Drag queen filipina procesada por vestirse de Cristo
EFE | Foto: Referencial
Pura Luka Vega, la drag queen filipina que se enfrenta a una pena de hasta 12 años de cárcel por representar a Jesucristo en una función, defiende que fue solo «su manera» de vivir la religión y espera que su caso ayude a empujar a su país «hacia una mayor libertad de expresión».
«Fue mi manera de vivir la religión, pero Filipinas es todavía muy conservador. Ojalá todo esto ayude para que la ley cambie», comenta a EFE delante de unos de los clubes donde suele actuar Pura Luka Vega, cuyo nombre real es Amadeus Fernando Pagente (33 años).
Pagente fue detenido el pasado 5 de octubre en una comisaría de Manila y liberado horas después tras pagar la fianza, después de que una agrupación religiosa, El Movimiento de Filipinas para Jesús, y otras asociaciones cristianas presentaran una denuncia por su «actuación blasfema y ofensiva».
El polémico espectáculo, en el que la drag queen se travistió de Jesucristo en una actuación el día del orgullo gay el pasado mes de junio, se hizo viral tras la publicación de un video en redes sociales, y desató la furia de la Iglesia Católica filipina, legisladores y figuras de gran relevancia pública en el país con más católicos Asia.
Tras su detención, Pagente se enfrenta ahora a un proceso judicial que incluye cinco acusaciones diferentes, y que podría acabar en un encierro de hasta 12 años en una prisión filipina, país que alberga algunas de las cárceles más superpobladas del mundo.
En una de las causas judiciales, se le acusa de «propagar doctrinas inmorales o exhibiciones indecentes u obscenas» y vulnerar así una ley promulgada en 1930 pero que en realidad se remonta a la época colonial española (1565-1899), por lo que los defensores de Pura cuestionan la legitimidad moral de juzgarla.
La drag queen, no obstante, dice «no tener miedo», a pesar de haber recibido numerosas amenazas de muerte y mensajes de odio a través de las redes sociales, y defiende su función: «Es mi manera de vivir la religión».
Con gesto risueño y alegre, Pagente, cuyo aspecto frágil y dócil no augura tratar con un personaje público tan polémico y rupturista, habla en un inglés muy fluido sobre su caso y el debate que ha suscitado su controvertida función en la opinión pública filipina.
«Nunca quise burlarme de Cristo, era solo una celebración. De hecho, siempre he imaginado a Cristo como alguien que defiende a los oprimidos, incluida la comunidad LGTBI», añade.
Sin embargo, Pagente ha sido declarado persona non grata en 17 ciudades filipinas, entre ellas Manila capital y Cebú -la segunda mayor ciudad del archipiélago-, pero asegura no estar tan preocupado «ya que la decisión es no vinculante, solo una manera de decirme que no soy bienvenido en esos sitios».
Siempre sonriente, agradece el «gran apoyo» que ha recibido tras su detención, y presume de que algunos de sus simpatizantes la van a ayudar económicamente para costear el largo proceso judicial al que se enfrenta.
«No quiero invalidar los sentimientos ofensivos que hayan podido sentir algunos, pero les reto a que lo vean desde nuestro punto de vista. La relación de nuestra comunidad LGTBI con la religión no es sencilla», desliza Pura.
Filipinas cuenta con una sociedad eminentemente conservadora donde alrededor del 80 por ciento de sus 114 millones de habitantes se declaran católicos, y donde están prohibidos el matrimonio entre personas del mismo sexo, el divorcio y el aborto.
«Nos han dicho innumerables veces que somos una abominación, que la homosexualidad es un pecado, pero si Cristo viviera nos defendería», remata Pagente antes de entrar al club para convertirse una noche más y hasta que se lo permitan, en Pura Luka Vega.
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