¿Diferencias entre cómo cruzan los inmigrantes indocumentados las fronteras sur y norte de México?
Agencias
La desgarradora imagen dio la vuelta al mundo: los cuerpos de un padre que abraza a su hija de casi 2 años de edad flotan en una orilla del río Bravo que divide a México y Estados Unidos.
Óscar Martínez y su hija Valeria viajaron desde El Salvador para cruzar la frontera, pero la corriente del río arrastró a la niña. Al tratar de rescatarla, su papá murió también. La madre de la menor logró cruzar el río.
El caso es una evidencia de la crisis que se vive en las fronteras norte y sur de México, donde en los últimos meses se han concentrado miles de migrantes.
Según el gobierno estadounidense, solo en mayo más de 144.000 personas fueron detenidas por entrar irregularmente a su país por la frontera sur.
¿Cómo pudieron cruzar por todo México esa cantidad de personas en apenas 30 días?
Una respuesta es el inusual incremento de migrantes provenientes de Centroamérica que formaron parte de varias caravanas que ingresaron al país con miles de personas cada una.
Pero también se debe a las bandas de delincuencia organizada. «Son responsables de que tanta gente esté allá» en Estados Unidos, le dice a BBC Mundo Rubén Figueroa, del Movimiento Migrante Centroamericano.
«Han traficado miles de personas en tráileres, autobuses y en avión a Tamaulipas, Coahuila y Sonora, sobre todo guatemaltecos y hondureños», precisa.
De hecho, parte de la estrategia del gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador para contener el inédito flujo migratorio es combatir a las bandas que trafican con seres humanos.
«Es uno de los objetivos principales de todo lo que estamos haciendo, impedir que ese tráfico siga ocurriendo», advierte el canciller de México, Marcelo Ebrard. «Ese tráfico no se puede negar, es un hecho».
Las caravanas
Autoridades y organizaciones civiles coinciden en que existen distintas maneras de cruzar de forma irregular las fronteras sur y norte de México.
En el caso del sur, desde hace unos años un método muy utilizado por los migrantes de Centroamérica es cruzar el río Suchiate, en la frontera con Guatemala, y después moverse hacia el norte en ferrocarriles de carga.
Otros caminan por zonas de selva, en la región de Petén y al entrar a territorio mexicano abordan los trenes.
Es una travesía complicada y en algunos tramos peligrosa. Los migrantes suelen enfrentar el riesgo de secuestros, asaltos y abusos sexuales, según ha documentado la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH).
Los que logran llegar a la frontera norte enfrentan otros riesgos. Uno es morir ahogados en el río Bravo, como Óscar Martínez y su hija.
Pero quienes cruzan por el desierto también pueden morir por las altas temperaturas en el verano.
Un ejemplo ocurrió el 23 de junio, cuando una familia de cuatro personas de Guatemala murió en el Parque Anzaldúas de Texas.
El peligro aumenta con los migrantes que viajan solos o en grupos reducidos, dicen activistas. Es una de las razones por las que desde el pasado octubre muchos decidieron emprender el viaje en grandes caravanas.
Sin embargo, las autoridades mexicanas creen que la formación de algunos de estos grupos no es espontánea. «Hay que ver quiénes están promoviendo las caravanas», dijo en febrero la secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero.
«Hay que ver quiénes son los líderes, cómo reclutan gente desde Honduras».
Según activistas como Rubén Figueroa, las bandas de tráfico de personas tienen un papel importante en la inusual cantidad de migrantes que cruzaron a Estados Unidos en las últimas semanas.
Frontera sur: las redes de tráfico
En 2014, el gobierno del entonces presidente mexicano Enrique Peña Nieto aplicó el Plan Frontera Sur para controlar el flujo migratorio.
Uno de sus componentes fue restringir el abordaje de ferrocarriles de carga. La estrategia alteró la forma como se mueven los migrantes irregulares.
«Detuvieron a muchos», explica Rubén Figueroa. «Desde entonces empieza a aumentar el número de migrantes traficados. Sube tanto que en 2015 y 2016 logran generar enormes ganancias».
Esto se traduce en una red para mover a las personas desde Centroamérica hacia la frontera norte de México. Y según el activista, existen varias modalidades dependiendo del país de origen de los migrantes.
Rutas dentro de México
A quienes provienen de Honduras, por ejemplo, las bandas los mueven en grupos de entre 25 y 30 personas guiadas por un traficante o «coyote».
En la frontera con México son recibidos por grupos locales que se encargan de moverlos hacia el norte, en camiones de carga o autobuses rentados.
Se trata de bandas que usualmente pagan protección a carteles de narcotráfico o que forman parte de su estructura.
En la frontera sur, según datos de la Secretaría de Seguridad Pública, la organización con más presencia es el cartel Jalisco Nueva Generación (CJNG). Pero a lo largo de la ruta a EE.UU. encuentran otras organizaciones, como el cartel de Los Zetas.
En la región fronteriza los «coyotes» también utilizan taxis o el servicio de transporte público local.
En esta modalidad la ruta más utilizada es la que recorre los estados costeros del golfo de México; es decir, Tabasco, Veracruz y Tamaulipas hasta la frontera con Texas.
Pero hay otros caminos.
Los migrantes de Guatemala suelen entrar a México por la frontera con Chiapas, y de ahí emprenden el viaje hacia el norte.
Generalmente viajan con organizaciones en las que, a diferencia de las que guían a hondureños, los «coyotes» suelen ser también guatemaltecos.
La razón: muchos de los migrantes son indígenas que no comprenden bien el español, expone el activista. Los migrantes guatemaltecos se decantan por la ruta que los lleva hacia Coahuila o Chihuahua y no a Tamaulipas.
Uno de los caminos que se empezó a utilizar desde 2015 es la llamada «ruta del Pacífico»; es decir, moverse por los estados del occidente de México para llegar a Tijuana, Baja California.
Fue uno de los caminos que utilizaban los migrantes mexicanos en los años 80.
Las personas de El Salvador suelen combinar las rutas, apunta Figueroa. Esta migración creó una red de apoyo desde los años 70 y 80, cuando miles abandonaron su país para huir de la guerra civil.
El costo promedio para cruzar la frontera mexicana de esta forma es variable. El canciller Ebrard dice que son entre US$3.500 y US$5.000. El activista del Movimiento Migrante afirma que la tarifa es de unos US$7.000.
Pero hay quienes pagan mucho más, le dice a BBC Mundo Cy Winter, experto en manejo de fronteras de la Organización Internacional de las Migraciones (OIM).
El organismo ha detectado a personas que suelen pagar hasta US$40.000 para conseguir visas y documentos de identidad que les permiten moverse por varios países.
Frontera norte: «el clavo»
Una vez en la frontera con Estados Unidos, ¿cómo cruzan las personas sin documentos migratorios?
«De la misma forma de siempre, no ha variado», le dice a BBC Mundo Víctor Clark Alfaro, presidente del Centro Binacional de Derechos Humanos de Tijuana, Baja California.
Es decir, la mayoría de los migrantes se mueven por zonas montañosas o el desierto para entrar a territorio estadounidense.
En lugares como Ciudad Juárez, Chihuahua, o Reynosa, Tamaulipas, el camino es atravesar el río Bravo, que marca la frontera entre México y Estados Unidos.
En Sonora la ruta es caminar por el desierto de Altar, uno de los más peligrosos del mundo.
Y en la región de Baja California, donde se encuentra Tijuana, el método más común es cruzar las zonas desérticas en la región conocida como «La Rumorosa».
Al mismo tiempo hay otras maneras de cruzar la frontera, que dependen de la cantidad de dinero que se pague.
El Centro Binacional ha encontrado que algunos grupos mueven a los migrantes por los puertos fronterizos como San Ysidro (entre Tijuana y San Diego), uno de los que registra el mayor tránsito de personas del mundo.
Uno de los métodos más comunes se conoce como «clavo» y consiste en esconder a las personas en alguna parte de los automóviles que ingresan a Estados Unidos.
El nombre es una referencia a los clavos o tornillos que unen las partes de los vehículos y pasan desapercibidos a primera vista.
Disfraces y engaños
Con este método hay variaciones, explica Clark Alfaro. Recientemente se encontró un automóvil abandonado cerca de la frontera. Los agentes de migración escucharon que alguien gritaba desde el vehículo que aparentemente estaba vacío.
Al revisarlo descubrieron a dos adolescentes, cubiertos con tela y esponja, que hacían las veces de los asientos del piloto y copiloto del vehículo.
Otro caso ocurrió hace algunos años, cuando agentes estadounidenses revisaron un tráiler que transportaba piñatas.
Entre la mercancía descubrieron a una niña, dormida con alguna droga, a quien los traficantes de personas disfrazaron como una piñata.
Y también hay casos de ancianos a quienes se pretende cruzar con visas legales que fueron robadas horas antes de la operación.
Los traficantes de personas tienen una red de salones de belleza donde peinan y a veces maquillan a los clientes para hacerles parecerse, lo más posible, a la foto del dueño de la visa.
Cuando llegan a la garita los traficantes aprovechan que algunos agentes del Servicio de Inmigración y Aduanas, para agilizar el cruce de personas, no verifican el documento de visa en su sistema digital.
«Los ‘coyotes’ se fijan en los agentes que nada más ven la visa y permiten el paso, y en esa fila forman a las personas de la tercera edad», explica Clark Alfaro.
«Ven a una persona mayor, bien vestida, con bolsas de compra y con visa legal, pero robada». No despierta sospechas. «Pero claro, siempre está el riesgo de que te puedan agarrar».
El costo por cruzar a través de las garitas migratorias a Estados Unidos es de entre $12.000 y $14.000.
Esta forma de cruzar la frontera es la menos usual. La mayoría, aclara el activista, utiliza desiertos y zonas montañosas.
Para muchos centroamericanos, el único objetivo actualmente es entregarse al gobierno de EE.UU. para pedir asilo en ese país.
Es una de las principales novedades en el actual fenómeno y crisis migratoria en la región.
BBCMundo