David Bisbal celebra su madurez con un gran cumpleaños en el Teatro Real
EFE
David Bisbal, quien hace apenas un mes se convertía en padre por segunda vez, alcanza este miércoles la cifra redonda de 40 años de edad, madurez vital, física y musical que conmemorará con un gran concierto, con las entradas agotadas en un espacio de altura y oropel, el Teatro Real de Madrid.
Rondando ya las dos décadas de su salida de la primera edición de «Operación Triunfo» y del inicio de su carrera, el español se ha convertido en estos años en la figura de mayor éxito internacional de las surgidas de ese concurso de talentos.
Desde su debut discográfico, «Corazón latino» (2002), Bisbal (Almería, 1979) se convirtió en el ojito derecho de la industria, no en vano aquel trabajo vino avalado por el productor internacional Kike Santander e incluía éxitos de pop latino contagiosos como «Ave María», «Lloraré las penas» o la canción que le daba título y con la que estuvo a punto de representar a España en Eurovisión 2001.
Además de depararle sendas nominaciones a los Grammy Latinos como «mejor nuevo artista» y «mejor álbum de pop vocal masculino», se convirtió en su mayor éxito en ventas, tras despachar más de dos millones en todo el mundo, más de la mitad en España, lo que le valió la ya rarísima distinción de «disco de diamante».
Ante aquellos logros, la continuidad se convirtió casi en norma para su siguiente trabajo, «Bulería» (2004), que repetía equipo y pautas estilísticas respecto a su predecesor. El resultado fue otro millón de copias vendidas en España (300.000 más en Latinoamérica) y un repertorio que seguía ampliándose con cortes vitamínicos como el tema titular, «Oye el boom» o «Camina y ven».
Convertido en el nuevo «rey de la pachanga», «Premonición» (2006) fue el primer trabajo en el que dio indicios de tomar las riendas de su carrera, con más cortes firmados en parte por el artista y cortes como «Silencio», en el que de la mano del productor Sebastian Krys variaba ligeramente su estilo para volverlo más sofisticado.
Curiosamente, en ese trabajo también tuvo el acierto de incluir como autores por primera vez al dúo musical de reguetón Wisin & Yandel, dando entrada en sus esquemas a un estilo entonces poco cribado por los artistas comerciales, pero que terminaría por romper las listas de ventas una década después.
Bisbal, que probó suerte en esos años a la conquista del mercado anglosajón, fue el escogido para grabar la nueva versión a dúo y en español de «Hate That I Love You» junto a la mismísima Rihanna.
Sus mayores ambiciones musicales seguían manifestándose en trabajos posteriores. Así, «Sin mirar atrás» (2009) fue grabado junto a siete productores (ya sin Santander) y hasta en 8 ciudades del mundo. Además, incluía a la Orquesta Sinfónica de Bratislava y baladas como «Mi princesa» empezaban a tomar un papel protagonista en su carrera.
Tras pasear por recintos como el Royal Albert Hall de Londres y lanzar un disco en directo fruto de su primera actuación en el Teatro Real de Madrid, Bisbal publicó «Tú y yo» (2014).
El intérprete, que había sido padre por primera vez en 2010, se había tomado esta vez cinco años para dar cabida a un «sonido más apegado a la actualidad universal, a lo que se escucha en las radios internacionales», con el amor como «leit motiv».
Asimismo, motivado quizás por el tono suave de la gira acústica que le llevó hasta EEUU, su forma de cantar se había vuelto «más sutil», dejando a un lado las tesituras más extremas a las que tenía acostumbrado a su público.
Afianzando cada vez más su perfil musical, Bisbal fue dejando atrás los momentos más mediáticos de su carrera por las razones equivocadas, como los tuits en los que se convertía en centro de bromas y críticas en las redes o sus separaciones sentimentales, especialmente la de Chenoa, su excompañera del concurso Operación Triunfo.
En la búsqueda de un toque más actual, en su sexto y último disco de estudio hasta la fecha, «Hijos del mar» (2016), se acercó a lo que él dio en llamar «pop electrónico», con los sintetizadores tomando la delantera a las guitarras en cortes como «Antes que no».
De carácter «muy autobiográfico», de sus sesiones de preparación surgió una canción, «Todo es posible», que llevaron al artista a abrir su corazón para confesar cuál pudo ser el secreto de su éxito.
«No hay que frustrarse cuando uno se tropieza. Yo he tenido muchos traspiés. El que no ha fracasado es porque nunca se ha propuesto un gran reto en su vida y creo que es importante esa certeza de que caerás muchas veces, pero también de que no te irás de este mundo sin haberlo intentado», señaló.