Dígame qué le duele y le diré qué fruto seco ha de comer
Agencia.- “Los frutos secos son como cápsulas con muchos nutrientes concentrados”, adelanta a modo de spoilerel profesor Jordi Salas-Salvadó, catedrático de Nutrición y Bromatología de la Universidad Rovira i Virgili (Tarragona) e investigador del CIBER de Obesidad y Nutrición del Instituto Carlos III. Y añade: “Son ricos en grasa de origen vegetal, más saludable que muchas de las de origen animal. Alguno de estos frutos contiene también ácido alfa-linolénico (de la serie omega 3), beneficioso para la prevención cardiovascular”.
Estamos, pues, ante un alimento muy completo, que la Organización Mundial de la Salud(OMS) incluye entre aquellos recomendables “para una dieta saludable”. Pero, ¿lo consumimos lo suficiente? Para Francisco Botella, jefe de servicio de Endocrinología y Nutrición del Hospital de Albacete y miembro del comité gestor de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN), el problema no es tanto que lo consumamos poco sino que lo consumimos mal: “Aunque forman parte de la dieta mediterránea, normalmente, los comemos como snack, es decir, fritos y con sal, y eso supone un extra sobre la alimentación normal. Son saludables cuando los incorporamos en la preparación habitual de los alimentos. Por ejemplo, añadiéndolos a unas verduras o a una ensalada”.
Los frutos secos pueden ser un complemento muy válido para combatir un amplio rango de dolencias o cubrir ciertas necesidades físicas
¿Cuál sería una dosis apropiada? La Fundación del Corazón propone “hasta unos 50 gramos de frutos secos” como cantidad adecuada todos los días. Y no conviene dejarlos de lado: aunque no adelgazan, ni por sí mismos curan ninguna enfermedad, ni por supuesto tienen propiedades milagrosas, los frutos secos pueden ser un complemento muy válido para combatir un amplio rango de dolencias o cubrir ciertas necesidades físicas. De hecho, están asociados a una menor mortalidad de cualquier tipo, según la Universidad de Maastritch(Holanda). Así que planteémoslo así: díganos qué le duele y le diremos cuál es su fruto seco.
Tengo el colesterol alto: nueces, avellanas y almendras
Si hay un beneficio estrella de los frutos secos es su contribución a la salud cardiovascular. “Las almendras y avellanas contienen ácidos grasos monoinsaturados, esenciales porque ayudan a controlar los niveles de colesterol en sangre”, dice Marta María Suárez, presidenta de la Asociación de Dietistas-Nutricionistas de Madrid (ADDINMA). “Un consumo de 60 gramos al día baja un 7,8% los niveles de colesterol”, señala el profesor Salas-Salvadó. Según este experto, las nueces son el único fruto seco con grasas poliinsaturadas de tipo omega 3, las cuales, además de reducir el colesterol, rebajan la tensión arterial y previenen otras enfermedades del corazón, como publicó la Universidad de Maryland (EE. UU.). Las avellanas disminuyen los niveles de homocisteína, un aminoácido que puede dañar el recubrimiento de las arterias (lo refrenda la Universidad Hacettepe, en Turquía). Y un estudio finlandés sostiene que los flavonoides (que se encuentran en la piel de las almendras) también cuidan el corazón.
Estoy estreñido: pistachos, macadamias y nueces
Posiblemente haya oído hablar del efecto casi volcánico que las ciruelas pasas ejercen en los intestinos, origen de su merecida fama de enemigas del estreñimiento. Es por su alto contenido en fibra (un 7,1%). Pues bien, ¿sabía que los pistachos tienen un porcentaje aún mayor, un 10,6%? Le siguen las nueces (6,5%) y las nueces de Macadamia (5,3%), todo según la base de datos del Departamento de Agricultura de Estados Unidos. Las dietas altas en fibras vegetales, además, podrían reducir el riesgo de cáncer de colon, como afirman en la Universidad de Toronto (Canadá).
Tengo sobrepeso: almendras, avellanas y nueces
Contrariamente a lo que se piensa, los frutos secos —en cantidades razonables— no están contraindicados en casos de sobrepeso. “Se ha visto que quienes los consumen frecuentemente tienen menos riesgo de ganancia ponderal y de desarrollar con el tiempo obesidad”, expone Jordi Salas-Salvadó. En 2008, investigadores estadounidenses de varias universidades revisaron estudios anteriores, avalando este dato. Se debe, sobre todo, a su índice de saciedad. “Si ingerimos una cantidad de calorías en forma de frutos secos volveremos a tener hambre bastante más tarde que si ingerimos esa misma cantidad de calorías en otro tipo de alimentos”, afirma el doctor Francisco Botella. “Los frutos secos oleosos, almendras, avellanas y nueces, sobre todo, son los más valorados dentro de un plan de alimentación, precisamente por la calidad de la grasa que aportan”, indica Marta María Suárez.
Estoy embarazada: cacahuetes y avellanas
¿Esperando un bebé? Seguramente su ginecólogo le habrá recetado ácido fólico (según la CDC, previene defectos durante las primeras semanas de gestación). En tal caso, hágase amiga de los cacahuetes y las avellanas. Los primeros contienen 145 µg de folato (la forma natural del ácido fólico) por cada 100 gramos, y los segundos, 113. Tampoco desprecie las nueces, con 91. Las almendras, en cambio, solo 22. Dado que la ingesta diaria recomendada en adultos es de entre 200 y 400 µg (según la Facultad de Farmacia de la Universidad Complutense de Madrid), el aporte de estos frutos es considerable. Por supuesto, no sustituyen el tratamiento que le haya prescrito su médico.