Ecuatoriano nominado a Nobel por producto que evita uso químico en fumigación
EFE
El ecuatoriano Ángel Llerena Hidalgo, doctor en Ciencias Agrícolas, fue propuesto al Premio Nobel de Medicina y Fisiología por su descubrimiento del uso de una alternativa agroecológica para el control de la sigatoka negra en el cultivo del banano con el uso de agua ozonificada.
El estudio nacido hace cinco años en los laboratorios del departamento de Fisiología Vegetal de la Universidad Católica Santiago de Guayaquil busca contrarrestar el uso de 5 millones anuales de litros de fungicidas químicos en Ecuador, que contaminan todas las áreas bananeras afectadas por la sigatoka negra.
La contaminación se manifiesta en enfermedades como cáncer y malformaciones, según el experto, miembro de la Red Latinoamericana de Agroecología y sus alternativas para América Latina (Rapal).
Llerena comentó a Efe que en las plantaciones donde se aplicó el agua mezclada con ozono hubo un exitoso control de la sigatoka negra.
Se trata de un enfermedad producida por un hongo que provoca estrías negras en las hojas del banano, lo que conlleva a una pérdida en su capacidad de fotosíntesis que, a su vez, acelera el proceso de maduración de la fruta y la invalida para la exportación.
Según Llerena, la sigatoka negra, una plaga endémica del banano, está presente en las 280.000 hectáreas de plantación ecuatoriana en las provincias de Guayas, El Oro, Los Ríos y Esmeraldas, por lo que «lo importante es poder convivir» con esa enfermedad.
Ecuador, el primer exportador de banano a nivel mundial, vende 7 millones de cajas semanales a diversos mercados en Europa, Asia y América.
Llerena, de 64 años, relató a Efe que profundizó su trabajo con el ozono a raíz de que un amigo se fue a la quiebra con una fábrica para vender agua con ozono y acudió a él para buscar utilidad de sus equipos en la agricultura.
Productor de soja, palma, banano y cacao, Llerena decidió usar los equipos para esparcir el agua con ozono en una pequeña plantación y a partir del tercer año de investigación, cinco bananeras empezaron a exportar banano fumigado con su producto.
El experto, miembro de la Sociedad española y europea de Fisiología, asegura que con su producto, además de ser no contaminante, se reduce en un 40 por ciento los costos para el control de la plaga.
«Otra ventaja de la metodología es que aumenta el 25 por ciento los rendimientos» pues libera los nutrientes que están en estado insoluble en el suelo y los deja disponibles para la planta, dijo.
Con la patente expedida hace menos de tres meses, Llerena espera que tenga mayor uso el producto con ozono, un gas alotrópico que se disipa fácilmente: «Tenemos ya una fila de productores bananeros que están pidiendo que se les instale».
Según él, los resultados de su producto sobre la sigatoka negra son «inmediatos» y trabajan de forma «fulminante» contra el hongo.
Con una inversión de 350.000 dólares financiados por la Secretaría Nacional de Ciencia y Tecnología, el descubrimiento de Llenera llegó a la candidatura ante el comité noruego del Premio Nobel con la Universidad de Cuba como proponente.
Además, con el apoyo de la Universidad de México, la Politécnica de Honduras, la Universidad Alcalá de Henares, de España y la italiana de Padua, de Italia, explicó al revelar que el 1 de octubre se conocerá los finalistas.
Máster en fisiología vegetal, en agricultura tropical sostenible y en docencia universitaria, y diplomado en nutrición mineral, Llerena indica que el agua con ozono se puede incluir en los canales de riego para plantaciones grandes y adaptar las mangueras para lanzar el producto y que simule a una fumigación aérea.
Atacado el problema de la sigatoka, el experto analiza ya mecanismos para afrontar otra plaga: «el mal de Panamá raza 4», un hongo que no está presente en Ecuador y que vive en el suelo y penetra por la raíz.
«No hay químico que lo controle», asegura al adelantar que analiza con expertos tailandeses interesados en su producto la posibilidad de controlar esa enfermedad, cuyo tipo 1 y 2 están presentes en Ecuador y han dañado miles de hectáreas.
Llerena, quien sostiene que el planeta «no soporta más» los niveles de contaminación, asegura que su producto se puede usar también en otro tipo de plantaciones, como cacao, papaya y arroz.