EEUU: Indicios apuntan a que hemos abatido al planificador del atentado en Kabul
EFE
Estados Unidos atacó con un drone al planificador del atentado que mató al menos a 170 personas, ente ellas 13 soldados norteamericanos, el jueves en el aeropuerto de Kabul, informaron portavoces militares norteamericanos. El objetivo fue un cabecilla de la rama afgana del Estado Islámico, que reivindicó el atentado.
La operación tuvo como escenario la provincia de Nangarhar, en el este de Afganistán, y según fuentes estadounidenses, el líder islamista habría muerto en el acto.
“Las fuerzas militares estadounidenses llevaron a cabo una operación antiterrorista en el horizonte contra un planificador de ISIS-K”, dijo el capitán Bill Urban, portavoz del Comando Central de Estados Unidos, en un comunicado. Se refería al aliado del Estado Islámico en Afganistán, también conocido como Estado Islámico Khorasan, que se atribuyó la responsabilidad del ataque del jueves.
“El ataque aéreo no tripulado ocurrió en la provincia de Nangarhar de Afganistán”, dijo el capitán Urban. “Los primeros indicios apuntan a que hemos abatido al planificador. No sabemos de víctimas civiles“, acotó.
El Pentágono informó este viernes que el aeropuerto de Kabul fue blanco del ataque de un suicida y no de dos, como inicialmente se había informado.
El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, había prometido venganza contra los autores del ataque, a quienes aseguró que los perseguiría y les haría pagar por los atentados.
EEUU seguirá con las evacuaciones en Kabul hasta el 31 de agosto a pesar de las amenazas
Las fuerzas armadas estadounidenses, ahora bajo una mayor seguridad y también bajo la amenaza de otro ataque terrorista, siguieron adelante con la evacuación desde el aeropuerto de Kabul el viernes, al día siguiente de que un atentado suicida en las puertas de la terminal aérea escribiera un devastador capítulo final para la guerra de casi 20 años en Afganistán.
La Casa Blanca y el Pentágono advirtieron que podría haber un mayor derramamiento de sangre antes del martes, la fecha límite impuesta por el presidente Joe Biden para poner fin al puente aéreo y retirar a las fuerzas estadounidenses. Los próximos días “serán nuestro periodo más peligroso hasta la fecha” en la evacuación, declaró la secretaria de prensa de la Casa Blanca, Jen Psaki.
El atentado del jueves fue uno de los ataques terroristas más letales que ha visto el país. Estados Unidos dijo que fue el día más mortífero para las fuerzas estadounidenses en Afganistán desde 2011.
Mientras el llamado a la oración resonaba el viernes en Kabul junto con el rugido de los aviones que partían, las ansiosas multitudes que se agolpaban en el aeropuerto con la esperanza de escapar del dominio talibán parecían más numerosas que nunca, a pesar de las cruentas escenas vistas la víspera.
Tanto los afganos como los ciudadanos estadounidenses y otros extranjeros eran muy conscientes de que se estaba acabando el tiempo para salir a través del puente aéreo.
Jamshad fue al aeropuerto con su mujer y sus tres hijos pequeños. Sostenía firmemente una invitación a un país occidental que no quiso identificar.
“Después de la explosión decidí que lo intentaría. Porque tengo miedo de que ahora haya más ataques, y creo que ahora tengo que irme”, manifestó Jamshad, que como muchos afganos sólo usa un nombre.
El Pentágono dijo el viernes que sólo hubo un terrorista suicida -en la puerta del aeropuerto- y no dos, como informaron inicialmente los funcionarios estadounidenses. Un funcionario estadounidense señaló que el atacante llevaba una carga explosiva más grande de lo habitual, de cerca de 12 kilos, cargados de metralla, lo que explicaría el alto número de víctimas.
El funcionario estadounidense habló bajo condición de anonimato para discutir las evaluaciones preliminares del ataque. Los funcionarios que dieron la cifra de muertos afganos no estaban autorizados a hablar con los medios de comunicación y también hablaron bajo condición de anonimato.
Entre las víctimas afganas se encontraba el fundador de una agencia de noticias y varios afganos empobrecidos que habían acudido al aeropuerto con la esperanza de conseguir una vida mejor.
Los detalles sobre los estadounidenses fallecidos —11 marines, un marinero de la Armada y un soldado del Ejército— también comenzaron a surgir, antes de que el Pentágono diera a conocer sus nombres. Entre ellos se encontraba un joven marine de Wyoming cuya esposa espera un hijo suyo.
Funcionarios británicos dijeron que dos ciudadanos de su país y el hijo de otro británico también estaban entre los muertos cuando la bomba estalló en medio de la multitud.
A la mañana siguiente del atentado, los talibanes utilizaron una camioneta llena de combatientes y tres Humvees capturados para establecer una barrera a 500 metros del aeropuerto, manteniendo a la multitud más alejada que antes de las puertas donde se encuentran las tropas estadounidenses.
Funcionarios militares estadounidenses dijeron que se cerraron algunas puertas y se aplicaron otras medidas de seguridad. Aclararon que había restricciones más estrictas en los puestos de control de los talibanes y menos gente alrededor de las puertas. Los militares dijeron que también habían pedido a los talibanes que cerraran ciertos caminos debido a la posibilidad de que hubiera terroristas suicidas en vehículos.
El Pentágono señaló que el aeropuerto ya contaba con defensas contra los ataques con cohetes y dijo que Estados Unidos mantendría los vuelos tripulados y no tripulados sobre el aeropuerto para su vigilancia y protección, incluyendo el uso de aviones de ataque a tierra con armamento pesado AC-130.
Funcionarios estadounidenses dijeron que los evacuados con credenciales adecuadas seguían siendo autorizados a pasar por las puertas. En el interior, unas 5.400 personas esperaban los vuelos de evacuación.
En Washington, los comandantes estadounidenses informaron a Biden sobre el desarrollo de planes para contraatacar al Estado Islámico y cumplir la promesa del presidente de perseguir a los atacantes y “hacerlos pagar”.