Dejar de fumar: cómo superar el síndrome de abstinencia
Agencias
Como ya sabemos, para muchos septiembre es el mes de los cambios, y tras los excesos del verano, el noveno mes del año se convierte en un salvavidas de cambios que queremos adoptar a toda costa. Dejar de fumar, junto con apuntarse al gimnasio, son de las opciones más repetidas. Ambas necesitan de una gran mentalidad, pero sin duda los fumadores podrán asegurar que dejar de lado los cigarrillos necesita de una fuerza de voluntad mayor.
Dejar de fumar suele ser un proceso duro, pues la dependencia de la nicotina es muy fuerte, tanto química como psicológica. Abordar las dos vías puede hacer algo más llevadero este cambio de hábito. Precisamente, ese es el método que la Dra. Ana Neves, responsable de la unidad de Medicina del Estilo de Vida de Clínica FEMM, desarrolla con los pacientes que acuden a consulta para sacar el tabaco de sus vidas.
Prepararse para el proceso
¿Quién dijo que fuera fácil? Sin embargo, si no se es constante para no volver a caer en este vicio, los efectos te acompañarán de por vida. Por ello, la Dra. Neves señala algunos aspectos que ayudan al paciente a prepararse para iniciar el proceso de dejar de fumar:
- Controlar el ambiente. Esto consiste en lavar las cosas que huelan a tabaco, elegir un sitio donde fumar antes de la fecha del último cigarro (lo más lejos posible del espacio habitual) y tirar ceniceros y otros utensilios relacionados con el tabaco.
- Interrumpir las tentaciones. Para ello hay que evitar hábitos que recuerden al cigarro (alcohol, determinado bar…), reconocer las situaciones de tu rutina que son más propensas para fumar (ambientes, personas) y evitar café, tés oscuros y bebidas energéticas. Además, se aconseja lavarse los dientes justo al terminar de comer y cambiar la ruta para no pasar por delante del lugar donde comprabas tabaco habitualmente
Para la doctora, la clave está en no perder la calma: «La abstinencia no dura más de 15 minutos; si el paciente se mantiene distraído en esos momentos de mayor molestia, podrá ir superándolos y cada vez serán menos frecuentes y más cortos», comenta.
Cuando ya has superado esa barrera, solo te queda mantenerlo en el tiempo. Los expertos de FEMM comparten los siguientes consejos:
– Tener a mano caramelos o chicles poco calóricos: masticar disminuye las ganas de fumar.
– Elegir comidas con sabores fuertes y especiadas (canela, jengibre…).
– Beber agua muy fría: según diversos estudios, una gran ayuda para vencer la abstinencia es beber un vaso de agua bien fría.
– No negociar: un cigarro es suficiente para desencadenar los efectos químicos y psicológicos de la adicción.
– No sustituir el cigarro por dulces, ya que eso puede producir un aumento de peso y generar mayor ansiedad.
El psicólogo Ángel Castillo, autor de ‘Por fin vas a dejar de fumar’, tiene un método para que el proceso de dejar de fumar no sea complicado. Para ello, y en primer lugar, el fumador tiene que entender por qué se creó su hábito y por qué se mantiene. Acto seguido, «deshacemos un miedo anticipatorio que tiene todo fumador a enfrentarse a ciertos momentos de sufrimiento» ante la falta de un cigarro. «Se marcan unos parámetros de conducta muy sencillos que son totalmente distintos a lo que estamos acostumbrados. Hay que conocer las principales causas del fracaso para evitarlo», dice el experto. En su método se pone en tela de juicio el síndrome de abstinencia y cómo manejarlo y «descubrimos por qué fumar es un hábito asociativo y cómo disociarlo».
Una sola calada…
Entender cómo funciona nuestro cerebro cuando damos una calada después de haber dejado de fumar es, para Ángel Castillo, como montar en bici: una vez que aprendiste ya no lo olvidas. «Yo lo llamo ‘programa’, ya que nuestra mente es como un gran ordenador; si después de 20 años sin montar en bici nos montamos en una, volveremos a pedalear con mayor o menor destreza, pero volvemos a montar». Fumar es un hábito asociativo y, por ende, es otro programa: «Con una sola calada después de dejar de fumar, hayan pasado horas, días, semanas, meses o años, volveremos a fumar. Y, como decía Freud, posiblemente con más fuerza. Como consecuencia, nace un sentimiento de fracaso que retrasará intentarlo de nuevo», alerta el experto.
Vapeo
Si después de dejar de fumar cigarrillos te planteas la opción de algunos de los vapeos comerciales, el resultado puede ser igual de desastroso. Numerosas investigaciones han demostrado que el vapeo «no es un método eficaz para abandonar el hábito» y es tan nocivo como un cigarro tradicional. «Crea un nuevo hábito y no se rompe el gesto de fumar, con el agravante de que creemos estar a salvo mientras lo utilizamos; por lo tanto, corremos el riesgo de volver a fumar cuando dejemos de vapear o podemos volver al cigarro tradicional y mantener el vapeo», concluye Ángel Castillo.
Por ABC.es