Detectan segunda luna orbitando fuera de nuestro sistema planetario
800 Noticias | EFE
En 2017 un grupo de astrónomos aseguró tener «pruebas convincentes» de la primera luna orbitando un planeta fuera de nuestro sistema solar y ahora el mismo equipo informa del hallazgo de una segunda; de confirmarse es un primer paso para pensar que las exolunas serían tan comunes como los exoplanetas.
La descripción de esta superluna se publica en la revista científica Nature Astronomy y si se corrobora su condición de exoluna, la «Kepler-1708 b-i» -que es 2,6 veces mayor que la Tierra- podría representar una de las piezas que faltan en el rompecabezas de la formación y evolución de los sistemas planetarios extrasolares.
Según los investigadores, liderados por David Kipping, de la Universidad de Columbia (Estados Unidos), «podría significar, además, que las exolunas son tan comunes en el universo como los exoplanetas, y que, grandes o pequeñas, estas son una característica de los sistemas planetarios».
Pero la espera, advierten, podría ser larga. El primer hallazgo de una exoluna, hace cuatro años, aún está pendiente de confirmación y la verificación de esta nueva candidata podría ser igual de larga y controvertida.
«Los astrónomos han encontrado más de 10.000 candidatos a exoplanetas hasta ahora, pero las exolunas son mucho más desafiantes», resume Kipping en una nota de la Universidad de Columbia.
En concreto, el equipo descubrió una candidata a exoluna gigante orbitando el planeta Kepler 1708b, un mundo situado a 5.500 años luz de la Tierra. Esta es aproximadamente un tercio más pequeña que la luna que se encontró anteriormente orbitando el planeta Kepler 1625b.
Ambas están probablemente formadas por gas que se ha acumulado bajo la atracción gravitatoria causada por su enorme tamaño, detalla Kipping.
Para el estudio que ahora se publica, los investigadores examinaron los planetas gigantes gaseosos más fríos capturados por el observatorio espacial Kepler de la NASA; tras analizar en profundidad 70 planetas, solo encontraron un candidato -Kepler 1708b- con una señal similar a la de una luna.
Se necesitarán observaciones de otros telescopios espaciales, como el Hubble, para verificar el descubrimiento, un proceso que podría llevar años. De hecho, cuatro años después, el primer descubrimiento de Kipping de una exoluna sigue siendo objeto de acalorados debates.
Según relata la Universidad de Columbia, en un artículo reciente, él y sus colegas mostraron cómo un grupo de escépticos puede haber pasado por alto la luna de Kepler 1625b en sus cálculos.
Eric Agol, profesor de astronomía de la Universidad de Washington, apunta -en el mismo comunicado- que tiene dudas de que esta última resulte real: «Podría tratarse simplemente de una fluctuación en los datos, ya sea debido a la estrella o al ruido instrumental».
Otros son más optimistas. «Esto es ciencia en su máxima expresión», dice Michael Hippke, astrónomo independiente en Alemania: «Encontramos un objeto intrigante, hacemos una predicción y confirmamos la candidata a exoluna, o la descartamos con futuras observaciones».
«Estoy muy emocionado» ante la posibilidad de ver una segunda candidata a exoluna, aunque «es una pena que solo se hayan observado dos tránsitos», señala Hippke, quien añade: «Sería muy interesante tener más datos».
Descubrir una luna o incluso un planeta a cientos o miles de años luz de la Tierra es todo menos sencillo, recuerda la universidad.
Las lunas y los planetas únicamente pueden observarse de forma indirecta, ya que pasan por delante de sus estrellas anfitrionas, haciendo que la luz de la estrella se atenúe de forma intermitente; captar una de estas señales de tránsito fugaces con un telescopio es complicado, al igual que interpretar los datos de las curvas de luz.
Las lunas son aún más difíciles de detectar porque son más pequeñas y bloquean menos la luz, pero la búsqueda merece la pena, subraya Kipping.
El investigador recuerda cómo la existencia de exoplanetas fue recibida con el mismo escepticismo al principio: «Esos planetas son extraños en comparación con nuestro sistema, pero han revolucionado nuestra comprensión de cómo se forman los sistemas planetarios».