De dónde viene la tradición del anillo de compromiso - 800Noticias
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Nuestro mundo se compone de cientos de tradiciones y símbolos que, aunque forman parte de un pasado remoto, continuamos perpetuando con la idea de sentirnos más cerca de los que nos precedieron. Las festividades forman parte de nuestro día a día, permitiéndonos huir de la rutina durante escasos días, como durante la Edad Media se huía del tedio mediante los carnavales. Celebramos la vida, la muerte y las uniones, siendo las bodas unas de las celebraciones más potentes a lo largo del mundo.

La victoria del amor entre dos personas, unidas para siempre (en principio) con el fin de que la especie no se extinga, se celebra en todas partes del mundo. Desde Las Vegas a las tribus más recónditas de Sudamérica, existen toda clase de ritos en torno a la unión de una pareja. Y una de las más famosas es la entrega de un anillo de compromiso, por parte del novio generalmente, que establece el lazo.

Se sabe que en el siglo II a.C a la novia romana se le entregaban dos anillos: uno de oro, que debía usar en público, y otro de hierro, que utilizaba en casa mientras atendía las tareas del hogar

Pero, ¿cuándo surgió esta costumbre y a qué responde? Aunque algunos hablan de que los egipcios ya contaban con anillos de compromiso, los primeros registros al respecto se encuentran en la Antigua Roma. Se sabe que en el siglo II a.C a la novia romana se le entregaban dos anillos: uno de oro, que debía usar en público, y otro de hierro, que utilizaba en casa mientras atendía las tareas del hogar. El privilegio de llevar anillos de oro después se extendió a otras personas como los funcionarios públicos, caballeros, nacidos libres y, finalmente, libertos. Fueron también los romanos los que dieron nombre a la vena que conectaba la mano con el corazón, denominándola precisamente vena amoris o del amor.

Pero no hay mucha información al respecto, aunque algunos registros nos pueden dar pistas. En el 860 d.C, el Papa Nicolás I escribió una carta a Boris I de Bulgaria, describiendo las diferencias entre las prácticas católica romana y la ortodoxa oriental: describía en ella cómo en la primera, el hombre daba tradicionalmente a su prometida un anillo de compromiso. En realidad, el primer uso bien documentado de un anillo de compromiso (de diamantes, en este caso) fue cuando el archiduque Maximiliano de Austria le regaló uno a María de Borgoña en 1477.

Además, El Libro de Oración Común (título abreviado de varios libros de oraciones relacionados y usados en la Comunión anglicana) se designaba la mano izquierda como la mano del matrimonio (y el tercer dedo como el dedo anular oficial). No obstante, el anillo de diamantes tampoco tiene tanto recorrido como podamos imaginar. Después de Maximiliano de Austria, la reina Victoria también los puso de moda, pero durante la Gran Depresión cayeron un poco en desuso y de hecho en Estados Unidos se llegó a decir que los anillos de compromiso se habían pasado de moda entre los jóvenes.

La publicidad ‘un diamante es para siempre’ de 1947 ayudó a impulsar los anillos de diamantes, que durante la Gran Depresión se habían pasado un poco

Fue gracias a un publicista (como suele suceder), cuando en 1947 France Gerety de la agencia N.W. Ayer & Son publicó el eslogan ‘A diamond is forever’ (un diamante es para siempre), para la firma De Beers. Conocido como el mejor eslogan del siglo XX, sirvió de base para otros mensajes que han quedado en el imaginario colectivo, como el famoso de Marilyn Monroe para Los caballeros las prefieren rubias: «Los diamantes son los mejores amigos de la mujer». Algo debió ayudar, si tenemos en cuenta que en la actualidad el 80% de los anillos de compromiso son de diamantes.

Como curiosidad, aunque los anillos de compromiso son usados mayoritariamente por las mujeres, hubo un tiempo en que la Iglesia cristiana prmovía el intercambio de anillos de boda como una forma mantener la fidelidad de los hombres, y en Estados Unidos los anillos dobles se hicieron populares durante la Segunda Guerra Mundial, cuando los soldados marchaban a Europa y los usaban como recordatorio de la mujer amada, que seguía en el hogar, (durante la guerra de Corea también fueron populares por la misma razón). Hoy en día, en todo el mundo, no son solo elementos básicos de moda o formas de mantener el compromiso y atar a las parejas, sino más bien muestras externas de un amor, se supone, debería ser al menos tan duradero como un diamante.

Con información de El Confidencial. 

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