Día Mundial del Melanoma: la clave para vencerlo es conocerlo
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El 23 de mayo se celebra el Día Mundial del Melanoma, y el mensaje básico de esta jornada suele estar centrado en la importancia de su diagnóstico precoz, ya que la mortalidad por melanoma está estrechamente vinculada a la precocidad con que es sospechado y extirpado. Cuando extirpamos un melanoma con un espesor inferior a 1 mm la supervivencia se sitúa en torno al 95% de los casos a largo plazo. Sin embargo, a partir de tan solo 1 mm de espesor las cosas se ponen más feas, y por cada milímetro adicional de espesor la mortalidad a largo plazo aumenta en torno a un 10%. Un incremento tan significativo de la mortalidad en relación con espesores milimétricos no se produce en prácticamente ningún otro tumor humano.
¿Qué es un melanoma?
Explicado de manera muy simple podríamos definir al melanoma como ‘la versión maligna de un lunar’. Algunos melanomas lo son desde el principio. Nos aparece un lunar nuevo y en realidad ya es un pequeño melanoma. Otras veces un melanoma se origina en un lunar previo, que durante años ha podido estar estable, sin crecer ni cambiar, y en un momento dado, y sin avisar, empieza a hacerlo. Por eso debemos prestar atención tanto a la aparición de lunares nuevos como a los cambios en los previos, especialmente a partir de los 35 años.
En niños y jóvenes es normal que aparezcan lunares nuevos y crezcan algunos de los previos. En cualquier caso, si a cualquier edad aparece algún lunar nuevo con un aspecto peculiar, llamativo o distinto al de otros lunares en ese individuo, o un lunar crece o cambia de manera llamativa o a un ritmo rápido, por precaución siempre mejor consultar con el dermatólogo.
Si aparece algún lunar nuevo con un aspecto peculiar o un lunar crece o cambia a un ritmo rápido, siempre consultar con el dermatólogo
El melanoma no mata por su extensión en la propia piel. Salvo excepciones, el melanoma puede ser completamente extirpado y eliminado de nuestra piel de forma relativamente sencilla. El problema es que, antes de hacer eso, el melanoma ha podido tener tiempo de soltar células que se extienden por nuestro organismo a través de los vasos linfáticos y sanguíneos. Esas células pueden llegar a órganos muy diversos y ubicarse en ellos.
Al principio, a menudo, no crecen allí o tan solo forman nidos tumorales microscópicos e indetectables, que se mantienen en un estado de ‘adormecimiento tumoral’ durante varios años. Tiempo después, esas células adormecidas se despiertan, por mecanismos aún no bien conocidos. proliferan de forma más rápida que lo hacían en la propia piel y aparecen las metástasis en órganos muy diversos (ganglios linfáticos, pulmón, hígado, cerebro y huesos, por citar los más frecuentes), y son estas las que matan al paciente.
Aunque se han producido importantes avances en la última década en el tratamiento del melanoma metastásico, elmelanoma diseminado sigue siendo una enfermedad letal para la mayoría de los pacientes que la padecen. En cualquier caso, hoy se logran remisiones completas y duraderas de la enfermedad diseminada en cerca de un 30% de los pacientes, algo impensable hace tan solo 10 años.
Tres características básicas del melanoma
A menudo suelo explicarles a mis pacientes que el melanoma tienedos cosas muy buenas y una cosa muy mala. Empecemos por las dos buenas.
El melanoma no es un tumor frecuente
En primer lugar, el melanoma es poco frecuente. En España se diagnostican en torno a 10 casos nuevos por 100.000 habitantes y año, lo que supondría unos 4.500 casos nuevos anuales. La estadística española al respecto no me parece excesivamente fiable y puede haber una notable infranotificación de casos. Es probable que tengamos anualmente varios miles de casos más, muchos de ellos no invasores aún o de escaso espesor y muy buen pronóstico.
En cualquier caso, la realidad es que hay muchos pacientes que pueden tener algún factor reconocido de riesgo para padecer melanoma y no llegará nunca a desarrollar un melanoma (obviamente, a más factores de riesgo en una misma persona, más fácil que se desarrolle). Y la mortalidad actual por melanoma puede situarse en nuestro medio en torno al 10-15% de los casos, aunque esta cifra puede variar mucho en función de que se incluyan o no a los melanomas ‘in situ’ en el cálculo (los melanomas ‘in situ’ se sitúan solo en la superficie de nuestra piel, la epidermis, sin invadir la dermis, y sin tener todavía capacidad de provocar metástasis).
En cualquier caso, como señalé antes, la mortalidad es mínima en melanomas finos (a día de hoy, la mayoría) y muy elevada en melanomas gruesos (aunque su porcentaje se va reduciendo poco a poco, en números absolutos no logramos que descienda la cifra de forma significativa, y hay melanomas que sistemáticamente se siguen diagnosticando muy tarde).
El melanoma se presta a un diagnóstico precoz fácil
En segundo lugar, el melanoma es un tumor de fácil diagnóstico precoz, salvo excepciones. Y eso es así porque es un tumor que se desarrolla en nuestra piel, a la vista nuestra o de nuestros convivientes. También a la vista de nuestro médico de familia o de nuestro dermatólogo. No suelen ser necesarias pruebas particularmente complejas o invasivas para detectar lesiones sospechosas de ser un melanoma (aunque la confirmación sí exija la extirpación del lunar sospechoso). Y la mayoría de los melanomas tienen una fase de crecimiento inicial lento, en superficie, con mínima capacidad invasiva y de producir metástasis. La ventana temporal para realizar el diagnóstico precoz de un melanoma es en la mayoría de los casos amplia.
Diagnosticado tarde, el melanoma puede ser letal
Y ahora viene la característica problemática. Si no efectuamos el diagnóstico precoz del melanoma en esa fase inicial prolongada en la que en la mayoría de los casos crecen despacio, sin apenas molestar, a menudo llamando muy poco nuestra atención, entonces el melanoma sí nos puede reservar sorpresas desagradables en forma de metástasis y puede resultar letal.
Y el problema es que esa fase inicial muy lenta de crecimiento y cambios, absolutamente asintomática, a menudo pasa desapercibida si no vigilamos con regularidad nuestros lunares. Esta vigilancia, dependiendo del tipo y número de nuestros lunares, puede ir desde la simple autovigilancia o vigilancia ayudada por familiares (siempre mejor con el apoyo de algunos controles fotográficos, al menos de las zonas con más lunares) hasta las formas más sofisticadas de seguimiento con mapeos corporales completos con imágenes panorámicas y con dermatoscopia digital, técnica que en la Clínica Dermatológica Internacional solemos emplear en los pacientes de mayor riesgo o más difícil vigilancia.
Vigilar nuestros lunares según nuestro perfil de riesgo
Así que, incluso al mencionar la letalidad del melanoma (su característica más problemática cuando se diagnostica tarde), debemos insistir en que tenemos actualmente muchos medios para adelantarnos en el diagnóstico y reducir drásticamente la mortalidad por melanoma. Y, en mi opinión, el arma más potente frente al melanoma es simplemente la difusión al gran público de qué es este tumor, de cómo podemos reconocerlo precozmente y de cómo adaptar la vigilancia de nuestros lunares a nuestro perfil de riesgo. Y todo ello sin dramatizar ni generar ansiedad innecesaria en la población. Salvo en grupos muy concretos de alto riesgo, el melanoma es un tumor infrecuente, su diagnóstico precoz es muy sencillo, el tratamiento quirúrgico también lo es y el pronóstico asociado a su diagnóstico precoz suele ser excelente.
Con información de Alimente