Deterioro cognitivo asociado al ictus - 800Noticias
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Más de la mitad de los supervivientes de ictus pueden desarrollar deterioro cognitivo en el plazo de un año tras el ictus, y 1 de cada 3 corre el riesgo de desarrollar demencia en el plazo de 5 años, según una nueva declaración científica de la American Heart Association publicada en ‘Stroke’, la revista científica revisada por pares de la American Stroke Association, una división de la American Heart Association.

Una declaración científica de la American Heart Association es un análisis experto de la investigación actual y puede servir de base para futuras directrices. Esta nueva declaración aconseja la realización de pruebas de detección tras el ictus y una atención interdisciplinar integral para apoyar a los supervivientes de ictus con deterioro cognitivo.

«El deterioro cognitivo es un trastorno a menudo infradiagnosticado e infradeclarado, pero muy frecuente en los supervivientes de ictus –afirma Nada El Husseini, presidenta del comité de redacción de la declaración científica y profesora asociada de neurología del Centro Médico de la Universidad de Duke (Estados Unidos)–. Los supervivientes de ictus deben ser evaluados sistemáticamente para detectar deterioro cognitivo, de modo que el tratamiento pueda comenzar lo antes posible tras la aparición de los signos».

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«El deterioro cognitivo tras un ictus va desde el deterioro leve a la demencia y puede afectar a muchos aspectos de la vida, como recordar, pensar, planificar, el lenguaje y la atención, así como a la capacidad de una persona para trabajar, conducir o vivir de forma independiente», apunta El Husseini.

Esta declaración científica se refiere al deterioro cognitivo tras un ictus. Los accidentes cerebrovasculares isquémicos, causados por la obstrucción de un vaso sanguíneo que suministra sangre al cerebro, representan el 87% de todos los accidentes cerebrovasculares.

Los accidentes cerebrovasculares hemorrágicos son hemorragias cerebrales que se producen cuando se rompe un vaso sanguíneo debilitado y representan alrededor del 13% de todos los accidentes cerebrovasculares.

Según la declaración, el deterioro cognitivo tras un ictus es frecuente en el primer año posterior al ictus, y se da hasta en el 60% de los supervivientes. Es más frecuente en las dos primeras semanas. Alrededor del 40% de las personas que sobreviven a un ictus presentan un deterioro cognitivo durante el primer año posterior al ictus que no cumple los criterios diagnósticos de demencia, aunque sigue afectando a su calidad de vida.

Hasta el 20% de los supervivientes de un ictus que experimentan un deterioro cognitivo leve recuperan totalmente la función cognitiva, y la recuperación cognitiva es más probable en los primeros 6 meses tras el ictus.

El deterioro cognitivo tras un ictus suele ir asociado a otras afecciones, como discapacidad física, trastornos del sueño, cambios en el comportamiento y la personalidad, depresión y otros cambios neuropsicológicos, que pueden contribuir a reducir la calidad de vida.

Según la declaración científica, no existe un patrón de referencia para el cribado cognitivo tras un ictus. Sin embargo, algunas pruebas de cribado breves (30 minutos o menos) se utilizan ampliamente para identificar el deterioro cognitivo tras un ictus: El miniexamen del estado mental y la evaluación cognitiva de Montreal (Canadá).

Aunque la detección precoz durante la hospitalización inicial por ictus es importante para la planificación inmediata de los cuidados, también es importante evaluar los cambios cognitivos a lo largo del tiempo.

Los supervivientes de un ictus que experimentan dificultades inexplicables en las actividades cognitivas de la vida diaria, en el seguimiento de las instrucciones de cuidados o en la elaboración de un historial médico fiable pueden ser candidatos a una evaluación cognitiva adicional.

Cuando se detecta un deterioro cognitivo, se recomienda a los profesionales sanitarios que evalúen el funcionamiento diario de la persona mediante pruebas neuropsicológicas, que evalúan las áreas de la función cerebral que afectan al comportamiento y pueden proporcionar una imagen más completa de los puntos fuertes y débiles cognitivos de la persona.

Se recomienda a los profesionales de la salud que orienten a los pacientes y a sus cuidadores sobre la seguridad en el hogar, la reincorporación al trabajo y la conducción después de un ictus, y que pongan en contacto a los cuidadores y a los supervivientes de un ictus con los recursos comunitarios de apoyo social.

La colaboración interdisciplinar entre profesionales sanitarios, como médicos, logopedas, terapeutas ocupacionales, neuropsicólogos y enfermeras, suele ser necesaria para un seguimiento y atención óptimos de las personas con deterioro cognitivo tras un ictus. Además, la declaración sugiere que la rehabilitación cognitiva conductual y la actividad física pueden ayudar a mejorar la cognición tras un ictus.

La prevención de otro ictus es una consideración clave para evitar el empeoramiento del deterioro cognitivo tras un ictus. Esto incluye el tratamiento de los factores de riesgo de ictus, como la hipertensión arterial, el colesterol alto, la diabetes de tipo 2 y la fibrilación auricular. El control de la presión arterial se asocia a un menor riesgo de ictus recurrente y de deterioro cognitivo leve.

Hay preguntas sin respuesta sobre cómo se desarrolla el deterioro cognitivo tras un ictus y sobre el impacto de los factores no cerebrales, como las infecciones, la fragilidad y los factores sociales. Es necesario seguir investigando para determinar las mejores prácticas de cribado cognitivo tras un ictus, incluyendo el desarrollo y uso de instrumentos de cribado que tengan en cuenta factores demográficos, culturales y lingüísticos a la hora de determinar la función «normal».

«Sin embargo, quizá la necesidad más acuciante sea el desarrollo de tratamientos eficaces y culturalmente relevantes para el deterioro cognitivo tras un ictus –afirma El Husseini–. Esperamos ver ensayos clínicos lo bastante amplios que evalúen diversas técnicas, medicamentos y cambios de estilo de vida en grupos diversos de pacientes que puedan ayudar a mejorar la función cognitiva».

Con información de Infosalus. 

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