En rigor, se trata del futuro amoroso. Su alarma se encendió por una circunstancia en particular, en caso de que la pareja prospere. Y es que existe la posibilidad firme de que Oriana se mude a Turín, Italia, ya que Dybala es una de las grandes estrella de la Juventus (compañero de un tal Cristiano Ronaldo…).
Pero, ¿y si eso sucede? ¿Si finalmente la cantante de 22 años se va a vivir a Europa? “No. No. De ninguna manera. Lloro, lloro. ¡Ya le boicoteo esa relación! Me escucha Oriana y me mata”, dijo Fulop con firmeza para terminar entre risas -sí, ¡pero lo dijo!- en diálogo con Catalina Dlugi, en Agarrate Catalina, de La Once Diez.
“Me gusta que ella viva esta historia, que es hermosa. Son dos bellezas de persona, y se merecen los dos vivirla -reconoció la cuñada de Gabriela Sabatini-. Ojalá que puedan manejar tanta belleza, tanta espectacularidad en cuanto a la pareja, al amor que lo rodean”.
“Les deseo lo mejor, sin dejar de confesar -advierte Cathy- que con Ova tenemos el corazón…”. Y entonces se interrumpe. Aquí, la barrera de la distancia. “Ella decidió ir un tiempo para allá (por Italia). Creo que se va a quedar bastante tiempo más, hasta que deba regresar para una pequeña gira por Argentina”.
Porque Oriana ya habló con sus padres sobre la posibilidad de establecerse en el Viejo Continente. “Cuando ella me lo planteó hubo algo en mi corazón que fue… ¡Guau! Pero uno tiene que soltar”, reconoció Catherine, quien resaltó que la cantante y el futbolista “fueron muy cautelosos” al haberse “tomado su tiempo” para oficializar la relación.
Tras contar que fue Dybala quien “planteó” conocer a sus suegros (“Fue maravilloso, la pasamos increíble”, recordó la actriz), Catherine estableció una condición para que la relación amorosa siga en pie. “Creo que ella tiene claro que no debe abandonar nunca su carrera, y yo no creo que él quiere eso porque lo veo como un chico muy maduro, respetuoso”. También dijo que el jugador de la Selección Argentina “es un chico súper conectado” pese a que “tiene 24 y es muy famoso”.
Y concluyó: “Yo no me quiero encariñar…”.
Catherine lo dijo riendo, sí. Pero lo dijo.
