DESAFIANTE | Mugabe dice que no renuncia pese a moción de censura de su partido - 800Noticias
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EFE

El presidente de Zimbabue, Robert Mugabe, logró este lunes retener el poder que ostenta desde hace 37 años otra jornada más, pese al anuncio de su que su partido le someterá a una moción de censura en el Parlamento y de haber aceptado negociar con el principal candidato a sustituirlo, Emmerson Mnangagwa.

La Unión Nacional Africana de Zimbabue-Frente Patriótico (ZANU-PF), cofundada por el propio Mugabe, cumplió hoy sus amenazas y anunció el inicio del proceso para someter al presidente, de 93 años, a una moción de censura en el Parlamento, donde tiene mayoría.

«El partido ha pedido al jefe del grupo parlamentario a llevar adelante el procedimiento de moción de censura contra Robert Mugabe», comunicó el portavoz de la ZANU-PF y ministro de Información, Simon Khaya Moyo, tras una reunión que contó con la presencia de 230 de los 260 legisladores del partido.

La decisión se había anticipado este domingo, en una reunión del Comité Central en la que también se destituyó a Mugabe como número uno de la formación y se expulsó a la primera dama, Grace Mugabe, y a sus aliados políticos, entre ellos varios ministros.

La ZANU-PF dio un ultimátum para que Mugabe renunciase voluntariamente antes de las 12.00 hora local (10.00 GMT) de hoy y poner fin así a la crisis política que se inició la semana pasada cuando las Fuerzas Armadas tomaron el control del país.

La dimisión no solo no llegó sino que el presidente, en un mensaje televisado en el que estuvo acompañado por los altos mandos militares que lo mantienen aún confinado, se reafirmó en su puesto y pidió mirar hacia adelante sin «amargura» ni «espíritu de venganza».

Aunque queda por ver cómo se desarrolla el trámite parlamentario, el ZANU-PF, en principio, cumplirá su promesa.

Pocas horas después del anuncio del oficialismo, el jefe de las Fuerzas Armadas, Constantine Chiwenga, aseguraba que el destituido vicepresidente Emmerson Mnangagwa regresará al país «pronto» y que se reunirá con Mugabe.

Precisamente, la destitución de Mnangagwa -un incondicional del partido y veterano de guerra a quien se había opuesto Grace Mugabe con la vista puesta en ocupar la Vicepresidencia- es visto como el detonante de la crisis que atraviesa el país.

Solo una semana después de su salida del Gobierno, concretada el 6 de noviembre, los altos mandos de las Fuerzas Armadas anunciaron que tomarían «medidas correctivas» si continuaban las «purgas» en el partido.

Al día siguiente los tanques marchaban en dirección a Harare y se hacían con el control de esta nación de África meridional, además de poner bajo arresto domiciliario a Mugabe -en el poder desde 1980- y su familia.

Mientras, el exvicepresidente había volado a Sudáfrica tras asegurar que había recibido amenazas de muerte pero, en su única comunicación conocida hasta ahora, advirtió: «Pronto controlaremos los resortes del poder en nuestro bello partido y país».

El ZANU-PF, además, ya ha nombrado a Mnangagwa candidato a las presidenciales de 2018 y nuevo líder del partido, aunque la decisión deberá ser confirmada en un congreso en diciembre.

En su breve comparecencia de hoy, Chiwenga aseguró que ambos ya han mantenido contactos y que Mugabe ha trazado una «hoja de ruta y una solución definitiva para el país».

El general agradeció a los zimbabuenses -que salieron el pasado sábado a las calles masivamente para escenificar su rechazo a Mugabe- el «apoyo» que les han demostrado y les pidió que «mantengan la calma y la paciencia».

Tras las movilizaciones del pasado sábado, la «no dimisión» de Mugabe ayer cayó como un jarro de agua fría entre la población y las organizaciones civiles del país, que hoy volvieron a realizar llamamientos para tomar calles y plazas.

Tampoco sentó bien entre los miembros de la influyente Asociación Nacional de Veteranos de la Guerra de Liberación de Zimbabue (ZNLWA, siglas en inglés).

«El rey está desnudo», dijo en una rueda de prensa celebrada en Harare el líder de la agrupación, Christopher Mutsvangwa.

«Su Presidencia está acabada, señor Mugabe. Está terminada», recalcó, tras lo que llamó a los ciudadanos a mostrar masivamente que el presidente no cuenta tampoco ya con el apoyo popular.

Tras casi cuatro décadas que lo situaron entre los regímenes modernos más longevos del continente, la continuidad del régimen de Mugabe es ahora un pulso político entre las aspiraciones de Mnangagwa, que cuenta con todos los respaldos, y la capacidad de resistencia del nonagenario líder.

Los ciudadanos, hastiados y hambrientos de un cambio hacia la democracia, observan atónitos pero, por el momento en calma, el duelo de ajedrez entre las élites políticas y militares.

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