Cuenta regresiva | El sistema electoral será clave en los resultados en España
EFE
A cuatro días de las elecciones, los partidos españoles concentran buena parte de su pugna en algunas provincias poco pobladas que pueden resultar decisivas en la formación de mayorías, dado el sistema electoral en el que un escaño no cuesta el mismo número de votos en todas las circunscripciones.
En los tres últimos días de campaña, el socialista Pedro Sánchez, el conservador Pablo Casado, el liberal Albert Rivera y el izquierdista Pablo Iglesias harán su paso obligado por las tres provincias más pobladas, Madrid, Barcelona y Valencia, que reparten más diputados.
Pero también pasarán por otras menos pobladas, especialmente Sánchez, presidente del Gobierno, quien tiene previsto visitar las de Jaén, Badajoz o Asturias en busca de utilizar en su favor el peculiar sistema electoral español.
Con cinco partidos de entidad a nivel nacional en liza por primera vez desde la restauración democrática en 1977, el mecanismo electoral incide de forma distinta en cómo los votos se traducen en legisladores en el Congreso y el Senado.
El sistema fue concebido durante la transición democrática de 1976-1977 para apoyar la creación de mayorías estables, por lo que favorece a los partidos más importantes y perjudica a los que tienen menos apoyo a nivel nacional.
En esta elección, los analistas políticos coinciden en que la división del voto de centroderecha y ultraderecha en tres formaciones (Ciudadanos, Partido Popular y Vox) les puede perjudicar, pues podría hacer que los socialistas del PSOE sean los más votados en muchas provincias pequeñas y medianas.
«Esto es importante», advierte Jaime Ferri, director del Departamento de Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad Complutense de Madrid, quien recalca que la división de la derecha «puede ayudar» a los socialistas en esas zonas y que al PSOE «le viene bien que el voto (de la derecha) se escinda».
Ferri apunta también que un importante segmento de la población de las provincias rurales, los jubilados, «han cambiado el comportamiento», pues solían votar mayoritariamente al Partido Popular, pero ahora perciben al PSOE como mejor «garante de las pensiones».
Por otra parte, el declive del izquierdista Podemos (el tercer partido en las elecciones de 2016) puede hacerle perder la mitad de sus escaños en el Congreso si se confirman las encuestas, que apuntan a que sería el cuarto o quinto más votado en muchas provincias pequeñas.
La base del sistema está en las 50 provincias en las que se divide el país, cada una de las cuales es una circunscripción electoral.
Cada provincia elige un número de diputados del Congreso en función de su población, pero la proporción no es perfecta por un mecanismo que favorece a las menos pobladas. Así, Soria elige dos diputados, mientras que en Madrid son 37.
Una vez depositados los votos, el reparto de escaños se hace con la llamada «regla D’Hondt», que asigna los diputados de forma proporcional, aunque con un mecanismo que favorece a los partidos con más apoyos.
Al final, para lograr un diputado en Soria en las últimas elecciones de 2016 bastó con algo menos de 13.000 votos, mientras que el escaño más «barato» de Madrid requirió 88.400 sufragios.
En conjunto, las 26 provincias con menos habitantes tienen aproximadamente un 17,2 % de la población española, pero eligen a un 29 % de los diputados.
La elección del Senado es diferente. Al ser una cámara de compensación territorial, cada provincia elige a cuatro senadores, independientemente de su población.
Cada isla de los archipiélagos de Canarias y Baleares, igual que las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla, también elige senadores por encima de su proporción de población.
En las provincias hay listas abiertas para el Senado y se pueden elegir tres candidatos, pero la práctica casi universal es que cada votante opte por los tres aspirantes de su partido preferido.
Esto hace que el partido más votado en cada provincia logre tres senadores, por uno que obtiene la segunda formación más apoyada. Así, ser el partido más votado en el conjunto de España supone de forma casi automática lograr la mayoría absoluta en esa cámara.
Y las 26 provincias menos pobladas eligen al 50 % de los senadores en juego (hay otros 58 designados por las regiones autónomas).
En conjunto, el sistema electoral favorece a los partidos nacionales mayores y a las formaciones nacionalistas, que son fuertes solo en algunas provincias, como las de las regiones de Cataluña y el País Vasco.
Se trata de «un bipartidismo imperfecto, en el que los dos primeros partidos salen beneficiados y las demás fuerzas (a escala nacional) salen perjudicadas», explica a EFE Carlos Rico, profesor de Ciencia Política en la Universidad Pontificia de Comillas (Madrid).
En las provincias pequeñas, ser el tercer o cuarto partido más votado con frecuencia supone no obtener ningún legislador en el Congreso o el Senado.
El resultado final es que millones de votos al Congreso y al Senado no sirven para nada, pero los partidos españoles no se ponen de acuerdo en una reforma electoral aceptable para todos.