podría hablar de oposición, podría hablar de distintas gradaciones de discurso, donde hay discursos a favor del oficialismo y discursos en contra, pero son solo discursos», sostiene.
LA LUCHA POR LA SUCESIÓN
Con este panorama, son muchos los que consideran que el 6 de enero de 2021, el día siguiente a que el nuevo Parlamento comience sus funciones, el actual liderazgo opositor habrá terminado su periplo y quedará condenado al olvido. Se abrirá entonces la batalla por ser el nuevo líder que encauce el desencanto popular venezolano.
La apuesta de Varnagy es contundente: «las bases de los partidos políticos van a tener que defenestrar a los pequeños dictadorzuelos que están dentro de los partidos, que además han sido judicializados».
El cansancio con los grandes nombres de la oposición es visible y tangible en las calles, pero este ha ido creciendo hacia unos partidos que han homogeneizado la protesta y han acabado convertidos casi en prolongaciones de los políticos fracasados.
Es ahí donde jugarán un rol los jóvenes y los políticos de base, alejados de los grandes focos que, según el profesor universitario, vivirán «un año de transformación no de la oposición, sino de la política venezolana» al «zumbar por la ventana a los líderes intocables» hasta hoy.