EEUU: «Maduro es un dictador que ignora la voluntad del pueblo venezolano»
EFE
El Gobierno estadounidense tomó la poco habitual decisión de sancionar directamente a un jefe de Estado, como lo hizo este lunes con Nicolás Maduro, pero evitó usar por ahora la medida más contundente contra el régimen venezolano: apuntar a las importaciones de petróleo y la compañía estatal PDVSA.
«(Maduro) se a une un club muy exclusivo», dijo H.R McMaster, asesor de Seguridad Nacional en una rueda de prensa en la Casa Blanca, al referirse al grupo de líderes directamente sancionados por Washington como el presidente sirio, Bachar al Asad; el norcoreano Kim Jong Un, y el de Zimbabue, Robert Mugabe.
La medida congela todos los activos que Maduro pueda tener bajo jurisdicción estadounidense y prohíbe las transacciones financieras con él por parte de ciudadanos de EE.UU.
De este modo, Maduro, que sustituyó en 2013 al fallecido Hugo Chávez como líder de la llamada «revolución bolivariana», se une a los trece funcionarios y exfuncionarios venezolanos sancionados anteriormente por alegados abusos de derechos humanos, corrupción y acciones para minar la democracia.
La decisión se produce un día después del voto de la Asamblea Nacional Constituyente (ANC) en Venezuela, con el que se buscaba escoger a redactores de la nueva Carta Magna en el país caribeño, que Washington consideró una «farsa» y al que la oposición venezolana no se presentó por considerarlo «fraudulento».
El Gobierno del presidente Donald Trump sí dio el paso al frente de calificar sin ambages a Maduro como «dictador», algo que había evitado hasta ahora.
«No es solo un mal líder, ahora es un dictador», agregó McMaster.
Mientras que Steven Mnuchin, secretario del Tesoro, quien acompañó a McMaster, subrayó que «las elecciones ilegítimas de ayer confirman que Maduro es un dictador que ignora la voluntad del pueblo venezolano».
Sin embargo, EE.UU. evitó ir más lejos, como se había especulado, y aplicar medidas contra las importaciones de petróleo venezolano a Estados Unidos.
Este flujo es vital para la maltrecha economía venezolana, en un momento de profunda crisis y una inflación disparada por encima del 700 % anual, ya que las ventas petroleras son el 92 % de sus exportaciones y el 40 % de ellas tienen como destino EE.UU.
Más aún, las exportaciones petroleras venezolanas a puertos estadounidenses, cerca de 750.000 barriles diarios (bdp), es de las pocas que son comercializadas a precios de mercado y que por tanto son rentables.
«500.000 bpd van a pérdida en el mercado interno, 500.000-650.000 bpd van a pago de deudas con China, Rusia y socios de las empresas mixtas, y cerca de 100.000 bpd son todavía enviados con subsidios y financiados a Cuba y PetroCaribe», señaló a Efe Francisco Monaldi, profesor de Políticas de Energía de la Universidad Rice de Texas.
El Gobierno de Trump ya había advertido la pasada semana de «rápidas y contundentes» sanciones contra EE.UU. si Maduro continuaba con su plan de votación de la Constituyente.
EE.UU. guarda, por tanto, la bala petrolera en la recámara a la vez que amenaza con nuevas medidas contra Caracas.
«Cualquier persona que participe en esta ilegítima ANC podría ser expuesto a futuras sanciones por minar el proceso democrático y las instituciones en Venezuela», subrayó Mnuchin.
El titular del Tesoro reiteró que EE.UU. «no se mantendrá quieto a medida que Venezuela continúa su derrumbe».
Ante la fuerte vinculación petrolera entre Washington y Caracas, los expertos reconocían que una limitación de las importaciones tendría también efectos sobre la economía estadounidense, especialmente para las empresas de refino del Golfo de México, aunque más livianos.
En este sentido, Monaldi explicó que «EE.UU. puede encontrar sustituto para el crudo venezolano pero a más alto costo, de Canadá, México, Colombia y el Golfo Pérsico», por lo que señaló que «subiría ligeramente la gasolina y caerían los márgenes de los refinadores».